Oscuro

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—Ya te he dicho que no me gustan los lugares oscuros —se quejó por enésima vez la joven que precia demasiada asustada.

—No está oscuro, solo hay más sombras de las que estas acostumbrada a ver —bromeó, ante la diversión que le causaba ver a su novia aferrada a su brazo como si temiera que en cualquier momento apareciera un fantasma del silencioso pasillo.

—Mou... no te burles Kirito-kun —se quejó, más su paranoia no desparecía.

—Aún podemos regresar —ofreció, después de todo entrar a esa casa de sustos fue su idea y terminó obligándolo a acompañarle.

Asuna negó, ese día debían de disfrutarlo juntos y además que deseaba superar el trauma de temerle a los fantasmas, que tanto evitaba.

El recorrido al principio fue normal, nada terrorífico más unas arañas falsas colgando de las paredes y algunos muñecos con aspecto extraño para incentivar el miedo.

—¿Kirito-kun? —se quedó quieta en medio de la oscuridad al percatarse que el joven ya no se encontraba junto a ella.

Luego de esa pregunta ahogada, el silencio fue cambiado por sonidos extraños que venían de todas partes. Se abrazó a si misma al sentirse débil, ni siquiera tenía las fuerzas para salir corriendo.

—Ki... kirito... kun —volvió a llamarlo pero no existió respuesta. Algo que le asusto más —Kirito-kun... ¿Dónde estás?

Iniciaba a temblar y sentir un frio congelante recorrer su cuerpo ante la preocupación de no saber como la oscuridad consumió a su novio. Quería llorar ¿Y si le sucedió algo? —una lágrima escapó de su orbe al sentirse inútil.

El agarre en su cintura le hizo pegar un fuerte grito, que sin dudas se escuchó fuera de ese lugar.

Como acto de reflejo, empujó sus codos hacia atrás, golpeando a su captor quien dejó escapar un quejido de dolor ante el inesperado ataque de su presa.

—¡Kirito-kun! —volteó apenada al ver a su novio tomarse el estomago —Lo siento tanto, no pensé que eras tú.

—Creí que hacerte una broma era buena idea —intento recomponer su postura, pero el dolor parecía tan grande que le hacía sentirse mal.

—¡Es tu culpa por traerme aquí! —se agachó para ayudarlo.

Y antes que siquiera pudiera agacharse por completo, el joven aprovechó para abrazarla y estampar sus labios con los suyos en una abrupta caricia que la dejó sin posibilidades a negarse al hambre con que le devoraba la boca.

—¿Vez que no ha sido tan malo? —le mordió el labio, haciendo que esta no digiera más —Te traeré más seguido —volvió a tomar los labios de su asustadiza novia quien quería pegar un grito en negación pero fue callada por los aún sedientos labios del azabache que pensaba disfrutar la soledad y oscuridad de ese lugar.

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Y aqui continuamos, perdonen los horrores ortograficos que encuentre xD

Pequeños MomentosWhere stories live. Discover now