Capítulo 1: Un día ¿Normal?

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¡Puff! Son las cinco de la mañana y no puedo dormir. He estado reflexionando sobre todo lo que me ha acontecido últimamente. Parece que mi vida ha dado un giro de 180 grados. En fin, tendré que adaptarme. Me molesta que cuando más ganas tengo de dormir, es cuando menos puedo hacerlo...

El despertador sonaba y me desperté apresuradamente. Ni cuenta me había dado de a qué hora me dormí, pero aún me sentía desvelado. Me levanté de la cama y fui al baño para lavarme la cara.

En lo personal, a veces no me gusta cómo soy, pero en fin. Me llamo Marcos, tengo 17 años. Soy alto, moreno, de ojos verdes y pelo café lacio. Después de lavarme la cara y los dientes, me puse un pantalón de mezclilla y una camisa azul que me había comprado el sábado pasado. De pronto, alguien tocó la puerta. Al abrir la puerta, era Soledad, mi madre. Ella es un poco baja de estatura, de piel morena y pelo negro.

—¿Qué pasó, mamá?

—Hijo, ya me voy al trabajo.

—Ok, está bien.

—¿Y vas a ir a la escuela? —me preguntó mientras entraba a mi habitación con un vaso de jugo de naranja.

—Sí, solo que hoy entro tarde —mentí, en realidad ya iba muy tarde.

—Bueno, hijo, que te vaya bien. Adiós.

En cuanto mi mamá se fue, desayuné lo más rápido posible y después salí de mi casa. Tomé la primera combi que vi, a fin de cuentas, cualquiera pasa por mi escuela. Cinco minutos después, llegué a la preparatoria y para mi sorpresa, mi salón no había tenido clases toda la mañana porque los maestros siempre dicen que tienen junta sindical.

Mis maestros siempre dicen que tienen junta sindical y ni es cierto, bola de huevones... Bueno, entré al salón y estaba Samantha, mi mejor amiga. La miré, le sonreí y la saludé.

—¿Qué pasa, Sam?

—Nada, aquí flojeando. Hoy se te hizo tarde, ¿verdad? Aprende de mí que estoy aquí desde las siete de la mañana —dijo mientras jugaba con su cabello negro y chino.

—Ya sabes, lo de siempre, no pude dormir. Primero estaba haciendo tarea de química (odio la química) y después no pude dormir.

—Ay, Marcos, ¿por qué no te tomas un té?

—Jajaja, ya lo intenté y nada —comenté mientras tallaba mis ojos del sueño que tenía.

—Bueno, equis con eso. Oye, ¿no me acompañas a la librería para ver qué libros hay de cocina?

A Samantha le encanta cocinar, aunque a veces sus creaciones no le salen.

—El salón ya suspendió clases —insistió.

—Bueno, no tengo nada qué hacer, pues vamos. No quiero llegar a mi casa.

Samantha y yo llegamos a la librería. Me gusta leer, pienso que es muy importante la lectura. Bueno, equis con eso. Yo pienso que ahí es donde empieza la verdadera historia. Bueno, estaba con Samantha viendo los libros de cocina cuando, de repente, suena mi celular. Cuando me fijé quién rayos me marcaba, era Sandra, mi novia. Salí un momento a contestar la llamada, pero ella alcanzó a colgar.

Estaba en un pasillo llamado "Letras y dramas actuales". Había muchos libros que ya tenían su película, como "Harry Potter", "Narnia" y hasta los de "Crepúsculo" (bueno, si eso puede llamarse literatura). De pronto, vi en uno de los estantes un libro que me llamó mucho la atención.

Era un libro cuya portada mostraba dos manos unidas pero a la vez separadas con un corazón roto, como cuando se rompe un plato. Amm... "Deseos de amores imposibles", así se llamaba el libro. En fin, fui al estante para verlo, extendí mi mano y, en eso, suena otra vez mi celular, pero por contestar rápido, tiré todos los libros del estante.

Mi vida y mi mundo al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora