Tres

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TRES . 03


Regulus busco con la mirada, un gran suspiro escapo de sus labios. Logro escapar de las garras de Abby por unos segundos. Una vez su amiga abandono su habitación, dudo en volver a dormir con tranquilidad. Cerró la puerta y se recostó con las manos en la frente, intentando analizar las posibilidades de evadir el tema con Abby.

Eran pocas las probabilidades de que su amiga dejara de lado a su hermano tan fácilmente. En primer lugar, tendría que buscar algún desconocido que sustituyera el interés por Sirius, lo cual resultaba un poco difícil de llevar.

Su hermano era un héroe, un ídolo al cual seguir. Secretamente los de primer año le guardaban una enorme admiración. Lo cual resultaba una locura.

Abatido, Regulus se levantó al escuchar el movimiento en el pasillo. Una vez se ducho y cambio, atrapo a uno de sus compañeros, Ivan Barner, le pidió información de si Abby se encontraba en la sala común.

— Si, ella sigue en la sala. Parece molesta, yo que tu iba a verla. No quiero tener pesadillas de nuevo por tu culpa.

Sin otra salida. Aguardo un poco de tiempo. Si lograba escabullirse la primera dos horas no iba a tener que verla hasta el almuerzo o la comida. Regulus admiro lo vacío de la sala común, no iba a ver a Abby durante un tiempo, el suficiente para aclarar sus ideas.

Lástima que la suerte lo odiaba con fervor.

Después de un almuerzo agradable y una comida tranquila camino rumbo a la sala de Pociones. El Profesor Horace Slughorn le saludo con una cordial sonrisa, Regulus le regreso el saludo al dejar sus pertenencias en la mesa cerca de la puerta. Se giró para buscar las notas en su mochila, esa semana se encontraban realizando los principales pasos del tan anhelado Felix Felicis.

Al pasar por el estante de frascos la vio, recargada en la pared con una sonrisa de triunfo.

Regulus dio un brinco de susto. Abby rio risueña por su torpeza. Era un peligro para todos cuando ella estaba contenta.

— ¿Cómo es que entraste? — dijo Regulus, una vez recuperado mientras su corazón bombeaba alterado.

— La puerta — señalo lo obvio — Y el profesor me adora, no le molesta mi presencia en el aula, querido Regulus — la felina sonrisa creció conforme el Profesor Slughorn alzo la mano para saludarla. Abby regreso el saludo, mientras en el fondo Regulus deseo desaparecer.

— ¿Tus clases? Recuerdo, que mencionabas odiar faltar a ellas... — tanteo el terror al hablar. Decidió cambiar de tema, regreso a sus notas evitando la mirada gatuna de Abby.

— Historia de la magia, el Profesor Binns agradece mis atenciones a su clase y me ha concedido un permiso especial.

— Ah... pero, ¿Qué pasa con tus notas? ¡Un Troll para la gran Abby! Dudo que tus padres les agrade escuchar la noticia...

Regulus rio nervioso. Abby lo observo, ladeo la cabeza y llevo el índice a su mejilla divertida. Parecía que la suerte de Regulus mejoraba al ver que su amiga pesco el anzuelo al cambiar el tema. Pero al verla acercarse y quitarle uno de los pergaminos y darle vuelta, vio su grave error.

— Lo tienes al revés Regulus. Sospecho que me evitas — Abby estrecho los ojo, mostro su blanca dentadura al ver lo nervioso del muchacho.

— ¿Yo?...No, claro que no ¡Como podría! ¡Eres mi amiga! — la espesa saliva paso por su garganta.

— Me alegra escuchar eso, retomando el tema principal y restando importancia a tus intentos de hacerme olvidar a Sirius Black ¿Puedes contarme?

No había escapatoria o excusa que lo sacara de ese aprieto. Regulus soltó el aire que no pensé retener al tener cerca de Abby. En otras circunstancias su compañía resultaba encantadora, disfrutaba verla trabajar, observar sus gestos cuando encontraba un nuevo hallazgo, el movimiento de sus pestañas al atraer la atención de las personas que observaba. La sonrisa atrayente que usaba como recurso para engatusar a todos. Pero ahora, por el momento, Regulus solo deseo que se fuera y no mantener la siguiente conversación.

— Abby, antes de hablar sobre eso... No me preguntes nada relacionada a nuestra familia ¿De acuerdo? — extendió la mano derecha esperando ella aceptada.

— De acuerdo, adelante — tomo su mano y Regulus le ayudo a tomar asiento en uno de los banquillos. Solía trabajar solo, por lo que, nadie iba a molestarlos en esa hora.


Nunca una clase le resulto tediosa, Regulus era un buen alumno. Atento, con buenas calificaciones, el mejor de su curso, el orgullo de su madre. Solo que, en esos momentos solo deseaba regresar a la comodidad de su habitación.

Una vez inicio la historia, Abby fue perdiendo el brillo en sus ojos. La obsesión de su amiga por su hermano se vio opacada por la poca información que le dio Regulus. No era el mejor de los hermanos, lo dejo olvidado una vez Sirius termino en Gryffindor. La relación fue deteriorándose con el pasar de los años en Hogwarts, al punto, de no tolerarse en la misma habitación.

Sirius veía en su hermano el odio que le profesaba toda su familia, por ser un rebelde empedernido y negarse a seguir las tradiciones tan estrictas impuesta por su madre, Walburga Black. Conforme Regulus relataba lo básico de lo que recordaba de su hermano, la voz se fue apagando con cada mención. No se había sentido tan miserable desde el día de su selección.

Una vez logro terminar la historia, su mirada pasó por el rostro inexpresivo de Abby. La muchacha parecía procesar la información, por poca que tal vez le resultara, Regulus logro ver un pequeño brillo travieso.

— ¿Abby? — paso la mano enfrente  del rostro de su amiga, esperando reaccionara.

— ¿Es todo? ¿Algún dato que escapara de tu mente? — la decepción estaba en su voz, Abby acomodo su larga cabellera y ajusto la túnica en sus piernas.

— Sí, es todo... — por alguna razón que desconocía Regulus, el estado de su amiga le hizo sentir peor. No estaba para complacerla pero la mirada decepcionada en su rostro, le dio a Regulus el sentimiento de haberle fallado.

— Está bien, Regulus. Me has sido útil, no quito más de tu tiempo. Me retiro, adiós. Hasta luego Profesor Slughorn.

— Hasta luego, mi querida niña — el Profesor se despidió de una de sus alumnas preferidas.

Inquieto, Regulus la vio irse y cerrar la puerta en silencio. Un escalofrió bajo por su espalda, algo iba mal. Abby no actuó como el recordaba ante la información. Decidió olvidar un poco el tema y volver al trabajo.


Los alumnos tomaron asiento, la cena iba a ser servida en pocos minutos. Julia se encontraba rodeada por sus compañeras de curso, con la mirada atenta en la mesa de Slytherin. No había visto a su hermana desde el desayuno y eso le inquietaba. Por lo general, Abby la veía en algunas clases después de que estas terminaran, la saludaba y preguntaba cómo iba su día. Resulto extraño no encontrarla deambulando por los pasillos.

El resto de la cena fue tranquilo para Julia, su hermana apareció poco después de unos veinte minutos, hermosa como siempre. Sonriendo de forma cortes al saludar a sus compañeros de casa. Las miradas de ambas hermanas se encontraron y el pequeño aguijón de preocupación se desvaneció del corazón de Julia, Abby por su parte, saludo con la mano antes de tomar asiento junto a Regulus.

— ¿Todo... bien? — Regulus le paso un poco de jugo.

— Sí, todo perfecto, mi querido Regulus.

La calma volvió aparecer en Regulus al escuchar su apelativo. Una sonrisa adorno el rostro de ambos amigos, pero lo que ignoraba el menor de los Black, era la mirada que Abby dirigía en ocasiones a Sirius. 

Abby [HP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora