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Hansol había despertado tarde ese día, así que como ayer, debía irse sólo pues Joshua tenía fiebre.

Le pareció extraño, pues Joshua solía decirle cuando iba a faltar, pero no le dijo. Tampoco le echó mucha mente, capaz se sentía muy mal.

Agarró la mano de Sofía antes de pasar la calle del colegio, su mamá los había llevado gracias al transporte de su trabajo, y como era la señora querida por todos, no le podían negar eso.

Hansol sonreía al ver a Sofía, sus moñitos rosados y su bolso gigante de Bob esponja, era herencia de Hansol, y como Sofía amaba Bob esponja, pues funcionaba.

—¿Hoy nos vamos solos?— Preguntó ella al entrar al colegio. Hansol alzó los hombros.

—No sé, tengo que preguntarle a mi amigo si nos puede dar la cola otra vez.

—Bueno...— ella miró a su alrededor, no había ninguna amiga por ahí— ¿Me puedo quedar contigo mientras espero a que mis amigas lleguen?

—Dale pues.

Hansol agradecía que Sofía fuera una niña tranquila, a veces le sorprendía lo madura que era para tener unos malditos siete años, y las conversaciones con sus amigos no eran normales. Estaba seguro de que ella sabía más cosas que él.

Lo cual era patético.

Se fueron a sentar en los banquitos, ambos usaban uniforme de deporte y relojes en sus muñecas. Los hermanitos Chwe eran conocidos, cualquier estudiante los veía al llegar y era típico que pensaran que eran parecidos. Sofía sacó su taza de Tupperware mientras meneaba sus piernas, le costó abrir el perol, pero lo logró.

—¿Ya vas a comer?

—Tengo hambre, Hansol. Además se me olvidó la galleta.

—¿Dejaste tu galleta?— ella asintió. Hansol rápidamente se pasó el bolso a las piernas, abrió el bolsito pequeño y vió su galleta María. Suspiró antes de sacarla y dársela a Sofía— Toma.

—¿Es la tuya?

—Sí, pero agarrala. Yo me como la tuya cuando lleguemos.

—Gracias.

A Hansol le gustaba ver la cara de su hermana cuando estaba feliz, a veces le jodía la vida, pero normalmente se llevaban bien.

No como Jun, que no sabía que hacer con su hermano llorón.

—¿Y qué quieres que haga yo?

—Llama a mi mamá y dile que me venga a buscar.

Jun lo miró como si fuese un bicho raro, YangYang acababa de caerse y su codo estaba sangrando. Cosa que a Jun no le pareció la gran vaina, él había pasado cosas peores. Pero como este era el niño de mami.

Sólo trataba de verse tranquilo.

—Mi mamá está trabajando, no la podemos llamar. Échate agua.

El niño alzó el codo, Jun por fin destapó el pote de agua mientras se lo llevaba a la zona verde del colegio. Agarró el brazo del carajito y al primer chorrito la lloradera se desparramó más. Jun giró los ojos dejando de echarle agua.

—ARDE.

—AGUANTA.

—PERO ARDE.

—BUENO, ES ESTO O QUE TE ECHEN ALCOHOL EN EL MÉDICO.

—NONONO.

—Entonces quédate quieto. Es solo para quitarte la tierra.— Jun volvió a echarle agua al brazo, ignorando chilladeras.— Ya, ahora vas a dónde él doctor y le pides una curita. Tampoco es mucho.

U.E.I Sevenzuela -Seventeen-Where stories live. Discover now