Capitulo I

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CUANDO LA CONOCÍ

Amsterdan 04 /11/1997

Era una tarde gris, de esas tardes en las que no te provoca nada, solo sentarte frente al televisor, buscar algún programa entretenido,servirte una gran taza de chocolate caliente y esperar pacientemente a que el invierno pase un poco. Últimamente la gente no había podido salir a las calles ya que el invierno había atacado con gran intensidad a toda la ciudad y se tenía la sospecha de que se aproximaba una fuerte tormenta.

Los noticieros no hacían otra cosa mas que hablar sobre la gran ola de frío que embestía a toda la ciudad de Amsterdan y sus alrededores.

En el trabajo nos habían dado unos días hasta que el invierno reduciera en su gran mayoria, sin embargo me aburría un poco quedarme en casa, no digo que no sea placentero, pero desde que mi amada  Magnolia  falleció la casa se volvió gris, sin vida, estar en ella se volvió nefasto, no quería abandonar la casa, pues era el único recuerdo que me quedaba de ella y nefasta o no su recuerdo aún seguía presente, abandonar la casa sería como arrancarla para siempre de mi vida, como botar a la basura los mejores tres años de mi vida, abandonar la casa sería como enterrar para siempre a mi amada Magnolia y quizá aún no estaba preparado para eso, aún la amaba demasiado, o tal vez tan solo era su recuerdo.


Magnolia y yo nos conocimos en la universidad cuando ambos teníamos diecinueve años, aún recuerdo aquel maravilloso día cuando por primera vez nuestros ojos se encontraron tratando de explicar lo que en ese momento se sentía, era como si se hubiesen buscado toda una vida, en ese preciso momento mi cuerpo estaba paralizado, no sabía que hacer, aquellos ojos negros habían creado una coalición de emociones en mi cabeza que me habían dejado mudo e inmóvil, aquel cabello negro, sus labios carmesí, esa mujer era la más hermosa obra que Dios había pintado para mí, desde ese momento supe que sería suyo y que sería mía, para siempre.

Pero la vida suele ser injusta en muchas ocasiones, Magnolia y yo nos hicimos novios un 14 de abril de 1990 y nuestra boda se llevo acabo el 23 de agosto de 1993, pero no todo es color de rosa, cuando creí haberlo tenido todo, la vida me jugó una mala pasada, me quito a lo que mas amaba en este mundo, ese mismo 23 de agosto había empezado mi felicidad, pero también había empezado mi desgracia sin que yo lo supiera. Nos dirigiamos a las Bahamas a pasar nuestra luna de miel, cuando abordamos aquel el avión en la aerolínea habían reportado una fuerte tormenta, no se recomendaba volar en esas circunstancias pero aún así el conductor del avión dijo que podíamos llegar antes de la tormenta, pero por desgracia no fue así, aquel día la tormenta arrasó con todo lo que se cruzó por su camino y el avión cayó haciendo una gran explosión de la que muy pocos salimos vivos.

Hubieron muchos muertos y entre esos se encontraba mi amada Magnolia, mil veces desee que el que hubiese muerto hubiese sido yo y no ella, desde aquel 23 de agosto mi corazón murió con ella. La casa es el único recuerdo de Magnolia, ya que la compramos para cuando empezáramos nuestra vida de casados, allí pasamos muchos momentos aunque no como esposos pero si como novios, era como nuestro lugar favorito en todo el mundo, jamás sería capaz de abandonar esa casa, así como tampoco a su recuerdo.

Era sábado por la tarde, el invierno había mejorado un poco, ya no había tanta nieve cubriendo toda la ciudad, yo me encontraba exento de mis ocupaciones, estaba sentado en mi viejo sillón cuando sentí el estridente ruido de mi teléfono.
—Hola —Ah papá eres tú, en ese momento escuche su voz un poco angustiada, del otro lado de la linea solo se escuchaban voces tristes y sollozos, yo un poco confuso y lleno de preocupación le pregunte a papá que pasaba, porque me llamaba así, porque escuchaba lloriqueos, el respondió con una voz un poco entrecortada— hijo tu madre se está muriendo, en ese momento sentí un pequeño nudo en la garganta, mi mundo se vino a bajo, no sabia como reaccionar inmediatamente le dije que me diera la dirección de la clínica y salí corriendo como un loco lleno de desesperación.

Cuando llegue a la clínica ahí estaba mi padre, mi hermano Sam y mi hermana Hasley, corrí a abrazarlos, pregunte por mamá ellos dijeron que estaba muy grave y que los médicos ya no daban esperanzas, su cáncer había consumido cada célula de su cuerpo, ya no tenía fuerzas para seguir luchando. Cuando el médico salió todos preguntamos ¿Como está mamá? teniendo tan siquiera un poco de esperanza, pero por la cara que traía el médico no eran buenas noticias ——Señores lamento mucho decirles que su madre falleció, hicimos todo lo que pudimos pero estaba muy débil ya no podía seguir luchando lo siento mucho. Cuando el doctor Wesman nos dijo eso quería que me arrollara un auto para así subir al cielo con mamá, quería morirme, que la tierra me tragara vivo, estaba enojado con la vida, ¿Por que a mí? tan malo soy para que Dios sea así conmigo, tal vez la felicidad no estaba hecha para mí, y está era otra forma de darmelo a entender.

Habían pasado tres días desde el funeral de mi madre,aún estaba un poco agobiado por todo lo que paso, pero más por mi padre, no soportaba verlo así, palido, ojeroso y desgraciado,así que le propuse que se fuera unos días a casa de Sam allá se olvidaría un poco ya que los niños lo distraerían, Sam aceptó, papá estará unos días allá mientras pasa un poco lo de mamá, todos pensamos que es lo mejor.

Cuando salía de mi casa, estaba un poco de mal humor debido a que en estos días nada me había salido bien, además estaba aburrido, odiaba mi vida, o tal vez ella me odiaba a mi, nada me salía bien, la vida me arrebataba a lo que mas amaba y por si fuera poco en el trabajo hicieron un recorte de personal y muchos nos quedamos sin trabajo, ahora era un vago más, desdichado andando por las calles, mi único consuelo era refugiarme en el alcohol y hundirme en los tantos recuerdos, la vida no tenía sentido, todo estaba en mi contra.

A la mañana siguiente me desperté, con un fuerte dolor de cabeza ya que había bebido toda la noche, me metí al baño me duche y me cepille los dientes para bajar a preparar el desayuno, ya casi no había nada de comida y no tenía dinero, tenía que encontrar un trabajo lo más rápido posible. Cuando de pronto escuche el sonido de un camión eche un vistazo por la ventana mire que alguien se mudaba a la casa de en frente, me ponía un poco de mal humor que hubieran nuevos vecinos, en mi mente rogaba que no fueran unos vecinos ruidosos porque lo que menos necesitaba en este momento era ruido o molestias, necesitaba pensar en muchas cosas, no quería salir, pero tenía que pronto encontrar un trabajo o moriría de hambre.

Caía la noche, yo regresaba de dar un paseo por el parque, me serví una gran taza de te caliente y me puse muy cómodo en mi viejo sillón, eran las 6:30 pm cuando sentí que alguien tocaba a mi puerta, pensé que podría ser Sam así que decidí abrir la puerta.
Cuando mire al frente me quedé impactado, la chica que había tocado a mi puerta era supremamente hermosa, tenía un hermoso cabello dorado, unos ojos que parecían dos soles iluminando todo aquello que se cruzara por su camino, tenía las mejillas un poco sonrojadas, la chica al ver que me había quedado sin decir una sola palabra decidió hablar ella dijo —Hola soy Margoth Lankhaster su nueva vecina.

Vestida de InviernoWhere stories live. Discover now