Gentle

28 1 0
                                    

-Dean…

Era Sam quien llamaba. Dean pensó que estaba dormido, pero la voz del niño dejó claro que estaba equivocado. Dean respiró hondo antes de contestar. Llevaba mucho tiempo queriendo responder esa pregunta como iba a hacerlo, numerosas casas de acogida, numerosos golpes, numerosas peleas con abogados de servicios sociales, numerosas cicatrices que se abrieron el día en que papá y mamá murieron y que ahora empezaban a sanar y a cerrarse.

-Sí, Sammy, nos quedaremos aquí.

-Me alegro, porque Bobby y Helen son buenos. Hoy bobby ha jugado conmigo al béisbol.

-Lo sé-sonrió Dean-. Hoy Helen me ha enseñado a cocinar pastel de manzana. Podremos tomarlo para desayunar mañana-se abrazó a su hermano, acomodándose en la cama.

-¿Sí?

-Sí, pero solo si te duermes.

-Vale. Solo otra pregunta.

-Dime.

-¿Iremos a clase cuando empiece el colegio?

-Eso será la semana que viene. Pero sí, Helen nos llevará. Hemos tenido suerte de que sea un centro en el que estén colegio e instituto juntos, así no nos separaremos y podré cuidar de ti-besó su frente-. Ahora a dormir.

-Dean…

-¿Qué?

-Te quiero.

Aquellos momentos daban la vida a Dean.

-Yo también te quiero, Sammy.

Dean preparó los libros de texto, metiéndolos en la mochila. El último curso de instituto, y estaba aterrado. Bobby entró en la habitación dando con los nudillos en la puerta.

-Helen está bañando a Sam, enseguida vendrá a acostarse-se acercó y se sentó a los pies de la cama-. ¿Cómo estás hijo?

-Estoy bien.

-A mí no tienes que mentirme, hijo-dijo el viejo, poniendo una mano sobre su hombro-. Todo es nuevo y, aunque sea bueno, intimida. Yo lo sé bien, Helen y yo también tuvimos una vida muy dura. Cuando era joven, temía tener hijos porque pensaba que me convertiría en mi padre. Cuando murió mi primera esposa, me di cuenta de muchos errores, me hundí. Pero decidí que la única manera de salir del pozo era luchando. Entonces encontré a Helen, y el caso es que los dos teníamos miedo. Habíamos pasado por baches que eran superiores a nosotros, y solo podíamos esperar que se repitieran. Lo más difícil fue darnos una oportunidad. Y míranos ahora. Dale una oportunidad a todo esto, chico-le miró con espíritu protector y corazón lleno de orgullo-. Pero sobretodo date una oportunidad a ti mismo. Descansa esta noche, desayuna bien mañana. Sé tú mismo.

Hubo un momento de silencio en el que Dean sonrió con esperanza. Bobby le correspondió, se levantó de la cama y caminó despacio hacia la puerta.

-Bobby-le llamó y este se giró-. Gracias, por todo.

Bobby solo asintió.

-A ti, hijo.

Al tiempo que Bobby salía por la puerta, Sammy entró corriendo hacia Dean con su pijama de dinosaurios, gritando y echándose encima para hacerle cosquillas. Dean tuvo que levantarle en el aire para que se estuviese quieto. Nunca le había visto tan feliz.

-Este niño tiene una energía inagotable-suspiró Helen desde la puerta-. Terminad de preparar las mochilas para mañana y a dormir, venga.

-Ya has oído, Sam. Se acabó por hoy.

A la mañana siguiente, Helen arrancó el coche mientras Bobby abría el taller que había junto a la casa. Dean y Sam pudieron ver cómo el viejo mecánico lucía su mono manchado y su gorra con orgullo, comprendieron que era porque lo que tenía lo había ganado con el sudor de su frente. Los dos chicos se subieron en el coche, cargados con las mochilas, y los tres se despidieron de Bobby por las ventanillas bajadas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 03, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

GentleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora