Día de la purga

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En dónde ella vivía existía una ley que permitía toda clase de delitos durante 12 horas, un día por año.

Cada año sus padres se encerraban en la casa y obligaban a ella a quedarse también. Aunque ella les insistía que quería salir, aunque sea una vez, a observar qué es lo que hacía la gente. Está claro que no pensaba ni imaginaba todas las cosas horribles que hacían las personas en las calles. En realidad, ¿Cómo una chica de 16 años iba a imaginarse los horrorosos sucesos que personas extremadamente locas hacían?

Estaba claro que su imaginación no iba más allá de los robos, fiestas con mucho alcohol y drogas, carreras y peleas ilegales, aunque claro, durante esas 12 horas no eran ilegal.

Ese día en particular, era el día de las 12 horas, o cómo lo llamaban en su país, el día de la purga. Cuando terminó de sonar la alarma que daba comienzo a la ley "No hay ley" decidió que iba a hacer su primer delito, escapar de la casa de sus padres. Ya lo tenía planeado hace bastante tiempo, sólo faltaba llevarlo a cabo. Mientras sus padres se aseguraban de preparar la comida (porque si, ellos trataban de hacer como si fuera sólo un día más) ella abrió todas las puertas con los códigos que ya se sabía de memoria, sus padres rápidamente dejaron de hacer lo que sea que estaban haciendo y fueron a tratar de cerrar todo antes de que algo malo pasara. Claro que ella no tenía pensado que algo saliera mal, pero así ocurrió, dando paso a su primer sorpresa de las próximas largas 12 horas.

Ella trataba de escapar de la casa cuándo de repente escucho a sus padres gritar, pensó que era porque no la encontraban entonces no prestó mucha atención, cuándo vuelve a escuchar un grito, esta vez un grito desgarrador, de su madre para en seco y baja las escaleras, hecha un manojo de nervios fue ver qué estaba pasando. Lo que se encontró en la sala de estar no era para nada lo que ella estaba esperando encontrarse. En el suelo estaba su madre siendo asesinada a sangre fría por un hombre cuyo rostro estaba oculto por una rara y siniestra máscara de payaso, mientras que a su padre lo estaba matando una mujer que traía un vestido de novia con el rostro oculto bajo una máscara de chancho. Se llevó las manos a la boca mientras lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas. Se sentía la peor hija del mundo, graciasa su rebeldía sus padres habían sido asesinados. La mujer que mataba a su padre tenía un cuchillo más grande de lo normal y cortaba en pedazos el cuerpo del hombre que ella siempre había admirado tanto.

Como vio que ninguno de los dos psicópatas se había dado cuenta de su presencia corrió escaleras arriba tratando de hacer el menor ruido posible, al parecer o lo logró o las dos personas de abajo estaban muy concentradas como para poner atención en algo más.

Cuando llegó a su habitación forzó la ventana y saltó sin antes pensarlo dos veces. La ventana no estaba tan alta por ende no sufrió mucho de la caída, lo que sí sufrió fue que su brazo derecho haya caído justo arriba de una piedra lo bastante grande para hacerle una lastimadura profunda. Sobándose el brazo con su mano izquierda trató de correr lo más rápido posible hasta donde sea que esté a salvo, al menos para lamentarse la muerte de sus padres un rato. Por cada auto que pasaba ella se escondía, tras un arbusto, tras alguna pared, lo que fuese que esté al alcance. Tenía tanto miedo después de haber vivido algo así, es decir, para todos es una experiencia traumatizante, pero eso, sumado a la culpa era un dolor que no se lo deseaba a ningún ser humano del planeta.

Ahora tenía que sobrevivir a las restantes once horas sola, completamente perdida, sin comida, sin vehículo o sin alguien que la abrazara y le dijera que todo iba a salir bien. Había encontrado el lugar perfecto para descansar, estaba en una cueva cerca del lago, era bastante espaciosa, aunque algo fría y oscura. Se acostó y trató de imaginarse a sus padres al lado contándole un cuento como cuando ella era niña.

Se había quedado dormida. En una cueva, durante la purga.

Un hombre pensaba que era mucho más interesante asesinar animales así que, durante toda la noche, había estado dando vueltas por el bosque buscando nuevas víctimas, cuando da con una cueva y dentro una jovencita que le podría servir para luego o incluso usarla para ganar un poco de dinero así que la dejó en su camioneta.

Se despertó por unos sonidos extraños. Sonaba como si alguien le estuviera pegando a otra persona. Y cuando por fin se acordó de las últimas horas se levantó tan rápido que ese movimiento le hizo doler la espalda y hacerla sentir mareada. Se fijó la hora en su celular y suspiró aliviada cuando se dio cuenta que faltaban menos de seis horas para terminar con su pesadilla. Aunque su alivio duró poco.

Su expresión cambió radicalmente cuando vio que se encontraba dentro de la parte trasera de una mugrosa camioneta. Parecía que la camioneta no estaba en marcha así que trato de abrir la puerta sin querer hacer ruido. Lo había logrado fácilmente gracias a un subidon de adrenalina. Se bajó con todo el cuidado del mundo y se dispuso a mirar a su alrededor. Notó que había alguien pegándole a algo que parecía ser un animal con mucha violencia. Pensó que ese era su "secuestrador" y sin pensar mejor en las consecuencias corrió por cuarta o quinta vez en cinco horas.

Se encontraba en un bosque así que se trepó en la copa del árbol más alto que halló. Se sentó y vio su brazo derecho sangrar, se cortó un pedazo de su remera y trató de amarrarlo tal y como había visto en películas de acción. Se sentía atrapada en una de esas películas, claro que en vez de ser la heroína se sentía como la villana, después de todo era la causante de la muerte de sus padres y actualmente se encontraba escondida, y rezando por que terminen esas malditas cinco horas.

No hizo nada más interesante que ver como el cielo cambiaba con el pasar de las horas, completamente asustada y desconcertada con toda la situación, se dio que era una ingenua por pensar que la gente solo hacía fiestas. Su celular se había quedado sin batería y no sabía cuando tiempo faltaba, estaba segura que menos de una hora, pero nada es seguro. Decidió ir a buscar algún indicio sobre la hora, por lo que bajó del árbol y corrió hasta el centro de la ciudad, sí, a veces su ansiedad era mucho más fuerte que cualquier otro sentimiento.

Está vez sí se cruzó a varios locos y tuvo que correr tan rápido como le dieron las piernas en varias ocasiones. Ninguno había tenido el interés suficiente como para ir tras ella y matarla. Lo cual agradecía muchísimo. Aunque no se esperaba otra sorpresa.

Un hombre con un cuchillo en la mano y arma en el cinturón empezó a correrla, y éste sí tenía pintas de querer matar sin importar qué.

Ella corría tan rápido como pudo, tratando de controlar sus emociones, y, por una vez, ser fuerte, pero al parecer ese hombre corría el doble de rápido que ella. La alcanzó y la tiró al piso, empezó a arrastrarla de los pies mientras ella se retorcía tratando de escapar y de pedir auxilio. Al hombre se le cayó el arma y parecía no haberse dado cuenta, por lo que ella la tomó y se la guardo por si acaso, sin saber muy bien qué hacer.

Aquel hombre se había detenido en un galpón que parecía estar abandonado, él estaba entusiasmado por tener oportunidad de liberar tanta ira. Cuando ella inspeccionó el lugar se dio cuenta que había mucha sangre, temió por su vida y trató de respirar normal,  no perder la calma e idear un plan de escape.

Por suerte ella vio por donde entraron y memorizó el lugar.

Cuando aquel hombre se acercó con el cuchillo y estuvo lo suficientemente cerca sacó el arma y le disparó dos veces torpemente a la vez que cerraba sus ojos con fuerza.

Por la cercanía, los disparos le dieron en el pecho, haciendo caer muerto a aquel hombre que había intentado matarla.

Empezó a sonar la alarma que daba por finalizado la noche de la purga y ella suspiró.

Se sentía pésimo por las cosas que habían pasado esa noche, sin embargo se dio cuenta de algo; había sobrevivido a su primera purga.

Escritos de un psicópataUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum