Capítulo 3.

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Narra Laila.

Cuando llego a mi casa, tiro la pequeña libreta y el boli que cogí para la presentación de hoy del instituto en el mueble que hay al lado de la puerta.

-Laila ¿Eres tú? - Escucho como mi hermana mayor me llama.

-Siii.

-Vente, ya está la comida hecha.

Me adentro en mi casa, cerrando la puerta a mi espalda. Voy al baño a lavarme las manos, y las seco con una toalla.

-¿Qué hay hoy de comer?- Pregunto. Hoy tengo mucha hambre.

-Antes de irse a trabajar, papá nos ha preparado macarrones y los ha dejado en el microondas para calentarlos cuando lleguemos.

Mmmmm. Que rico, macarrones.

Justo en ese momento, recuerdo que a parte de tener una hermana mayor, tengo una hermana pequeña.

-Oye, Margot. ¿Dónde esta Cat?

-Esta en la casa de los vecinos.

-Aja.

Me senté a comer mi enorme plato de macarrones en frente de mi hermana en la mesa de la cocina. Mientras, cogí mi móvil y con mis auriculares ya en los oídos, puse un capítulo de la serie que estaba viendo. Y recordé que no teniamos vecinos. De un tirón saqué los auriculares de mis oidos, y miré a mi hermana con una ceja levantada.

-¿Vecinos? ¿Qué vecinos? Que yo sepa no tenemos vecinos.

Mi hermana pegó un pequeño brinco de sorpresa, ya que no se esperaba mi reacción.

- ¡Laila! ¡Qué susto! Pues los nuevos vecinos, llegaron hace una semana. Mamá dijo que fueramos a saludar. ¿No fuistes? - inquirió.

-Pueeess... Bueno... Yooo... Lo olvide ¿vale? - Solté. - Ni siquiera me enteré que ibamos a tener vecinos.

Mi hermana me miró con un brillo malévolo en sus ojos, y sonrió de medio lado, lo que me hizo sentir inquietud.

-¿Qué piensas?- Le pregunté sin rodeos.

-Bueno, si no has ido a saludar, entonces no sabrás que los vecinos tienen dos hijos. Y que uno es de tu edad. ¿Cierto? - El brillo de sus ojos era cada vez más malévolo.

-Y ¿qué pasa con que tenga mi edad?

-Nada, nada.... Oye, cuando te termines los macarrones, ve a recoger a Cat de la casa de los vecinos. ¿Quieres? - Dijo pasando detrás de mí para soltar su plato, ya terminado en el fregadero. - Y friegas tú. - Y con eso mi hermana desapareció de la cocina.

Bufé. Lo último que me apetecía hacer ahora es ir a recoger a mi hermana.
Me demoré lo más que pude en terminar mis macarrones con tomate frito. Al final, no vi la serie, se me habían quitado las ganas. Cuando acabé con mi plato, fui al frigorífico y saqué un yogur. Me senté en la encimera para comermelo y al terminarlo, pensé que debía de hacer frente a lo que me esperaba.
Realmente odiaba conocer gente nueva, me incomodaba muchísimo.
Pero no había de otra.

Salí de mi casa sin mirarme al espejo, total, era ir de mi casa, a la de al lado. La cual quedaba de la puerta a unos cinco metros. Llamé al timbre, y esperé.

Intenté agudizar el oído, por si captaba algún sonido. Y así fue. Se escuchaban risas, tanto las infantiles, que lo más probable es que pertenecieran a mi hermana, como unas risas mas graves, qué podrían pertenecer a un adolescente.

Tenía miedo. Era irracional, pero tenia miedo.

La puerta se abrió dando paso a un chico bastante alto, con rulos color chocolate y unos enormes ojos color miel. Era muy guapo, pero de una belleza normal, no muy exagerada tipo Sean O'Donnell.

- Hola, ¿Quién eres?- Preguntó. Hasta su voz era bonita.

-Yo... Soy Laila, la vecina... bueno, una de las vecinas... Venía a recoger a mi hermana, Cat.- Dije atropelladamente, trabandone con mi propia lengua. Dios, no puedo ser así, ¡De seguro parezco una tonta!

-Bien, Laila, encantado- Dijo tendiendome la mano, la cual acepté. -Oye Laila, no es por ser entrometido ni nada...- Titubeó por unos segundos, qué hicieron que los nervios acudieran a mí como una ola.- Pero, has comido espaguetis o macarrones o algo así ¿cierto?.

-Eeeeh... sí... ¿cómo supiste?

Este chaval era muy raro a decir verdad.

-Esto, es que tienes tomate frito... aquí- Y mientras decía dónde tenía tomate frito, hizo volar su pulgar hacia la comisura de mi boca, rozando suavemente y llevandose con él, las manchas de mi comida.

Ese acto me puso tan nerviosa, que me quedé en shock.

Alerta a todas las unidades de mi cerebro, creo que se me ha parado el corazón.

-Eh, esto... Gracias - Titubeé. Y solté el aire que no me dí cuenta que había retenido.

-Lailaaaa, ven a jugaaar. - Por detrás del chico, apareció mi angel salvador en forma de niña pequeña.

-No Cat, tenemos que irnos a casa, ya. - Dije mientras le agarraba la pequeña mano. - Muchas gracias por cuidar y jugar con ella, y encantada de conocerte... - Dudé, ya que no sabia su nombre- vecino.- Solté al final.

-Igualmente...

Y me dí la vuelta con mi hermana de la mano antes de dejar que terminara la frase.

Joder, que vergüenza dios. ¿Cómo iba a superar esto mi orgullo? ¿Quién coño se cree que es para tocarme la boca? Ay dios, nunca más volveré a comer macarrones mientras recuerde esto.

¿Qué dirán mis amigas cuando les cuente lo que me ha pasado con mi vecino el chico raro?

No, no podían enterarse, se estarían riendo de mi durante muchísimo tiempo. Además ni siquiera me sé su nombre.

Por el resto del día organicé las libretas y los libros que iba a necesitar para el instituto, pensando en sí él iría al instituto. ¿Y si era mayor? Ojala, no podría verle todos los dias despues de haberme ido dejándolo con la palabra en la boca. Que vergüenza.

Laila, espabila joder.

No puedes seguir siendo siempre tan tímida.

¿O sí?

N.A

Nuevo capítuloooo, dejadme en los comentarios quien queréis que narre el siguiente.

¿Margaret, Lexy u Olivia?

Headache.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz