—Sos un grano en el trasero, Daniel. —resopla— Ya va.

—Ah, bueno. —resopla— No me costó convencerte casi. Si te demoras más de diez minutos, te juro que nos vamos.

—¿Pero nos vamos quién, inútil? —alza la voz— Me estás poniendo un toque nervioso, te voy a cagar a palos. ¿Con quién estás?

—Dale amor, vení. —decido intervenir suavemente, acercándome un poco al teléfono— Muero de ganas por verte.

—¿Andro? —exclama de repente.


En ese momento, Dani pulsa el botón rojo y termina la llamada. Lo miro y se ríe un poco mientras le da la última calada al cigarrillo, terminándolo y apagándolo dentro del cenicero.


—Verás como ahora sí corre por venir. —se ríe.

—Eres malo. —bromeo, haciendo un puchero.

—¿Sí te dijo Valentín alguna vez lo linda que sos cuando tratas de hablar en argentino? —pregunta mientras coge su croissant y le da un bocado.

—Algo ha comentado. —digo de manera tímida, despedazando un trozo de mi propio croissant y llevándomelo a la boca.

—Sos una linda, Andro. —se ríe suavemente al verme tímida— Estoy muy feliz que estés con el bobo de Valentín, le haces bien.

—Gracias. —sonrío ligeramente.

—No, posta. Habla con Wawa o con quien queras, te van a decir igual. Desde que te conoce es otro pibe.

—Me alegra saber que le causo el mismo bienestar que él me proporciona a mí. —doy un sorbo de mi café con leche.

—Uh, se me pone romántica. —se ríe, abriendo la lata de bebida energética que se ha pedido.

—¿Cómo puedes tomar eso tan pronto? —pregunto— De verdad, con el ritmo de vida que llevas, no sé cómo no has sufrido un infarto todavía.

—¿Ya me querés matar? —se ríe.

—La pregunta es, ¿te quieres matar tú? Con toda la mierda que te metes en el cuerpo. —digo de manera suave, pues me preocupa de verdad, pero no quiero parecer una estúpida— No me malinterpretes, puedes hacer lo que quieras pero con lo pequeñito que eres y todo lo que fumas y bebes, me preocupa un poco. —hago una pequeña mueca mientras hago trocitos pequeños de mi croissant, sin mirarlo a los ojos.

—Querías decirme enano y no sabías cómo, ¿eh? —bromea ligeramente, haciendo que lo mire— No te preocupes por mí, en serio. —se encoge de hombros— Me conozco y conozco mi cuerpo, nunca hago más de lo que sé que puedo soportar.


Me quedo en silencio mirándolo, sin poder decir nada. Él suspira y estira un brazo sobre la mesa para tocar mi mano.


—En serio Andro, quédate tranquila. —acaricia mi mano— Todo está bien. —me dedica una pequeña sonrisa.

—Sos un salame. —la voz agitada de Valentín interrumpe por detrás, haciendo que los dos nos giremos— ¿Cómo va a estar mi novia acá y vos no me avisas?

—Te dije que bajaras, boludo. —se ríe, soltando mi mano y volviendo a acomodarse en su silla— O me iba a comer tu bombón yo solo.

—Creí que hablabas de comida, inútil. —gruñe cuando se acerca a la mesa— Sos un desubicado Daniel, la próxima vez te van a caer piñas por todos lados. —le da una patada a una de las patas de la silla donde está sentado Dani, haciendo que esta se mueva y él se ría— Amor, ¿qué haces acá?


Me levanto para saludarlo y tan pronto como estoy de pie, me acoge entre sus brazos. Sonrío ampliamente, escondiéndome en su pecho y rodeando su cintura con los brazos. Noto su respiración agitada, probablemente por venir corriendo.


—Sorpresa. —digo en voz baja y como su barbilla está apoyada encima de mi cabeza, puedo notar que sonríe.

—No te esperaba acá hasta el sábado, ¿por qué no me dijiste que ibas a venir?

—Quería darte una sorpresa. —me justifico.

—Me sorprendiste, eso podes darlo por seguro. —me mira sonriendo mientras acaricia mis mejillas con los pulgares— Estoy muy feliz de que estés acá, amor. Aunque le hayas dicho a este gil y no a mí.

—¿Sí sabes que te estoy escuchando, verdad? —Dani se medio ríe, pero Valentín lo ignora y une sus labios a los míos con un beso profundo— ¿Quieren que me vaya para que puedan chapar tranquilos? —se ríe otra vez.


Valen levanta su dedo corazón hacia él y yo pongo las manos sobre su pecho, alejándolo un poco. Lo miro tímida y él suspira, pero me sonríe un poco.


—Está bien. —asiente despacio— Después en la casa te voy a comer. —murmura sobre mis labios, haciendo que me ponga roja.


Me siento de nuevo y Valen coge una silla para sentarse con nosotros.


—¿Quieres que te pida algo de desayunar? —pregunto y él niega.

—Tengo cero hambre, amor. Recién me desperté. Llegaste muy temprano.

—Quería pasar aquí todo el tiempo posible. —sonrío.

—Debes sentirte re cansada. —dice de pronto, como si acabara de acordarse que me he pasado las últimas doce horas en un avión— ¿Querés subir a dormir?

—Claro, dormir. —se ríe Dani, ganándose una mirada asesina de parte de mi novio.

—Cállate vos.

—He dormido en el avión. —intervengo para que no vuelvan a discutir.

—Igual debes sentirte agotada, son muchas horas de vuelo.

—Un poco, pero no quiero dormir ahora porque sino el jet lag me noqueará sobre el ring esta noche. —me río— Además, tengo bastante hambre. —reconozco mientras como otro pedacito de croissant.

—Comes como un pajarito. —dice Dani.

—Y sí. —concuerda Valen, sonriendo y besando mi cabeza— Sos un lindo pajarito. —da un toquecito a mi nariz.

Andrómeda ~ WosWhere stories live. Discover now