—Anda a la escuela mami, o te voy a raptar. —amenaza.

—Ya me voy. —me río ligeramente. Beso sus labios de manera corta una vez más y salgo de la habitación.


Paso a recoger a Lidia en coche a su casa para ir juntas a la universidad, como de costumbre. El viaje de ida es un poco extraño, pues no hablamos mucho. Antes de entrar a clase, sin embargo, me mira y me abraza, pidiéndome perdón.


—Tienes razón. —suspira. Un momento después, se separa de mí y me mira— No puedo pretender que Dani esté ahí para mis bajones y luego apartarlo como si nada.

—Exacto. —concuerdo, asintiendo— Siento si fui muy brusca contigo por teléfono. —me disculpo.

—No pasa nada, intentabas ser una buena amiga con los dos y yo no estaba poniéndotelo fácil, lo entiendo. —asiente y empezamos a caminar hacia clase— ¿Cómo está él? —pregunta, mordiéndose el labio.

—Hecho un lío. —suspiro— También se interesó por ti, por cómo estabas.

—¿Qué le dijiste?

—La verdad. —me encojo de hombros— Que no lo sé porque no hablas conmigo. Ya nunca me cuentas nada, no sé cómo estás, no sé en qué piensas o qué se te pasa por la cabeza.


Caminamos en silencio un rato.


—Lo nuestro es imposible. —dice de repente.

—¿Por qué?

—Oh, vamos. —pone los ojos en blanco— Ya sabes porqué.

—No. —frunzo el ceño— En realidad no lo sé.


Suspira profundamente, de manera casi dramática, y yo levanto una ceja.


—Tú mejor que nadie deberías entenderme. —dice despreocupada.

—¿Por qué? —empiezo a ponerme un poco nerviosa— ¿Por qué debería entenderte mejor que nadie, Lidia? —hago una pausa—¿Por qué no dices lo que estás pensando de una vez?

—Venga, no te pongas así... —me da un ligero toque en el hombro, jugando. Pero no tengo ganas de jugar. Suspira una vez más y se encoge de hombros— Andro, lo de Wos y tú es muy romántico y todo lo que tú quieras, pero jamás podría funcionar. —dice suavemente, pero no hay suavidad que valga en ese momento.


Mi corazón se encoge con dolor y me detengo en medio del pasillo. Lidia da unos pasos más hacia adelante hasta darse cuenta de que me he detenido. Se queda quieta y me mira.


—Se llama Valentín, para empezar. —es lo único que puedo decir al principio. Ella suspira y se acerca a mí. Cuando intenta tocar mi brazo, la esquivo— ¿Has dejado de pensar en Dani como Dani el del quinto para verlo como lo que es, una persona normal y corriente? —mi respiración se agita— Quizá ese sea tu primer problema. Además, que tu relación con Dani no vaya a llegar a ningún lado porque tú no tienes ovarios suficientes para intentarlo no significa que a nosotros nos vaya a pasar lo mismo. —gruño— Porque yo sí voy a luchar por el chico del que estoy enamorada, no como tú. —quizá he sido un poco dura, pero ella lo ha sido también y ha roto mi corazón.

—Tienes razón, Andro. Lo siento, yo... No quería decir eso.

—Es la segunda vez que dices algo así, de modo que perdona si dudo que no quisieras decirlo.

—Lo siento mucho, en serio. —pone una mano sobre mi brazo.

—Hoy vuelves caminando a casa. —digo, alejándome y dejándola sola.


La verdad es que no doy crédito a lo que Lidia ha dicho. Por muy dolida que esté, no tiene ningún derecho.

Mi día se hace eternamente largo. Lo único en lo que puedo pensar es en salir y volver a estar entre los brazos de Valentín.

Cuando el reloj marca las dos, me levanto la primera y salgo de clase. Camino deprisa hacia el aparcamiento, pues no quiero encontrarme con Lidia bajo ningún concepto.

Busco las llaves del coche en mi bolso y para cuando vuelvo a levantar la mirada, con las llaves en la mano, Valentín está justo delante de mí.

Sin poderlo evitar, sonrío. Nada más verlo, todo quedar atrás: el estrés de las clases, la pelea con Lidia, el dolor que sus palabras provocaron en mí...


—¿Qué haces aquí?

—Vine a buscarte, amor.

—Pensaba que ibas a quedarte durmiendo todo el rato. —me río suavemente.

—Al final no.


Suspiro felizmente y lo abrazo, rodeando su cintura con los brazos y escondiéndome en su pecho. Noto cómo sonríe mientras sus brazos me rodean y me acogen. Inspiro su aroma dulce, fresco y suave, sintiéndome como en casa.


—¿Cómo estuvo tu día? —deja un beso sobre mi cabeza.

—Horrible. —respondo, cerrando los ojos y cayendo en la magia de su abrazo.

—¿Qué pasó? —toma mi rostro entre sus manos y hace que lo mire a sus preciosos ojos azules.

—He discutido con Lidia. —me encojo de hombros— No quiero hablar. —vuelvo a abrazarlo— Te he echado de menos. —lo miro y me pongo de puntitas sobre mis pies para besarlo.


A mitad del beso, sonríe. Pone una mano sobre mi mejilla y la acaricia mientras su lengua entra en mi boca.

Por la noche, mis padres han preparado una cantidad exagerada de comida para cenar los cuatro juntos.


—Os habéis pasado. —pongo los ojos en blanco mientras me siento.

—No sabíamos qué le gustaría a Valentín, así que hemos hecho un poco de todo. —se justifica su madre.

—Querrás decir un mucho de todo. —rectifico y Valen se ríe.

—Está bien, estoy hambriento. —la defiende él.

—¿Has visto? —objeta su madre otra vez.

—Mamá, lo dice por quedar bien. —me río mientras sirvo agua en los cuatro vasos.


Mientras tanto mi padre sirve un poco de vino en la copa de mi madre y en la suya propia, después mira a Valentín, que asiente.


—Sí, por favor. —le acerca su copa y mi padre se la llena por la mitad— Gracias.


A continuación, me mira a mí y niego con la cabeza.


—¿Qué tal tu primer día en España, Valentín? —pregunta mi padre.

—Me pasé casi toda la mañana durmiendo. —se ríe un poco— Después pasé a recoger a Andro a la uni, comimos fuera e hicimos un poco de turismo, nada más.

—Supongo que aprovecharemos las tardes para hacer algo de turismo, pero será realmente en el fin de semana que pueda enseñarle bien Barcelona. —digo.

—Muy bien. —dice mi madre— Te va a encantar, Barcelona es muy bonita.

—Seguro que sí. —concuerda él.

—No sé, Buenos Aires es muy bonito. —intervengo.


Valentín me mira y sonríe.


—Por cierto, he hablado con mi abuelo para que nos prepare paella el sábado y así puedas probarla.

—Dale.

Andrómeda ~ WosWhere stories live. Discover now