zehn

5.4K 572 42
                                    

Joaquin

No mentía al decir que me sentía muy cómodo estando en compañía de Marcos. Se qué un completo desconocido para mi. Pero al estar junto a él siento que puedo encontrar un lugar, mi lugar  dentro  de esta prision

—¿Tienes hambre?-Me preguntó una vez que el silencio en el que nos encontrábamos se  volvió incómodo.

‐Un poco —y como si estuviera pensado, en ese momento mi estómago sonó, reclamando comida. El rizado rió gracias a ello y agregó.

—Hoy te traje la cena, ya debe estar fría, pero aun es comestible.

—Te los agradezco —le regalé una sonrisa observando cómo se paraba de su cama para dirigirse a la mesa, trayendo consigo una bandeja de comida.

—Aquí tienes —observé el plato que contenía  más de una porción de espaguettis, pan y un vaso de jugo de naranja.

—oh por Dios. ¿Dónde consigues esto? Ya empezaba a acostumbrarme al puré asqueroso que sirven.

—Ya te dije Joaco, el único que tiene privilegios aquí soy yo. Esta vez quise compartirlo contigo en modo de disculpa

—Gracias.- sonreí en su dirección y me dispuse a comer. Al pasar los minutos, Marcos se encontraba en la misma posición, parado a un lado de mi cama, observando me comer.

—Oye ya sé que soy guapo, pero si me sigues mirando de esa manera me desgastarás.- observé cĺmo Marcos comenzó que moverse nervioso dirigiendose a su cama

—N..no, yo... no estaba mirandote.

-Claro, si tú lo dices —respondi divertido sin mirarlo y seguí comiendo.

—oye —tras unos minutos de silencio, Marcos habló.

—Dime.

—¿Qué haces aquí?

—¿Comiendo? Es mi cuarto también —respondí sin entender

—No, baboso. ¿Qué haces en prisión? ¿Por qué estás aquí?

—Ah —respondí riendome—, condenado por homicidio  y apropiación de tierras

—¿Quién es el verdadero culpable y por qué estás tú aquí?

—¿Qué quieres decir con eso?

—Sólo mírate, tú no le haces daño a nadie.

—No sé si debo sentirme ofendido o no.

—No, sólo era una broma. Pero no creo que tú hayas matado a alguien.

—No lo hice —respondí jugando  con mis manos, sin mirarlo.

—¿Quieres contarme lo que sucedió?

Al escuchar la pregunta de Marcos, los recuerdos de aquella tarde llegaron a mi mente.

*

—Venga, Joaco. Quiero que veas el lugar. No fue en vano  todo lo que sucedió —. Mi novio se pone de pie, alejándose  de aquel sofá en el que se encontraba y se acercó a mi.

mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora