Parte 3

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Justo es decir que "la linda rubiecita" jamás "le corrió demasiado bola", razón por la cual, nuestro pequeño "saltamontes", posó sus ojos y sus pasiones en otra niña que nada tenía de rubia y era mucho menos "agraciada", pero mucho más receptiva que la "blondita".

El tiempo fue pasando y aunque Carlitos era muy "pollerudo" de su madre, le fue tomando el gusto a ser un poco más independiente, procurándose con sus esporádicos trabajos y/o "changas", la cobertura de sus necesidades básicas. Así fue como tras varias experiencias fallidas, finalmente dio con el colegio secundario que lo abrazó amorosamente en su deseo de superación personal. Aunque, en honor a la verdad vale decir que, quien lo abrazó amorosamente fue la chica más hermosa que jamás haya conocido. Sin embargo ni siquiera este hermoso romance logro desviarlo de su necesidad de hacerse notar, al punto de llevarlo a desafiar constantemente las normas de la institución. Fue así que cobró cierta popularidad entre el estudiantado, llegando a convertirse en una especie de líder de la desobediencia y la marginalidad. Esta incipiente notoriedad lo condujo a trabar amistad con otros jóvenes tan conflictuados como él, quienes lo fueron incursionando en la delincuencia; arrebatando bolsos y carteras, a desprevenidas mujeres o "reventando" casas cuando sus moradores no estaban. Fue en esta época en la que comenzó con el consumo de alcohol, cannabis y otras drogas más "pesadas", produciendo en él, estos excesos, un deterioro físico muy evidente. Como así también de acelerada fue la finalización de su romance, circunstancia que se hizo efectiva con la expulsión del Colegio. Esto, si bien le produjo un fuerte shock, a la vez fue la excusa perfecta para alejarse de las malas compañías.

No habían pasado más de seis meses de su expulsión, cuando a días de cumplir dieciocho años, consiguió emplearse en una prestigiosa empresa de la ciudad, donde, como era de esperar (pues se trataba de un joven muy apuesto), logró relacionarse sexual y afectivamente con una de las secretarias privadas del gerente, una joven unos años mayor que él. El problema fue que ella sólo pudo relacionarse sexualmente, y el enamorado de Carlitos fue poco menos que una pelotita de ping pong, rebotando de aquí para allá ante los constantes caprichos de ella. Sea como fuere, era tal el enamoramiento y el temor al abandono, que esa manipulación de la que era objeto le parecían una nimiedad en relación al exaltado y convulsionado torrente de amor que lo embargaba. Tan desbordados eran sus sentimientos, que cuando ella le anuncia que la relación que mantenían llegaba a su fin, él no pudo soportarlo y golpeando la pared de una trompada, se alejó desesperado hacia ningún lugar. Nunca sabremos, si fue el azar, la desesperación, el dolor insoportable, o una decisión pre establecida desde siempre como forma de resolver situaciones de emergencia. Lo cierto es que cuando intentó cruzar la avenida sin prestar la debida atención, la vieja Ford F 100, le dio de lleno en el costado izquierdo y lo arrojó unos 15 metros hacia adelante, impactando fuertemente su cabeza contra el cordón de la vereda. La mujer que conducía frenó bruscamente y fue corriendo hasta donde se encontraba el cuerpo casi sin vida ¡Carlitos!. Carlitos abrió por última vez sus ojos y antes de cerrarlos para siempre vió el rostro de su madre que desencajado le preguntaba: ¡Hijo... por qué... por qué... ?!

Fin.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Sep 22, 2019 ⏰

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CONSTRUCCIÓN DE UN NIÑO MALDove le storie prendono vita. Scoprilo ora