Treinta y uno.

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8 de diciembre de 2018, Buenos Aires, Argentina


—Androooo. —Wawa se acerca corriendo en cuanto entro en casa de Valentín, que está abarrotada de gente.


Había salido con la excusa de tener que hacer una compras, pero en realidad había ido a buscar un regalo para Valentín. Al día siguiente era la internacional y quería que supiera que tenía todo mi apoyo.

Me había costado mucho convencerle de que se quedara en casa y no me acompañara, pues no quería separarse de mí ni un momento. Con la ayuda de Dani, le había hecho entender que tenía que quedarse en casa atendiendo a los invitados. De todas maneras, le había pedido a Dani si podía acompañarme para que no fuera sola por la calle de noche.

Miro a Dani mientras Wawa me abraza y él asiente hacia mí, con el regalo de Valentín guardado en una pequeña bolsa escondida detrás de su espalda. Veo cómo se dirige hacia Manuel, el hermano de Valentín, y le dice algo en la oreja. Él asiente y lo acompaña a su habitación para guardarlo.

Wawa reclama mi atención con dos vasos en la mano.


—Uno es para vos, bebita. —me besa en la mejilla. Me río y cojo el vaso que me ofrece— ¿Qué sentís al saber que hoy dormís con el futuro campeón mundial? —finge tener un micrófono en la mano y lo gira hacia mí para que responda su pregunta.

—¿Cuántos vasos de estos llevas tú, Wawi? —me río.

—Responda a la pregunta señorita, por favor. —pone el micro imaginario sobre su boca— ¿Van a coger esta noche para darle suerte? ¿Y mañana en la mañana? ¿Y en la tarde antes de la competencia?

—Wawa, por favor. —se ríe Valentín, quitándole el vaso y dándole un trago— Relájate un toque. —besa su cabeza— Este me lo quedo yo. —alza el vaso en su mano.

—Estoy preguntando lo que todos quieren saber. —resopla— Tenés que tomar para responder mis preguntas. —me dice— Toma, amiga. —inclina mi vaso hacia mí y le doy un trago, riéndome.

—Para, wacha. Ni cenó todavía. —se ríe Dani— Déjala comer algo primero.


Ella se queda en silencio un momento y me mira, como si se lo estuviera pensando.


—Bueno, dale. —asiente— Tenés una hora para comer y tomar. Después vuelvo a retomar mi entrevista. Ahora voy a buscar un vaso nuevo, pues tu noviecito me dejó sin.

—Dale. —me río.

—Bien, amiga. —se ríe también y besa mi mejilla de nuevo mientras me abraza— Te quiero Andro.

—Yo también te quiero, Wawi. —sonrío con ternura y se separa de mí.

—¡Te añoramos! —grita mientras se aleja, haciéndome reír más todavía.


Valentín niega con la cabeza, riéndose también.


—Lo lamento, tomó de más.

—No importa. —sonrío. Dejo el vaso sobre la mesa de la cocina y él me imita— Te he echado de menos. —rodeo su cuello con los brazos y acaricio su nariz con la mía.

—También yo, amor. —me besa en los labios— Preparé milanesa de más para vos, está en el hornillo.

—Qué atento. —sonrío con ternura, acariciando el pelo de su nuca— Gracias. —me pongo de puntillas y beso la punta de su nariz— ¿Cómo está el futuro campeón mundial? —digo suavemente.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora