Capítulo 19

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Llegamos a un restaurante que a mí parecer era lujoso, lo miré con cara de espanto porque no traía el atuendo perfecto para éste restaurante. Iba normal vestida.

—¿Porque no me dijistes que veníamos a un restaurante lujoso? —le miré enfadada.

—¿Quién te ha dicho que íbamos a uno lujoso?

—¿Sabes que es de mala educación responder con otra pregunta? —le hice cara.

— A ver nena, no te he dicho que veníamos a uno lujoso porque no es verdad, al que vamos está detrás de éste. —Hizo gestos con la mano.

Me quedé callada porque me sentía la persona más estúpida en este momento. No sé porque tuve que pensar que me traería a uno de lujo. Será porque siempre que he estado con él hemos ido a sitios así. Como el desfile de moda cuando estaba allí.

Caminamos y dejamos atrás aquel lugar, giramos hacia la derecha y era un restaurante distinto, era sencillo y estaba muy bien decorado por fuera, entramos y le dijo a una chica que había allí con las reservaciones que tenía una mesa a su nombre. Está la miró en un gran libro que tenía y asintió, nos condujo hacia el lugar donde tenía la reserva y nos sentamos, uno enfrente de otro con vista fuera.

Nos sirvieron y comenzamos a cenar. Mientras lo hacíamos íbamos hablando de temas diversos, me sentía bien y cómoda, de hecho ya extrañaba yo estas conversaciones.

De la forma en la que tenía de hablar y de estar conmigo parecía que había cambiado, pero hay veces que eso es imposible, por el mero hecho de que una persona nunca cambia.

Terminamos de cenar, pagó y nos fuimos a darnos un paseo por la zona. Llegamos a un parque de atracciones y nos montamos en todo lo que pudimos. Fuimos a las tómbolas y sacó un peluche gigantesco en forma de oso. Me lo dio para mí, y después sacó otro peluche para su hija.

Me senté en un banco que había.

—¿Ya estás cansada? —dijo mirándome.

—Si. —Conteste afirmativa.

—¿Quién es el viejo ahora ehh? —Se cruzó de brazos y quedó observándome.

—Tu sigues siendo el viejo, lo que pasa es que tu no llevas tacones. —Respondí.

—Quitatelos.

—No quiero, me clavaría todo lo que hay en el suelo, hasta incluso si hay alguna colilla seguro me quemaría el pie, y no es plan.

No dijo nada y se sentó a mi lado. Aguantó un rato y después se fue hacia un puesto de algodones de azúcar que había allí. Vino, volvió a ponerse en el mismo lugar y nos comimos el algodón. Al terminarlo, tiramos el palo a la basura y anduvimos hasta el coche que lo tenía aparcado cerca de donde yo vivía, por suerte no era un trayecto demasiado largo ya que hubieran como veinte minutos o así. Me monté y condujo hacia un hotel, según el me dijo que quería pasar toda la noche conmigo cosa que a mí no me importaba en lo absoluto al contrario, también moría por estar con él.

Llegamos, aparcó y bajamos par después entrar y hablar con la recepcionista ya que tenia una Suit reservada.

Subimos.

Al entrar en la habitación estaba súper bonita y era mi grande, tenía jacuzzi y piscina privada en la zona, había un carrito con una botella de champagne y dos copas, también habían fresas y de todo un poco.

—Vaya, nunca dejas de sorprenderme. —Sonreí y me senté en la cama.

Se acercó a mí y se sentó en la cama,
abrió la botella y sirvió una copa para mí y la otra para él.

—Por nosotros y por un nuevo comienzo —dijo alzando la copa. Imité el gesto y sorbí.

El líquido amargo bajo por mi garganta haciendo que las burbujas quedarán arrancadas en la garganta, pero después el segundo trago entró más rápido.

Nos miramos y comenzamos a besarnos, nos besamos con ganas, con ansias, como si fuera la última cosa que hiciéramos en el mundo, sus labios bajaron hasta mi cuello y depositó pequeños besos a lo largo de este. Cerré los ojos y me deje llevar, poco a poco fue tumbandome en la cama y él se posicionó encima de mi, levantó mi camiseta quitándomela por la cabeza y dio suaves besos por mi abdomen, ya podía sentir como se me ponía la piel chinita, y sabía que estaba en mi lugar. Quité su camiseta y acaricié su espalda al compás que quitaba la camiseta, nos miramos y sonreíamos.  

Siguió su camino hasta que me quedé completamente desnuda ante él. Sentía las llamadas mariposas en el estómago y tenía ganas de que llegar a la parte que tantos deseábamos. También le quité la ropa y comenzó a acariciar su masculinidad con mi feminidad y hacia que me calentará al instante.

—Por favor Ethan, hazlo ya. —Dije con la voz tambaleante llena de placer.

—Lo haré, pero no por qué tú me lo digas, si no porque también tengo ganas de hacerte mía —Susurró en mi oído y acto seguido dio un pequeño mordisco en mi oreja.

Jadeé.

Se abrió pasó en mis piernas y comenzó a introducirse poco a poco dentro de mi.  Podía sentirlo y la sensación que me trasmitía era algo surreal, parecía como un cuento de fantasía donde nada es real, encajabamos perfectamente como piezas de puzzle.
Sentía que este era mi lugar favorito del mundo, en el cual sintiera el contacto de su piel con la mía.

Las embestidas fueron aumentando hasta que ambos llegamos al clímax, salió de mi y me giré hacia la zona de la ventana observándola y él se abrazó a mi apoyando su cabeza en mi hombro y acariciándolo con caricias suaves.

Nos quedamos dormidos abrazados. Sintiendo piel con piel. Como si nada hubiera pasado y seguiríamos juntos desde entonces.

Al día siguiente me desperté por el sol, ya que entraba por la ventana, entre abrí los ojos y vi que la ventana estaba abierta y las persianas subidas. Menos mal que ya estábamos en mayo y hacia un tiempo estupendo de primavera.

Me giré y no lo vi, por lo que comencé a buscarlo. Estaba dándose una ducha.

Llamaron a la puerta y me puse una camisa de él que había encima de la cama no iba a abrir la puerta desnuda para que todos me miraran. La abrí y entró un hombre con un carrito donde había de todo para desayunar le di las gracias y este se fue. Salió Ethan y empezamos a desayunar.

Cayendo en la tentación (Completada)Место, где живут истории. Откройте их для себя