Camino hacia la verdad

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Esa voz que antaño fue dulce y protectora para el pelinegro ahora sonaba como un seco viento de otoño; ¿estaba en alguna especie de sueño-pesadilla y por ello se había podido comunicar con un muerto?

No, esto era real... Seime lo estaba saludando desde la otra línea tan normal como si apenas ayer hubiese hablado con el menor...Lo supo porque se había puesto de pie ya que estando sobre la cama la sensación de suavidad le engañaba haciendole creer que efectivamente soñaba.

-Creí que me echarías de menos y tendrías muchas cosas que decirme Ritsuka. -Comentó el mayor con falsa tristeza.

-Se-Seime...-el pequeño estaba esperando a que las lágrimas le ayudaran a huir de una conversación que no quería tener pero algo no era lo que creía, no sentía ese mismo dolor de hace más de 3 años cuando le hicieron creer que su único apoyo y familia verdadera había perecido de forma horrible a manos de quién sabe quien.
Esto era una locura, no existía en ese instante palabras para describir que era lo que sentía exactamente, todo era una mezcla de confusión... ya no sabía que creer o que reflexionar para llegar a una respuesta. ¿Acaso no soñó con hablar una vez más con su amado hermano? ¿por qué no era feliz entonces si ya lo estaba oyendo? ¿por qué no era feliz si estaba vivo? ¿era acaso que ya no lo quería? ¿no era su oportunidad para aclarar todo y reunirse nuevamente?

Como mariposas, revoloteaban tantas ideas en la mente de Ritsuka que era presa de un entumecimiento corporal tal que muy a su pesar le impidió dar voz a sus preguntas para ese que decía ser Seime...

-Seguro estas sorprendido, ¿tienes dudas que sea yo querido Ritsuka? ¿tienes miedo? ¿me extrañas? -su tono se tornó algo impaciente atacando de a poco entre cada frase, hizo una pausa de pronto y su respiración se agito repentinamente -¿cómo esta mamá?...¿ya le devolviste a su Ritsuka?...

Esa última interrogante fue como si inyectara veneno en el menor... Fue como si le diera razón a su madre...es como si estuviese de acuerdo con que Ritsuka de ahora no era nada más allá de un impostor, de un farsante que sólo se deshizo del buen hijo de una pobre madre que debía cargar el peso de perder a sus dos hijos casi al mismo tiempo.
Un niño cruel e insensible que causaba molestias y dolor a todos con quien tenían contacto con él, alguien incapaz de llenar ese hueco dando y recibiendo cariño...alguien indigno.

-Y hablando de devolver... ¿ya lo hiciste con Soubi? -ahora unos pequeños jadeos se colaron entre cada palabra.

Nuestro pequeño pelinegro se había dejado caer de rodillas, la cabeza le dolía...se estaba mareando y el celular a nada de caer de su mano parecía pesar una tonelada debido a la dificultad para mantenerlo junto a su rostro. Las palabras desaparecieron y cualquier intento por unirlas para formular una oración no daba resultado.

-Él...MI COMBATIENTE es muy bueno en la cama ¿lo sabías?... por ello le di la orden de que se apegara a ti...para que hicieran ...un fuerte vínculo y fuese una preparación ... se podría decir que te lo deje en calidad de préstamo...y no creo tardar en que te lo pida de vuelta... *una risa estalló y la llamada terminó.

-Seime...tu...-esa risa desquiciada fue el detonante para que Ritsuka explotara y saliera de su shock...
-¡¡BASTARDO!!...-cerró el teléfono para luego estrellarlo contra la pared, apoyó ambas manos en el suelo junto a sus rodillas; esto era demasiado. No iba a soportar más nada posterior a esas declaraciones. Su llanto por fin emergió, fue amargo como el alcohol que tanto odiaba, su estómago estaba revuelto tan parecido a la sensación de haber comido algo en mal estado.

Casi en automático se levanto y abrió el pequeño baúl que estaba en la parte final de la cama, abrió la tapa vieja para a continuación sacar la ropa que tenía ahí guardada.

La inocencia que perdí || EN CURSO 2023||Where stories live. Discover now