21. El hada de la alegría - parte III

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—Me huele a envidia —dijo Jerónimo—. Mal que mal usted es Cupido. Hace cosas en nombre del amor y supongo que no le gusta la competencia.

—Sí, hago cosas en nombre del amor, pero lo mío no es la competencia. No me beneficio en nada con lo que hago. Es por eso que recibo más odio que gratitud por parte de quienes son blanco de mis flechas encantadas. Y no, no es envidia: es la rabia de ver cómo muchos se dejan engañar con palabras bonitas.

—De acuerdo, por lo visto este bosque tenía una inmejorable oportunidad al estar Tenanye y yo en un mismo salón. Pero la embarré, ¿cierto? Por otro lado, usted me dejó con una cabeza de chimpancé. En este momento la brujita me odia más que nunca y... y no se me ocurre nada. No hay solución para mi problema.

—¡Tu problema se soluciona nada más que pidiéndole perdón, y te tiene que salir bien de adentro! —Cristóbal exclamó, sorprendiéndose de él mismo; pero no para bien.

El silenció llegó de golpe. De pronto el niño sintió que no era el mejor indicado para hablar sobre cómo tratar bien a una mujer. Irónicamente estaba parado en un pedestal que le había quedado grande, como cualquiera de los que a veces nos subimos, olvidando que todos, incluyendo todas, tenemos nuestro tejado de vidrio. Nuestras sombras.

—¿Tan fácil resulta ver la solución en otros y no en uno, Cristóbal? —preguntó el Doctor Cupido— ¿En tu corazón hay una niña que se llama Camila?

—¿Cómo es que lo sabe?

—Puedo sentirme preso en este bosque, pero eso no me impide ver lo que ocurre en San Romeo —y lo miró con la ternura de un padre que observa a su hijo actuar con madurez—. No me equivoqué al buscar atraerte con el imán de poliuretano. Es más, había olvidado decirte que tengo algo que en la mañana estabas buscando y...

—...A Camilita le dije que era fea. La traté pésimo —Cris pensó en voz alta.

—¿Le dijiste fea a una mujer? —preguntó Jerónimo cual patudo, como pidiéndole una explicación— ¡Eso es de muy poco hombre, Cristóbal! ¡Mal hecho, muy mal!

—¿Cómo podría acercarme a ella y decirle cuánto lo siento? Jamás he sido un niño que sepa expresarse con ellas. Puedo tener muchos miedos, pero no hay mayor terror que pueda sentir que el de estar cerca de la niña que me gusta. Es que siempre he sido un chico que se apasiona con el fútbol, que disfruta con los juegos online y también de estar con sus amigos. Pero decirle a Camila que me gusta mucho, que es la niña más linda que he conocido en mi vida... no se me ocurre nada. Pensaba que entrando al bosque para recuperar la pelota de mi amigo comenzaría a corregir las cosas, pero... no hay solución para mi problema.

—Supongo que los hombres, por amor, perdemos la cabeza —agregó el fantasma. Lanzó un suspiro y continuó—: Creo que pensé mal de ti. No debí haberme enojado contigo. Lo sé, estuve mal. ¿Me disculpas? —Cristóbal asintió con su cabeza—. Ahora nos quedamos en este salón. Tristes, solos... sin nuestras novias... y no se nos ocurre nada. No hay plan. No quiero que Tenanye se marchite y muera; eso también me mataría. ¿Pero qué puedo hacer yo contra Turion, si ni siquiera tengo un cuerpo como pa' pegarle un combo? Mi hada amada no va a volver.

—Camila no me va a mirar más.

—...La perdí.

—...También yo.

El Doctor Cupido no podía creer lo que tenía frente a sus ojos. Eran dos amigotes que empezaban a «lamentarse» patéticamente.

—...La echo de menos —a Jerónimo comenzó a temblarle la pera.

—...Yo también —y la del chico tiritaba el doble.

Cupido apretó los dientes y cerró los ojos. No lo quería escuchar, sin embargo, el alarido se venía. Se venía...

—¡Traiga lo más fuerte que tenga, Doctor! —el idiota descabezado rompió en llanto.

—¡Bombones de licor para mí! —Cris también explotó en lágrimas.

—¡Serán ambos unos cabeza de mono! —el Doctor pareció haber perdido los estribos— ¡¿Cómo es posible que se echen a morir de esta forma?! De acuerdo, se dejó escapar una oportunidad de oro que ni yo me la esperaba, ¡pero no... estamos... acabados!

—¿De qué habla? —preguntó Jerónimo sin esperanza alguna— Tenanye me odia el doble, el triple. Turion va a lograr su objetivo y me la va a quitar. Acéptelo: este bosque está perdido.

—Parece que lo que te dijo Cristóbal no te bastó. Ella te ama, pajarón. Nada más está furiosa y herida. Y sí, aún existe una esperanza para nosotros.

—Entonces tiene que ser una muy buena porque a mi parecer estamos fritos.

—Es Sadronniel, la dama de compañía de Tenanye.   


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DICCIONARIO CHILENO

- Combo: puñetazo.

- Pajarón: despistado. No atento. Ligeramente tonto.

Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora