Carta XLVI.

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Querido Justin:

Hace dos días estaba acostada en mi cama.

Miraba tus fotos, admirando tu belleza y tu preciosa sonrisa.

De un momento a otro, empecé a llorar.

Las lágrimas no cesaban, mi pecho se oprimía y esas sensaciones en el estómago no desaparecían.

No sé por qué lloraba... O quizás sí lo sabía.

Lloré, lloré y lloré hasta que no tenía más fuerzas para seguir llorando.

Si sólo supieses, lo que duele... No tenerte.

UnbrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora