Hablando.

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La reunión había acabado, México fue con la ONU para "hablar" sobre temas importantes, solo quería quedarse ahí hasta que todos salieran.

Sin embargo, la organización tenía cosas que hacer, así que solo hablaron un rato.
Chingada madre...— salió con la cabeza baja, intentando pasar desapercibido.

A lo lejos, Rusia se encontraba solo en la cafetería, su mirada gélida pasaba por todos los países, pero se detuvo en uno, México.

Lo miro por unos momentos, bueno, al parecer fue mucho tiempo ya que el latino también lo estaba mirando.
México le sonrió y le saludo tímidamente, por no decir incómodo.

Paso por varios países que lo veían como una jugosa presa y ellos eran los cazadores acechando con agilidad.

—H-hola.— susurro México llegando al lado del euroasiático.
¿Que quieres?— respondió cortante, no era su culpa, no había hablado con alguien de manera informal desde hace... 9 años.

Uh, y-yo quería ver si podía sentarme contigo...— su voz se fue haciendo cada vez más baja, pero el ruso logro entenderla a pesar de aquello.
Ya que.— le hizo un ademán con la mano y apunto a la silla, el mexicano se acomodó y a su lado, una camarera llego.

¿Que es lo que quiere?— pregunto con un tono arrastrado, como si hablar le fuera molesto.
Q-quiero un té, p-por favor.— le sonrió con dulzura, estaba nervioso, pero la sonrisa no se la quitaría nadie.

La chica lo miro un rato y después solo asintió algo embobada y se fue casi corriendo de la mesa, dejando al mexicano algo extrañado.

El ver a alguien con brillo en su rostro es imposible de ver en estos días, algunas veces les sorprende, otra simplemente las hacen enojar.— explicó Rusia sin tomarle importancia al asunto.

Como... ¿Como es tu país?— México bajo la mirada, no quería parecer metiche, pero no sabía de que hablar.
Es frío, literalmente, en invierno nieva casi todos los días, es un lugar con mucha gente, aburrida en todos sus sentidos, pero siempre intentan sobrellevar las cosas.— suspiro cansino, estas cosas le estaban llevando a su límite.

Oh... Bueno.... E-este, ¿Te gusta el pan?— la pregunta desconcertó por completo al ruso, volteo a ver al latino encontrando un sonrojo en sus mejillas, signo de la vergüenza en su ser.
E-eh, pues si, me gusta.— después de eso, el silencio incómodo reino el lugar, el hecho de ser observado por varios países hacia que México quisiera salir corriendo.

El té llego, junto con un cheesecake que se veía muy rico a decir verdad.
La casa paga.— la chica hizo una mueca que parecía ser una ligera sonrisa.

México sonrió, causando un rubor en las mejillas de la chica, quien solo salió corriendo.

O-oye Rusia, s-si quieres que me va-

—Estoy bien con tu presencia.— le dio un sorbo a su café amargo.

A diferencia de eslavo, a México le desagradaba lo amargo, siendo fan de lo dulce.
¿Quieres Cheesecake?— pregunto México después de un rato.

El ruso negó.

¿Ni un poquito?—

Volvió a negar.

¿Estás seguro?—

Asintió.

¿Segurísimo?— El ruso se desespero ante las constantes preguntas de México.
Esta bien, dame un poco.— le dijo algo enojado, en cambio, el norteamericano sonrió y le dio un poco a Rusia.

Eresh molefto.— dijo con la boca llena, causando una so ora carcajada en el latino.

Toda la sala se quedó en silencio.

México lo noto y dejó de reírse, se encorvó en su lugar, intentando desaparecer.
¿Que es lo que quieren?— pregunto Rusia con una voz fuerte que, por el silencio, se escuchó en toda la cafetería.

Automáticamente, todos regresaron a lo suyo.

Colores ★RusMex★Where stories live. Discover now