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Tigresa esperaba agazapada en las ramas de uno de los árboles cercanos a la Ciudad Imperial, la nueva Ciudad Prohibida, la que Kai tomó y cambió a su gusto. El aire nocturno, frío como hielo, soplaba haciendo ulular las hojas, encubriendo el posible sonido que las respiraciones de todos pudieran realizar. El cargamento de hoy debería pasar, con una docena de guardias armados, dentro de varios minutos, cuando cruzaran el paso de las montañas.

Si todo salía según lo planeado, Tigresa y su grupo tendría comida para al menos una semana más.

El bosque casi parecía conducir a otro mundo, y gracias a su visión nocturna, pudo darse cuenta de dónde estaban los demás. Nu Hai se hallaba tres árboles a su derecha; Jing a cuatro; Bao al frente, a seis; Fan Tong a dos de distancia de Bao, a su izquierda; y su hija, Lei-Lei, a dos a la derecha de Fan Tong y dos a la izquierda de Tigresa.

El plan era simple: cuando pasasen los carros con los cargamentos, ellos caerían desde los árboles sorprendiéndolos y robándolos lo más pronto posible, antes de que los jadembies llegasen y les pasara como la última vez. Tigresa respiró con suavidad, aquellas muertes aún le pesaban, pero una tranquilidad culpable la embargaba porque a los cinco que le importaban no les pasó nada.

Golpecitos rítmicos en el árbol a su derecha le indicaban que Nu Hai había avistado el cargamento. Los golpeteos se repitieron con Bao y con Jing y Tigresa dio unos propios con unas dagas de jade al tronco de su árbol. Todos le respondieron.

Esa era la parte más complicada del ataque, el golpe en sí. El cargamento, estaba casi segura, era de comida, granos e insumos procesados, pero lo que no sabía era qué tan bien custodiado estaba. Podría tener la docena de guardias correspondiente, o más, o peor, podía tener dadores de Chi entre sus protectores. En ese último caso, ser una apagada como lo era ahora, sin Chi que otro dador pudiera detectar, era una ventaja pues no la percibirían, sin embargo, eso le jugaba en contra a la vez.

Sacudió la cabeza y alzó la daga a riesgo de descubrirse, necesitaba jade para poder despertar cosas, por pequeña que fuese, aunque no supiese el porqué. Sus Chi estaban en los vendajes de su pecho, a buen recaudo, así podría recurrir a ellos cuando los necesitase. El Chi, luego de que se alcanzaba el Segundo Estatus, podía almacenarse y recuperarse luego; todo lo que se necesitaba era jade para realizar el traspaso y contacto físico con el material que se necesite.

Como ya tenía contacto, decidió no arriesgarse y recuperó los Chis con la orden clara y precisa. Los Chis volvieron a su cuerpo como una delicada niebla dorada que Tigresa inspiró, volviendo a ser una maestra. La noche se hizo más clara, las diferentes texturas del árbol y la tela las sentía con más claridad, casi amplificadas; sus sentidos, pese a no mejorar per sé, se aclararon y agudizaron, y su Sentido Vital, se reactivó, percibiendo los seres vivos inteligentes que habían y poseían Chi.

Bao tenía preparado su Chi en un escudo intangible para protección, lo volvería sólido en cuanto se necesitase. Fan Tong tenía su espada y esperaba. Jing no tenía su Chi activo, pero Tigresa percibía que estaba más inclinada que todos, ansiando la batalla. Nu Hai, en cambio, esperaba. Lei-Lei esperaba también, aunque con un arco tenso.

Tigresa sonrió, sus alumnos, supervivientes y casi hijos de crianza, eran únicos. Cuatro de ellos poseían el Chi de las Cuatro Constelaciones de las Bestias Sagradas, lo que los colocaba de un tirón en el Quinto Estatus. Lei-Lei, a diferencia, apenas había llegado al Tercer Estatus, lo que le causaba cierto desasosiego con sus compañeros y una rivalidad naciente con Nu Hai.

El enfocar su mente en el cargamento que empezaba a despuntar la colina hacia el bosque, Tigresa percibió a veinte soldados protegiéndolo, y todos ellos con Chis vitales inactivos, ningún dador o maestro. Cuando el carruaje apareció por completo, Tigresa alzó su daga de jade como señal, y todos sus alumnos descendieron sobre el carruaje, excepto Lei-Lei.

Nuestro ChiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora