Capitulo cuatro

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Que será de ti, Capitulo cuatro

Archie se quedó cautivado al observar la belleza de Candy, aunque tenía el cabello mojado con mechones sobre su rostro, la tesis de su piel era impecable. Sus hermosas pecas le hacían resaltar el verde de sus ojos.
_ ¡Gracias Joven mi nombre es Candy!.. Exclamo ella... ¿dónde encontró mi zapato? "todo parece como un cuento de hadas, donde el príncipe encuentra la zapatilla y va en busca de su dueña"
_ Me encontraba esperando por un taxi, cuando de pronto vi a una chica en medio de la calle tratando de recoger su zapato, estuvo a punto de ser arrollada, si no hubiera sido porque las llantas de un coche lanzo el calzado hacia la otra esquina la hubiera arrollado, cuando lo recogí para devolvérselo, ella ya se había ido. Por casualidad o destino la vuelvo a encontrar en esta calle caminando con solo un zapato.
Candy se quedó perpleja observando al chico que sostenía su Zapatilla negra en su mano.

 _ Por favor, ¿me permite ponérsela?... se podría sentar. Pregunto Archie señalándole una banca de metal. Candy estupefacta se sentó sin dejar de observar aquel chico de ojos azules que la observaban con ternura.
Candy levanto el pie, así como se lo había indicado Archie, el saco su pañuelo de seda y seco el pie de Candy, enseguida coloco su zapatilla negra.
"y pensar que dije que me iría con el primer hombre que encontrara. Lástima, este chico fue el segundo" – Pensó Candy mientras reprimía una sonrisa.
_ ¡Listo!- dijo Archie, colocándose unos mechones hacia atrás de su hermosa cabellera rubia.

 _ ¡Estas lista para el salón de baile!... te debo la calabaza y el hada madrina. – dijo el galante chico guiñado un ojo.
Candy se movió un poco para evadir la mirada coqueta que el chico le proporcionaba con esos ojos azules.
_ Gracias, debo irme. Dijo ella con la voz un poco nerviosa.
_ ¡Espera un momento, aun no me has dicho tu nombre! - dijo Archie observando a Candy alejarse sobre la orilla de la carretera sin rumbo.
_ ¡Que hermosa chica!... ¡tiene unos hermosos ojos encantadores!
Archie coloco su bolso sobre su hombro y camino hacia la estación de tren.

Albert había tenido un día bastante ocupado, había operado un paciente con apendicitis. Aunque la ciencia ha avanzado en el siglo veinte, siempre se corre el riesgo de perder a los pacientes en la sala de operaciones.
Estaba tan cansado que al solo abrir la puerta de su apartamento se metió a la ducha y luego a la cama. Cuando de pronto el timbre no dejaba de sonar.
_ ¡Albert!...Albert.... – gritaba una voz femenina.
_ ¡Rayos! ¿Pero quién será a esta hora?....Un momento- respondió con voz agitada.
Al abrir la puerta se quedó sorprendido al observar a Helen, la enfermera que había conocido en África y que se le hacía tan parecida a Candy físicamente.

 _ ¿Qué estás haciendo aquí, y a estas horas de la noche? Pregunto en un tono suave pero un poco molesto.
Candy quien se había sentado en unas de las bancas de metal cerca de la fuente de agua,  cerca de la puerta del apartamento de Albert, se quedó observando la escena entre Helen y Albert.
_ ¿No me invitas a pasar?- preguntó la despampanante rubia que aun usando su uniforme de enfermera se veía galante. Candy se levantó de la fría banca, se acercó escondiéndose detrás de un arbusto a escuchar la conversación entre Albert y la mujer.
_ ¿Pero quién rayos es esa mujer? ¡Haa! ¿Es su novia? ¿Desde cuando sale con ella? ¿Porque no me lo dijo?- Candy se hacía una y mil preguntas a la vez.
La conversación entre Albert y la enfermera era tan baja que Candy parecía enloquecer de celos. No alcanzaba a escuchar absolutamente nada.
En ese momento lo único que se le ocurrió para acercarse, fue usar el antiguo método de la embriagues.
A punto estaba Helen de entrar al apartamento cuando Albert la detuvo amablemente.

 _ Helen espera, no es correcto que una mujer entre a estas horas de la noche al departamento de un hombre soltero.  _ ¿Pero y a quien le importaría? Además, no hay nadie observándonos. Permíteme pasar solo un momento. Hace tres semanas que regrese de África y, siempre que trato de hablar contigo, me evades. ¿Qué sucede?
_No permito a nadie entrar a mi apartamento para evitar malos entendidos. Por favor regresa a tu casa te llamare un taxi. _ No es necesario. – respondió ella con la voz entre cortada. _ Ya veo que sigues igual, sigues siendo el mismo Albert de siempre, esperando a esa persona que jamás llegara, que jamás será tuya.
Fueron sus últimas palabras y se dio la vuelta. Candy la observaba cuidadosamente de pie a cabeza. _ Así que ella es la enfermera de África...tengo que admitir que es hermosa.
¿Por qué no la dejaría entrar? Además ¿a qué horas entro Albert que no lo vi pasar?... ¡ay Dios!...No puede ser... ¿Será que cambio el código de seguridad de la puerta? ¿Y ahora qué voy hacer?...
En ese instante Candy recordó la conversación telefónica que había tenido con Albert, donde le dijo que cambiaría la clave de seguridad de la puerta.
El portero del edificio en ese momento la reconoció.
_ ¿Es usted señorita White?- pregunto el guardia de seguridad del edificio, sacándole un brinco a Candy que la hizo salir detrás del arbusto.
_ ¡Ay!... Señor Kim-Ho ¡me asusto!...
Respondió Candy ante el hombre asiático que le sonreía al ver se descubierta por él. _ El Dr. Albert me pidió que no la dejara entrar si venia el día de hoy hacer la limpieza.  _ ¿Eso le dijo? Candy no podía creer que Albert había cumplido su palabra de que ya no necesitaría sus servicios como limpiadora.  _ ¿Pero qué rayos le pasa? Como se atreve a quitarme el último sustento de vida. _ ¡hum! La verdad no es culpa del Dr. Usted no le ha dicho que es quien le limpia su apartamento. ¿Cuándo se lo piensa decir? Vera, mientras eso no suceda usted no podrá entrar. _ Lo lamento señorita Candy, Pero tengo que seguir órdenes. No quiero tener problemas en mi trabajo. _ No se preocupe señor Kim, no haría algo para hacerle perder su empleo, !es solo que!...
Dijo Candy con el rostro entristecido, sabía muy bien que a pesar del tiempo transcurrido seguía amando a su mejor amigo, y eso lo había confirmado hace unos momentos al ver la enfermera que aún tenía contacto con Albert después de varios años.
_ ¿Pero porque no puedo decirle mis verdaderos sentimientos? ¿Porque no confiar en el después de todo lo que me ha sucedido?
Se preguntaba una y otra vez. Sabía que había tomado la decisión equivocada al casarse con Terry. Pero lo que más temía era el rechazo de Albert.
_ Señorita Candy... ¿está usted bien?... pregunto el hombre. 

 _ Creo que tendré que ir a quedarme en uno de los lugares abiertos las veinticuatro horas. Respondió ella, el hombre sintió compasión por Candy y la dejo quedarse en uno de los apartamentos vacíos que estaban listo para rentar, pues se imaginó que Candy quería entrar al apartamento de Albert a escondidas como ya lo había hecho antes, pero esta noche bajo las circunstancias, no le había sido posible llegar antes que él y subir al segundo piso, donde Albert pocas veces subía ya que solo era un cuarto chico para guardar documentos y cosas que no usaba.
Candy agradecida y con mucha discreción, entro al piso del lado.
_ ¡Gracias señor Kim!... Jamás podre agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Sé que ha arriesgado mucho por ayudarme.  _ Ni lo mencione señorita Candy, pero sigo sin entender porque no le cuenta todo al Dr. Ardlay, sería más fácil tanto para usted como para mí y ya no tendríamos que mentir ni arriesgarnos. Además no puedo dejarla dormir en la calle.
Candy tenía la confianza suficiente para hablar con Albert de todo, excepto declararle su amor. Pues para ella estaba más que claro que el amor que Albert le tenía era de hermanos.
Las palabras de aquel hombre habían resonado en su cabeza, sabía que tarde o temprano Albert descubriría que ya no seguía viviendo con Terry, y lo que era peor, el matrimonio había sido una falsa.
Candy se quito su pequeña mochila y la coloco sobre una mesita cerca de la cocina. Abrió la llave de lava manos y bebió un poco de agua que caía en sus suaves manos.
Las lágrimas nuevamente comenzaron a salir de sus ojos y caer por sus rosadas mejillas, como cascada cristalina recordando los momentos dolorosos que vivió junto a Terry, y no porque el chico así lo había querido, sino por cosa del destino.

                                                                       Flash back
                                                       Dieciocho meses atrás.
En el teatro como era costumbre los ensayos de los actores de Strafford debían ser impecables, tanto como si se tratara de la misma presentación en vivo y a todo color.
Nunca faltaba uno que otro paparazzi que se colara en los ensayos y fotografiara a Terry junto a Susana Marlow.
Para todos había sido un secreto que Terry había contraído matrimonio y, lo que era aún más, peor que la boda había sido una falsa.
Los periódicos y revistas se vendían como pan caliente, estaban en cualquier esquina del centro de la ciudad de New York.
Candy, como era costumbre, salía cada dos días a comprar verdura fresca, aunque el matrimonio no había sido consumido, ella trataba de cumplir con sus otros deberes como ama de casa.
¿Cómo Terry había sido capaz de aguantar tanto rechazo sutil de Candy? Era la pregunta de ella misma día con día. Pero la culpabilidad y el amor que sentía por ella lo había hecho tener paciencia y confiar en si mismo que un día seria completamente de él.
Sabía que estaba en deuda con ella por haberla engañado con una boda falsa, y aunque si bien él también había sido engañado, era totalmente su culpa por no estar al pendiente de lo que el aseguraba era el día más importante de su vida.
Candy tomo una de las revistas y se quedó perpleja al ver la imagen que estaba en la portada. Era su "esposo" junto a la bella actriz rubia Susana Marlow besándose.
_ ¿Pero qué es esto? Se preguntó dejando caer la bolsa de verduras y abriendo los ojos como platos. Había leído rumores anteriormente pero nunca los habían cachado infraganti.

Continuara.
Hola chicas, pido  millones de disculpas. No había actualizado porque mi trabajo me ha consumido los últimos días y a eso le agregaremos que estuve unos días sin poder pensar y escribir.
Lo siento mucho.
Mil disculpas nuevamente.
Dios les bendiga, XO!

Sakura.

Que Será de Ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora