Capítulo VI

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~Mes 2~

Sonrió relajado al ver por la ventana la lluvia, y cerró sus ojos para disfrutar de aquellos sonidos que para él eran como la octava maravilla del mundo. Se dejó caer al sillón con el libro que el joven albino le había regalado, el cual abrió en la página marcada. Debía admitir que de verdad era interesante, había muchas cosas que marcaba con post it o las anotaba en alguna libreta que para él eran importantes para tener en cuenta. Soltó una pequeña risa por sus adentros, cuando recordó las veces que descubrió a Chuuya darle una que otra ojeada a las páginas.

Ya estaba entrando a su segundo mes de embarazo, por lo que volvió a releer aquellos capítulos del libro e ir tomando más notas que pasó de largo. Sintió el teléfono vibrar sobre la mesa ratona de vidrio, por lo que sin ganas lo tomó para ver así la notificación recibida; era la alarma anunciando que le faltaba media hora para el turno a la ecografía que el pelirrojo le había obligado a solicitar.

-Demonios.- Dijo entre quejas. Dejando el libro a un lado, se estiró al levantarse y comenzó a subir las escaleras arrastrando las pantuflas.

Al llegar al pasillo del segundo piso, encontró a Chuuya salir de su habitación y se sonrojó levemente al ver que no estaba vestido como de costumbre. Tenía puesto una remera mangas cortas roja un tanto suelta, jeans azules simulando desgaste y Converse negras. A simple vista parecía un civil común sin habilidades, y no un ejecutivo de una organización tan siniestra como la Port Mafia.

-¿Qué tanto me ves?- Le preguntó él notando la mirada del castaño que persistía sobre su persona.

-Es la primera vez que te veo fuera de tu papel de perchero.- Bromeó Dazai. -¿Por qué jamás te vistes así de simple?

-Porque por primera vez me gusta estar más cómodo.- Le respondió acomodándose un poco el pantalón, y de un momento a otro sintió una palmada en una de sus nalgas, por lo que miró con molestia al único responsable de tal acto, quién corría riendo a carcajadas al cuarto de baño. -¡Maldito bastardo!

-¡Tenía que comprobar si era real!- Se rió.

-¡Date prisa, infeliz!- Exclamó molesto, bajando las escaleras con el ceño fruncido.

***

En uno de los frescos pasillos del hospital, ambos se encontraban sentados esperando en silencio a ser llamados. Dazai bostezó con cansancio y su cuerpo cayó adormilado sobre el de Chuuya, con la cabeza en su hombro, tomándolo de imprevisto.

El pelirrojo dió un pequeño respingo y se giró para verlo. Se enterneció un poco al ver su cara, con facciones relajadas como un niño; sus mejillas estaban pintadas en un leve rosa; y sus labios entreabiertos soltaban uno que otro suspiro. Nunca había notado sus largas pestañas hasta ahora, lo hacían más delicado, como un muñeco de porcelana que al pequeño toque puede llegar a romperse por completo. Acercó una mano para así acariciar uno de sus mofletes, pero se detuvo antes de llegar a rozarlo y la apartó rápidamente, así como la mirada hacia otro lado.

-¿Qué demonios fue eso?- Se preguntó en voz baja.

Del consultorio de enfrente, un hombre un poco más grande que ellos salió con una sonrisa. Su cabello era negro y liso, peinado para un costado; su piel era blanca, haciendo resaltar sus ojos verdes esmeraldas; y llevaba puesto la típica bata de médico, con algunos bolígrafos enganchados en uno de los bolsillos.

-¿Dazai Osamu?

El castaño se despabiló de forma inmediata al oír su nombre, se apartó del pelirrojo con su sonrojo aumentando un poco y se levantó aclarando su garganta, mientras se acomodaba un poco la ropa. Luego, comenzó a caminar junto a Chuuya hacia donde estaba el chico de bata, poniéndose más nervioso con cada paso que daba.

Consequence | Soukoku m-pregWhere stories live. Discover now