26. alcohol y error

Comenzar desde el principio
                                    

— Dame un poco más de tiempo, nena.

— No. Ya me he cansado. Me cansé por mi, y me cansé por tu mujer. ¿Quieres tiempo? Vale. Te concedo tiempo para hacer de tu vida lo que se te antoje la puta gana, como yo lo haré con la mía. ¿Pero esto? ¿Este maldito juego? Se acabó. Me he cansado, Rick.

— Ya no amo a Lori, Alaska. No puedo... no puedo siquiera besarla.

— ¿Por qué eres tan jodidamente cínico? ¿Por qué mierda...

— Si me dejaras explicarte la razón del por qué la he llevado hacia ese hotel, ahora mismo no estarías así.

— Te dejaría explicarme. Pero te recuerdo que por llamada, me haz dicho que solo cenarías con ella. ¿Hace una hora atrás? Me haz mandado un puto mensaje diciéndome que incluso estaban tus hijos, cuando no es así. ¿Realmente piensas en que voy a permitir que me des una maldita explicación? Chaval, tú si que eres lo más adorable del puto mundo.

— Me gustaría contártelo, pero no me das oportunidad a hacerlo, y me temo a que las cosas no pueden seguir así, Alaska. Pero esto... esto que ha pasado esta noche, no significa absolutamente nada para mi. ¿Te piensas que me he sentido a gusto llevándola a ese hotel? No, nena.

— No llevaría a nadie a ningún lado si yo no me siento cómoda. No me gusta hacer las cosas por obligación. Pero vamos, que no somos iguales. Y por supuesto, Rick. Por supuesto que las cosas no pueden continuar así. Y por ese motivo, prefiero dejar todo esto de una buena vez.

— Mis sentimientos hacia ti no cambian de todas maneras, Alaska.

— Que me importa muy poco, joder. — digo elevando la voz. — ¿Es que no lo entiendes, Rick? Me han mentido durante toda la vida, y yo he sido la idiota que se lo ha creído todo. Pero no, ya no más.

— Todo lo que te digo a ti, es puramente verdad. Alaska, quiero estar contigo. — se acerca hacia mí, y mi cuerpo, lamentablemente, es incapaz de reaccionar. Me toma de las manos, mirándome con sus ojos azules cristalizados. — Quiero tomarte de la mano en la calle sin tener que soportar que la gente nos mire con horror. Quiero que mis hijos te quieran como mi novia, mi mujer. Quiero que tengamos cenas familiares, por más loco que suene teniendo a dos hermanos exigentes y guardabosques a tu lado. Quiero formar algo contigo, pero no me das chance a que eso pueda suceder. Si tan solo entendieras el por qué hago todo esto, me comprenderías.

— Ya no quiero más nada contigo. No quiero que nos veamos, no quiero que me ahogues, no quiero recibir llamadas ni mensajes de tu parte... joder, aunque me duela, porque lamentablemente soy de carne y hueso y todo esto me daña a gran sobremanera, ya no quiero absolutamente nada contigo. Solo... déjame.

Muerde su labio inferior unas cuantas veces, asintiendo con su cabeza.

Y es en este preciso instante en el cual sus manos sueltan de las mías, y él da un paso hacia atrás, alejándose hacia su coche.

— Ve dentro. Va a llover en cualquier momento y así como estás, podrías pescar un resfriado. — abre la puerta del piloto, metiendo una pierna por ella, viéndome por última vez. — Te quiero, Alaska. Pero no puedo permitir hacerte daño. Y si. Tal vez pueda llegar a doler por días, semanas o meses. Pero seguramente encuentres a alguien que realmente te valore, aunque yo lo hago siempre. Odio tener que hacer esto, pero yo no soy quien tiene la culpa. Tú la tienes, y es que si te gustase escucharme, lo comprenderías todo. Pero como estás completamente negada a hacerlo, pues bien. Sigue con tu vida, que yo seguiré con la mía. No te llamaré, no te escribiré, no te hablaré si te tengo frente a mi, y aunque vaya a costarme horrores, tampoco te miraré. Te quiero, Allie.

PROHIBITED RULES +18 © (RICK GRIMES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora