—¿Así? No me interesa. —mascullé entre dientes.

—Tanto le dolió que le fueras infiel que a la semana ya se había buscado otra, y de su clase. —se burló ignorando por completo lo antes dicho por mi parte. —Se nota lo reemplazable que puede llegar a ser la gente como tú. 

Y su comentario por alguna razón me dolió. Obtuve una postura más firma y apreté las mangas de mi buzo intentando no querer ir contra a ella y estampar mi puño contra su rostro, aunque sabía que era débil y que la agresividad no era parte de mí. Algunas personas ya estaban presenciando la escena y no quería que otro escándalo más se armara.

—Ya te dije que no me interesa. —repetí en un balbuceo con mi voz ronca.

—¿Qué se siente que te reemplacen, Mía? —reafirmó mi nombre, volviendo a ignorar lo que dije. —No sería la primera vez, por cierto, recuerdo que siempre se iba junto a ella y te dejaba sola. Ahora por fin se deshizo de la basura, ¿no es así?

Aun que esta vez no dejé que siguiera.

—Para eso te tienen a ti, maldita perra. 

Su boca se abrió al igual que sus ojos, me miró indignada para después, la furia presenciarse en su rostro y ponerse roja del enojo. 

—Me las vas a pagar. —siseó a cascarrabias para darse la vuelta e irse de ahí. 

Las miradas se pasaron sobre mí y me arrepentí de haber dicho lo anterior, así que opté por lo primero que mi subconsciente me gritó. Huir. Girando sobre mi propio eje entré al salón de clases, en donde mi cuerpo se heló, el del rubio ya hacía presencia y su rostro tenía una media sonrisa que se fue desvaneciendo en un fruncido de labios poco a poco, agradecí dentro de mí al notar que no éramos los únicos en el aula, así que rápidamente tomé mi asiento y esperé a que la profesora llegara. 

Mi día estaba empezando con el pie izquierdo y aseguraba que no terminaría con el derecho. 

Y lo confirmé cuando a la cuarta hora ya no pude soportar a otro profesor retándome por mi distracción y falta de concentración, resignándome me fui hasta el campo para poder liberarme un poco de todo, desvaneciendo todos mis recuerdos y echando mis preocupaciones hacia el fondo de mi mente. 

—Si sabes que lo que estamos haciendo está mal, ¿verdad? Sobre todo, yo, que soy alumna libre.

A mi frente, Alexa repitió una vez más, volviendo a enarcar una de sus finas y perfectas cejas. Se había unido a mi escapada cuando me vio cruza la puerta que daba hacia las canchas, y no era la primera vez que pasaba algunas horas de fuga conmigo. 

Bajando la mirada inflé una de mis mejillas mientras con una voz baja le susurré un porqué, aunque ya tenía la respuesta por mi propia cuenta, solo quería seguir matando el tiempo.

—No está bien que faltes a clases, Mía, y yo no debería estar contigo pasando la hora.

Tirando la hierba del campo, desinflé mi mejilla, aún sin contestarle le devolví la mirada, sus ojos tropezaron con los míos y lancé un poco del césped que había cortado en su dirección. Ella torció los labios e hizo tronar su lengua indicando que mi acción le disgustó, sin embargo, solo se sacudió. Aún en silencio de mi parte, la chica estiró un a de sus piernas colocándose con ellas en forma de V y volvió a hablar.

—Deberías hacer algo por ti misma—pronunció ladeando la cabeza, le indiqué una arqueada de cejas y ella echó una risa. —No te ofendas, pero te ves horrible.

—Lo sé—hablé después de mantenerme callada desde que mi trasero y el de la chica habían tocado el suelo.

Desvié mis ojos a lo lejos del campo, el cual se encontraba en completo solitario sin ninguna persona andando allí. Dediqué unos cuantos segundos más para ver a la nada dejando que el aire fresco de invierno diera contra mi cara causando que mi piel se erizara. De nuevo, la voz intranquila de Alexa volvió a interrumpir.

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora