Capítulo 2: La llegada

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"Estrella me guía por el banco como si fuese su propia casa, y yo, ya sudando completamente, la sigo, precavido por si debo utilizar mi arma. Dispararía solo para inmovilizar a una persona: mis compañeros y yo habíamos jurado que no robaríamos una vida inocente por querer hacer justicia.

Por fin, y sin ninguna interrupción, llegamos a la caja fuerte. Estrella, sin mediar palabra, abre su maletín rápidamente y saca destornilladores, y muchos aparatos extraños para poder abrirla. Yo mientras, miro el cronómetro: ocho minutos ya de atraco; la policía llegaría a los treinta minutos aproximadamente.

-Te dejo aquí. Voy a comprobar cómo se manejan los otros –le informo a mi amante.

Ella asiente con la cabeza, sin perder la concentración de su complicada tarea.

Me dirijo hacia la sala principal, donde compruebo que no se esconde ningún rehén por algún rincón. Miro el plano del banco, y cuando voy a dirigirme al almacén, compruebo que Méndez acude a mí en cuanto percibe mi presencia.

-Oppa... -tartamudea mientras coge aire –La policía llega ya.

-¿¡Cómo!? –repliqué incrédulo.

-No sé cómo... Pero están apareciendo por la esquina. –dice Méndez preocupado.

Miro el cronómetro de nuevo: quince minutos.

-Tranquilo, todo saldrá bien. –trato de calmarle yo, pero sé que será difícil improvisar un plan alternativo a esas alturas."

Corrí la cortina, y pude ver a Lisa jugando al tenis con su padre en el jardín. Sonreí, y me alegré por ella, ya que yo no tenía la oportunidad de jugar con mis padres. Parecía que Lisa ganara, ya que Jaime tenía una cara bastante contrariada.

Me vestí, y bajé para abajo. Busqué por todas las habitaciones y no, no estaba mi abuela. Miré mi reloj: eran las nueve de la mañana, y mi abuela se solía despertar sobre las diez y media, así que me preocupé un poco. Volví a cotillear por la ventana, y Lisa y Jaime habían dejado de jugar. De repente, alguien puso su mano sobre mi hombro. Me dio un susto de muerte, y me giré al instante:

-¡Lisa! ¿Pero qué haces aquí?

-Shhh... -me ordenó. –Estoy jugando al escondite con mi padre.

-Pero... ¿cómo has entrado? –pregunté extrañado.

-La puerta trasera estaba abierta. –explicó concentrada en el exterior. 

-¿Has visto salir a mi abuela esta mañana?

-No... Y eso que desde las ocho de la mañana estoy en el jardín con mi padre –dijo ella, mirando por la ventana de un lado a otro.

Me fijé en que el coche de mi abuela no estaba, así que, finalmente habría salido.

Decidí aprovechar ese momento para acercarme más a Lisa:

-Y por cierto, ¿dónde está tu madre?

-Salió muy temprano. Decía que iba a darse una vuelta por el centro de ValleRoca. –respondió, acomodándose en el sofá. –Y, por cierto, no veo por aquí a tu abuela.

-Sí... No tengo ni idea de donde está.

Resoplé. Sonó como la puerta trasera se cerraba. Lisa, me hizo un gesto para que no dijera nada, y se escondió detrás del sofá.

Era mi abuela, y Lisa rápidamente salió de su escondite secreto. Traía un olor que echaba para atrás, y un pelo rubio totalmente despeinado, como si un gato hubiera dormido sobre este durante una noche. Traía el plano gigante, el que yo había visto un par de noches antes, en la mano, y arrugado. Pareció como si no percibiera la presencia de Lisa.

El misterio de EstrellaWhere stories live. Discover now