Iba por la quinta puerta que abría, encendí la luz y de inmediato supe que no era el baño. Era una habitación con paredes blancas y llena de cuadros; de música, de guitarras, de accesorios musicales. Todo demasiado ordenado. Había un piano, una batería, guitarra eléctrica y hasta acústica. Me quedé anonadada mirando la habitación y casi encantada, pues quería meterme a tocar todo lo que había, pero rápidamente pensé en la imprudencia que sería hacerlo.

Caminé sólo un par de pasos hasta estar adentro y me quedé fijamente mirando una repisa llena de libros de música, discos y demás.

—Este no es el baño —escuché su voz detrás de mí.

Tuve que cubrir mi boca para no gritar del susto. Volteé a mirarlo y sentí como el rubor llegó a mis mejillas.

—Lo lamento —solté —, es que hay muchísimos pasillos y no sé dónde está el bendito baño.

Caminé en silencio hasta su dirección y cuando iba a salir de ahí, él habló.

—Es mi sala de música, cuando estaba terminando la escuela y también comenzando la universidad pasaba muchísimo tiempo aquí —me contó.

—Es... sorprendente —dije, él sonrió mirándome.

—Tu novio no parecía demasiado feliz cuando mi padre te ofreció un puesto de trabajo —me observó.

—No es que no haya estado feliz —intenté defenderlo —. Es sólo que no conoce muy bien la empresa... Se preocupa, claro, se preocupa por mí.

Jared alzó sus cejas incrédulo.

—Mi padre es un buen hombre.

—Lo sé.

—Te ves bien hoy —soltó. Algo se revolvió dentro de mi estómago.

—Gracias por notarlo, no todos los días luzco bien —sonreí con ironía.

—Lo sé, te he visto en otras ocasiones —rio.

—Bueno... voy al baño —expresé.

Él asintió silencioso y me guio hasta que me dejó afuera del baño, sólo me regaló una sonrisa tranquila y se marchó del pasillo.

Cuando estuve de vuelta en la terraza, Cedric me llamó. Sólo Jane y él estaban ahí. Gareth estaba conversando con Stefan y los demás. Por supuesto me dirigí hasta los padres Brackley y me detuve en frente de ellos.

—¿Realmente te parece una buena idea trabajar con nosotros? —me preguntó Cedric Brackley mirándome a los ojos.

—Si, por supuesto. Me sirve para practicar y aprender.

—Podríamos agendar una reunión, así hablamos con más calma acerca del tema, en donde podríamos ubicarte en nuestra empresa, remuneración, entre otras cosas —me dijo.

—Me parece perfecto —le sonreí.

—¿Qué días tienes libres, querida? —me preguntó Jane con una sonrisa amable.

—miércoles y jueves por la mañana.

—Entonces anota en tu agenda que el miércoles a las 9:00AM debes estar en la empresa para que conversemos.

—Ahí estaré —asentí sonriente.

Estaba tan feliz que quería brincar de la emoción, pero por supuesto debía mantener la compostura; me acerqué a Stefan y a su padre luego de conversar con los Brackley y Stefan me observó por unos segundos.

—¿De qué hablaban? —preguntó.

—Quieren que vaya el miércoles por la mañana a un tipo de "entrevista de trabajo" —le conté con felicidad en el rostro, él lo sabía, pues me conocía absolutamente.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora