CULMINACIÓN:

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X

Sakura estaba parada en la entrada de la Aldea, llevaba allí un par de horas, pero no importaba si tenía que esperar un día entero, no se movería de ese lugar. Shizune le había confesado que Kakashi regresaba de misión ese mismo día, así que ahí estaba ella desde las primeras horas de la mañana.

Por fin lo vería de nuevo, por fin podría confesarle que sabía la verdad y entonces se lanzaría a sus brazos y ya nada podría separarlo. Todo sería perfecto. Sakura ya podía imaginarlo todo, una sonrisa imborrable estaba plasmada en su rostro, sus ojos brillaban con tanta fuerza que ni el sol más luminoso podría competir con ellos; su estómago era un cúmulo de sensaciones y su corazón martillaba intranquilo en su pecho.

Por fin los divisó, las figuras de unos ninjas se veían a los lejos y la médico estaba segura de que entre ellos estaba su sensei. Ni siquiera lo pensó, se echó a correr como una niña pequeña, mientras su melenita rosada se ondeaba a la par del viento. No tardó en distinguir una melena rebelde y gris y entonces una sonrisa aún más grande se formó en su rostro.

Pero su corazón se detuvo en seco, sus piernas se plantaron el piso y no se movió ni un solo centímetro más, su sonrisa se desvanecía de a poco. Después la embargó un sentimiento que reconoció a la perfección, era su corazón rompiéndose.

Su sensei, el que alguna vez ella conoció como Colmillo Blanco, no estaba solo. Y no se trataba de los ninjas que lo acompañaban, se trataba de una mujer que tomaba su mano, caminaban con las manos entrelazadas. Y no sólo eso, ella tenía un abultado vientre que mostraba orgullosa.

Los ojos jade de Sakura comenzaron a arder, había un nudo inmenso en su garganta que la estaba sofocando. No podía ser cierto.

Pero su sensei le demostraba lo contrario, le sonreía a la mujer y no dejaba de acariciar su vientre, la veía como un hombre enamorado, amaba a una mujer que no era ella. Y que nunca sería ella...

Sakura despertó en su cama, estaba bañada en sudor. Había sido un sueño, mejor dicho, una pesadilla. Prendió la luz de una pequeña lámpara y se aseguró de estar en su habitación, era de madrugada, nada había sido real así que pudo respirar un poco más tranquila.

Secó su frente y su rostro, había lágrimas en sus mejillas que no había podido retener y es que esa pesadilla había sido tan real. Su corazón se negaba a tranquilizarse, su pecho subía y bajaba con irregularidad y el nudo en su garganta se negaba a desaparecer.

-No se atreva a olvidarme, sensei.

Susurró a la nada. Tenía un profundo miedo que se materializaba en sus pesadillas, ¿qué sucedería cuando el ex ANBU volviera? Esperaba que volviera solo, esperaba tener una oportunidad.

La última lágrima terminó por caer de su mejilla.

-Fue sólo una pesadilla – se repitió a sí misma.

Kakashi podía ver la Aldea Oculta entre las Hojas, regresaba después de más de un año. Podía ver a lo lejos el muro Hokage, el rostro de la Quinta ahora acompañaba a las generaciones anteriores, seguramente no era el único cambio, pero sí era el más visible desde la distancia.

Sin darse cuenta apresuró el paso, no, no había nadie que lo esperara, nadie que lamentara su prolongada ausencia o deseara verlo de vuelta, pensar en eso alentó sus pasos. Lo único que lo esperaba era una casa vacía, seguramente empolvada, una cama fría y ni un solo rastro de comida decente, pero después de una misión tan larga, incluso eso no sonaba tan mal. Después de todo ya estaba acostumbrado.

-Es bueno volver, ¿no lo crees? – le preguntó una compañera. Eran cercanos, no tanto como lo fue con Shion, pero sin duda disfrutaba su compañía. Tenían potencial.

ANTES DEL SIETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora