YoonMin

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Soy el alma Allux, antes de contar mi historia voy a contar cómo es que recibí el mayor castigo que el ser supremo puede darle a un alma.

El ser superior, en la creación, contrario a lo que piensan los humanos o cualquier vida en el universo, no los hizo a cada uno individualmente. Creó una matriz de alma, la llamamos corazón sagrado, de allí desienden cierto número de almas que recaen en algún lugar apto para tomar un cuerpo, cuando lo hace vive luego sigue su curso natural hasta que muere, comenzando todo de nuevo y la ley universal es que no recuerde nada de su vida anterior.

Ese es el mayor pecado, saber lo que yo sé.

Yo soy un alma que cometió el error de ser más fuerte que otras almas, no fui una insignificante gota de sangre del corazón sagrado sino una lágrima de mi ser superior. Fui de sus primeros inventos, junto con el existir y el tiempo. Allux es parte del ser supremo; por lo tanto, este me suprimió . No me dejó tomar vida inteligente durante muchos años, siendo una insignificante bacteria en los inicios de la tierra. Aún así yo me salía con la mía, hice evolucionar a esta especie, logré lo que hoy en día son los humanos.

Nadie puede hablar con el supremo, este no tiene voz, ni pensamientos, solo acciones. Al ser parte de el, pudo sentir eso. Cambié muchas cosas que él no planeaba.

Como la religión.

El no quería ser alabado, ni siquiera conocido, no tiene lo que los humanos llaman como "orgullo" o "reconocimiento" pero en cierto punto, les hice saber de la existencia de un ser superior, luego cada otra vida inteligente lo tomó ante su perspectiva. Alguien a quién rogarle por esperanza, por fé, por algún deseo que el supremo no cumplirá.

Alá, Dios, Sol, HaShem, Buda, Narayanan, etcétera.

Todos estaban equivocados, recién en épocas actuales, varias almas humanas lo están entendiendo. Qué mataron por nada, ofrecieron animales, comida, vidas por absolutamente solo un pensamiento vacío e inescrupuloso hecho por mí debido al rencor que le tengo a mi creador superior.

Hace muchos años ya, no recuerdo bien cuánto tiempo, el supremo me interpuso un castigo, uno severo por mi pecado y mis demás travesuras. Me quitó parte de mi alma y formó otra, una completamente nueva pero perfecta para mí, que me era imposible no mirar. Se llama Lael, fue mi castigo supremo y el más doloroso, la verdad.

Es tan hermoso, ninguna belleza se compara con la suya, nada en el universo es más perfecto que esa alma.

A ambos nos mandó a la tierra para castigarme. Si se me ocurría volver a hacer de las mías, como con la religión, Lael sufría en su vida humana. No dolor como perder una pierna o que te disparen a matar. No, claro que no. En un año, cuando recién se estaba estableciendo la religión católica, todos usaban unas túnica de colores cálidos y áridos. Se me ocurrió decirle a un creyente católico varias verdades y mentiras, creando a los primeros pensamientos luterinos que luego se consolidarían bien. El superior estaba harto de mi empredernida idea de imponer diversas religiones en el mundo, porque sabía que los humanos se matarían entre sí y con lo cortas que son las vidas humanas, nunca aprendían de sus errores o no por mucho tiempo.

Lael, que en esa vida se llamaba Kannet si no me equivoco, fue un hombre joven condenado a ser hervido vivo porque cuestionó sobre el Dios católico. En ese momento yo había reencarnado en el cuerpo de una mujer, pero cuando lo ví, sentí su alma y su dolor.
Fue horrible, sus gritos desgarradores, ver su piel y su sangre se volvían uno, cuando dejó de parecer un ser humano para ser solo un cadáver, inerte y sin vida. Solo después de haber sufrido por un lapso de cuatro horas ya sé que el castigo se iniciaba con el agua muy fría. Me preguntó qué clase de alma podrida habría poseído al cuerpo que dió esa orden. El diablo, Satanás o Belcebú no existe, no hay demonios, más bien en lo que sí acertaron como pensamiento, es en lo que ellos llamaron "karma", si una alma cae en la tentación de hacer sufrir a otro cuerpo, dañarlo, violarlo, maltratarlo o quitarle la vida; algo peor le pasaría en la otra vida que tomara esa alma. Por eso bebés mueren al nacer o niños sufren de abusos. Es difícil de asimilar pero así lo hizo el supremo, es válido sentir tristeza por el cuerpo que no ha hecho ningún mal pero sus almas sí; a pesar de que no lo recuerden.

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