Prólogo

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—Eres consciente de que, si hubieras aceptado nuestra ayuda, no tendrías que haber solicitado una beca ¿verdad?

Observo a mi madre enarcar una de sus rubias cejas, mientras recarga todo su peso en el marco de mi puerta.

—Lo sé. Mamá. Pero ya te dije que quería entrar a aquella universidad por mis propios méritos, por mis conocimientos y no solo por el dinero de poseemos. Quiero obtener logros en la que será mi futura carrera por mi esfuerzo y no solo por pagarle a alguien.

—Como tu quieras —eleva sus hombros restándole importancia y se dispone a salir de mi habitación, pero antes voltea a decirme una última cosa: —Solo te digo que así todo hubiera sido más fácil y no hubieras tenido que malgastar tantas noches, las cuales te han provocado unas profundas bolsas negras bajo tus ojos.

Acomodo las ultimas prendas a las cuales considero necesarias en mi maleta, debido a lo llena que está tengo que sentarme sobre ella y hacer un gran esfuerzo para cerrarla. El sonido de una bocina de auto me hace sobresaltar, no es necesario acercarme a la ventana para saber quién es el autor del ruido, ya que escucho a mi hermano gritar mi nombre.

Agarro mis dos grandes maletas de color morado y cuelgo mi mochila al hombro. Observo por ultima ves mi habitación. El verde militar cubre las paredes, una de ellas se encuentra cubierta por cuadros con distintas temáticas, utilizando los colores más sobrios hasta los más cálidos; todos con unos gruesos marcos color blanco y con orgullo, reconozco a cada una de ellas como de mi autoría.

Algunos libros sobre técnicas de pintura o sobre historia del arte descansan sobre mi escritorio. Mi cama de colores neutros se encuentra perfectamente hecha, ya que por mucho tiempo no será ocupada por nadie y probablemente dentro de unos días ya comenzará a cubrirse de polvo.

Vuelvo a escuchar una vez más el ruido de la bocina, observo una ves más las paredes que me acogieron durante dieciocho largos años, aquellas que me vieron reír, llorar, disfrutar, rabiar y amar. Fueron testigos de mis momentos buenos y malos. Si pudieran hablar, tendrían muchas cosas por contar.

Bajo las escaleras encontrando a mis padres sentados en el sofá de la sala. Al observar a mi alrededor puedo decir que siempre me ha parecido una casa demasiado grande para dos personas, mi hermano tiene un apartamento en Nueva York y muy de vez en cuando llega a quedarse en Dublín; por lo que generalmente la casa es para ellos solos ahora que ya no viviré aquí. Cuando escuchan las ruedas de la maleta mi padre me ayuda a bajarlas y a subirlas en la parte trasera del auto de Brendan.

—Te extrañare mucho Adara —. Mi padre se acerca para rodearme con sus brazos, sorprendida por su gesto, le correspondo. No es algo común las muestras de cariño de nuestros padres hacia sus hijos. Brendan y yo nos brindamos cariño mutuo, ya que por parte de nuestros progenitores no es común las muestras de afecto. Entre mi madre y mi padre si se brindan contacto físico entre ellos, a veces sin importarles las personas a su alrededor.

—Yo también papá —eso no quita el hecho de que lo ame demasiado.

Observo con nostalgia aquella casa en la que ya no viviré por los siguientes años. Mi madre recarga su peso en el marco de la puerta y me ofrece una sonrisa, provocando que se marquen sus hoyuelos.

—Adiós Adara —sonríe de lado y observa detrás de mi asintiendo su cabeza —. Mantente tan bella como siempre.

Entra a la casa perdiéndose en su inmensidad. Siento una presión en mi hombro y seguido de eso un beso en la frente antes de ver a mi padre seguirla al interior. Me giro hacia el auto y Brendan señala con su cabeza el asiento de copiloto. Él será alguien indispensable e incondicional en mi vida.

—Sube la más hermosa —sonrío al escuchar aquel apodo que nos pusimos al descubrir el significado de nuestros nombres.

—Gracias príncipe.

Resulta que Adara significa la más hermosa y Brendan significa príncipe. Nuestros padres nos contaron que tenemos nuestros nombres debido a su significado y que cuando nacimos ambos los cautivamos con nuestra belleza. Mi madre a lo largo de los años se ha encargado que nuestra belleza permanezca intacta, realizándonos tratamientos en la piel y cualquier cosa para evitar imperfecciones. Somos perfectos, dice ella. Para mí nadie lo es y todos estamos lejos de serlos; en lo físico incluso. Tengo estrías en los pechos, lo cual mi madre ha intentado eliminar, pero no ha podido.

Son las raíces de mi alma, originándose en mi pecho, cerca del corazón.

En el transcurso al aeropuerto mi hermano comienza a contarme que se va quedar unas semanas más en Dublín ya que tiene una campaña de una línea otoño invierno. Cuando acabe esta campaña tendrá que ir unos meses a Chicago. Cuando esté allá dice que no quiere rentar algo para él solo, al contrario, quiere ir a mi departamento para verme más seguido.

La idea me parece agradable, nunca me canso de tenerlo cerca. Los años con los que es mayor a mí, los cuales son cinco, parece no afectarnos en lo absoluto.

Estaciona su auto frente al aeropuerto y se baja para sacar mis maletas de la parte trasera. Cuelgo mi mochila al hombro y bajo del auto, desconectando mi celular, el cual se estaba cargando.

Entro al aeropuerto con Brendan detrás. El sonido de las ruedas de las maletas abunda el ambiente. Las personas a mi alrededor, de pelirrojos a rubios, colores muy característicos y propios de Irlanda.

Un guardia de piel oscura se encuentra cerca de una de las puertas. Una mueca de asco es generada por mi rostro de forma instantánea, incluso se podría decir inconscientemente.

—Algún día tú y mis papás deben dejar de tener una mente tan racista.

Creo que ese día no llegará muy pronto.

Hola, un prologo aquí. Ya pronto verán el primer capítulo.
Espero que les guste e inviten a mas personas a leerla.

Nos vemos pronto.

Brendan Murphy en Multimedia.

El secreto de su piel ( ER #1)Where stories live. Discover now