✧ocho

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{narrador}

La noche caía con más intensidad y frialdad mientras dos chicos se encontraban en busca de un transporte, pareciera que la noche estaba consiente de la situación pues a decir verdad las estrellas no estaban presentes y la luna se encontraba escondida.

Allá en aquella glorieta dos chicos estaban descubriendo cuán tranquilos se encontraban el uno con el otro, y aunque ninguno de los dos lograra encontrar algo parecido que los llevará a averiguar qué es lo que sentían mientras estaban juntos, se encontraban en paz, tranquilos, seguros, como si todas las preocupaciones que de un momento les vienen se desvanecieran.

Uno por su parte sufriendo el rechazo de sus padres a pesar de no poder explicarles exactamente lo que él es, y por otro, alguien que tiene que lidiar con la depresión, rechazo y ansiedad social que día con día le atormenta de distinta forma.

Varios minutos pasaron desde que se dispusieron a encontrar algo con que transportarse hacía la privada donde el menor vivía, y no lograban nada, esta noche estaba siendo extraña, es como si todo conspirara y terminara en ellos, aun no descubrían si a favor o en contra, pero seguros estaban de que conspiraba por y para ellos.

— A este paso tendremos que ir caminando — soltó por primera vez en varios minutos el menor de los Ortega.

— Por mi no habría problema, me gusta caminar, me relaja, hace que me  olvide de todo un poco — Mateo era alguien que se reconocía por ser pensativo y profundo, y Diego estaba comenzando a descubrirlo.

Siguieron caminando, Diego llevaba el mando e indicaba que calles debían tomar, pues al final el destino al que iban es a donde el vivía.

¿Alguna vez han tenido esa sensación de que cuando estás con alguien el tiempo pasa volando? Pues esta vez eso había pasado con ellos dos, y es que después de aquello, ambos se sumergieron en una plática que parecía no tener fin, descubrieron que no había algo de lo que no pudiesen hablar, pues a pesar de ser algo impresionante tenían más cosas en común de las que pensaron. El trayecto desde la glorieta a casa de Diego pareció ser menor a lo que en realidad era.

Era más de media noche y la privada estaba en completa obscuridad exepto por la luz de vigilancia que era la única que iluminaba todas las viviendas. Diego comenzó a buscar sus llaves para así poder abrir la puerta principal y al mismo tiempo comenzaba a preocuparse, pues solía ser un poco torpe la mayor parte del tiempo, seguramente si no las encontraba tendría que literalmente dormir en la calle.

Por fortuna las encontró y segundos después estaba abriendo la puerta, y siendo inspeccionado por el vigilante antes mencionado.

— Diría que es una sorpresa verte llegar tarde, pero la verdad es que es costumbre — el vigilante no estaba siendo prudente, y a Diego le molestaba eso, tanto que prefirió no hacer caso y lo único que hizo fue pasar a Mateo e ignorar lo que antes habían dicho.

El departamento de Diego y Aristemo era el 9, y este se encontraba al fondo de la vivienda, sacó su celular y prendió la linterna, siendo está su único apoyo para llegar a su departamento por fin.

Mateo todo el trayecto se había mantenido detrás de Diego esperando cualquier señal de el para acatarla, y así hacer menos difícil su estadía ahí. No era fan de hacer perder el tiempo de las personas, pero por primera vez sentía que con Diego no estaba siendo de esa manera. Por primera vez estaba sintiendo que le importaba a alguien y que entre ellos podían ayudarse, apoyarse e incluso hacer cosas como estás, como era ofrecer su casa para dormir cuando el otro no se sentía al cien por ciento para regresar a la suya.

Mateo estaba perdiéndose en sus pensamientos cuando aquella voz dulce y baja lo hizo salir de ellos.

— Mateo, hey — Diego movió sus manos frente al antes mencionado tratando de llamar su atención, y funcionó.

— Perdón, perdón, estaba distraído.

— Lo noté, vamos, pasa antes de que te congeles, ¿no tienes frío? — preguntó el castaño.

— No, no tanto, bueno, puede que si

Diego río, y Mateo por fin se adentro a la casa sintiendo de inmediato el calor que aportaba aquel lugar. El menor entró sigilosamente, quitándose los zapatos para hacer el menor ruido posible.

— Ari y Temo deben estar dormidos ya, ellos duermen realmente temprano, te sorprenderías. — dijo en susurros y a Mateo aquella forma de hablar le parecía tierna.

» Vamos, hay una recámara de sobra, ahí puedes dormir esta noche, te presto unas cobijas, esta noche está muy fría, hace mucho que no sentía tanto frío respecto al clima.

El mayor siguió al castaño hasta donde estaba la recámara y al entrar se sorprendió con lo acomodada y limpia que estaba.

— Diego, para mí era más que suficiente con dormir en la sala, dime qué está no es tu recámara, porque si es así no podré aceptarla.

— ¿No escuchaste, cierto? — soltó una risa débil— te dije que está recámara está de sobra. — volvio a reír.

» Carlota antes vivía conmigo, y hace ya un pequeño tiempo que ella se volvió a la casa de sus papás, y desde entonces este cuarto está vacío, pero tanto como Ari, Temo y yo dijimos que tenemos que mantener este espacio limpio pues nunca sabemos si lo podemos utilizar.

Mateo no quería, pero esa última parte había sonado como si lo dijese en doble sentido, y quería reírse, pero se mantuvo intacto, solo a él aquellas cosas se le pasaban por la cabeza.

— Espérame un segundo — dijo Diego para después salir casi corriendo de puntillas hasta quién sabe dónde.

El castaño mayor estaba explorando la habitación, y se preguntó que se sentiría compartir casa con tus mejores amigos, y bueno de paso, por su mente llegó un "¿qué se sentiría tener mejores amigos?". Porque aunque no pareciera, Mateo pocas veces había experimentado lo que era tener amigos de verdad, aquellos que le transmitieran esa confianza que se supone deberían transmitir.

Al cabo de unos minutos Diego volvió a la recámara con unas cuantas cobijas para Mateo, el cual ya no sabía de qué manera agradecer lo que él castaño estaba haciendo por él.

— Diego, era suficiente con que me dejaras dormir aquí, ya no se de qué manera darte las gracias por-

Él no pudo seguir con lo que sea que quería decir porque el menor lo interrumpió.

— Es más que suficiente con que te duermas, y descanses, seguro que no fue un buen día para ti.

Y con esas simples, pero significativas palabras el corazón de Mateo bombeó fuertemente, y el mencionado no sabía cómo interpretar esa señal que su cuerpo mandaba.










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por fin aparecí gente, perdón, pero entré a la universidad y se me está complicando actualizar, así que trataré de hacerlo cuando pueda, gracias por leer, ya casi son mil leídas y eso me llena el corazón, si puedo mañana actualizo again, send buena suerte, buenas noches🥰

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2019 ⏰

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