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Entonces, con la mirada fija en el oscuro techo de la camioneta mientras "Heavydirtysoul" sonaba en sus audífonos, Monty comenzó a darse cuenta de que quizá dos shots no fueron suficientes.
Ni para él mismo, que ahora lucía un brazo en cabestrillo y una larga venda azul encargándose de cubrir un pequeño agujerito en la base de su cuello, por el que parecía haber sido atacado por un vampiro al que le faltaba un diente.
Las manos huesudas de Monty también estaban envueltas en venda gris que escondía las heridas que se había hecho al caer sobre la botella de vidrio.
Tampoco habían sido suficientes para el otro, quien estaba sentado a su lado, inmóvil y un poco enfermo. Su cabello tintado de rosa se había deslavado, pero seguía viéndose bien.
-me siento mal, Monty - dijo el pelirrosa. Monty se removió y volteó a verlo, esbozando una mueca al no haber oído bien sus palabras. Se quitó los audífonos.
-¿qué dijiste, Angel?
El mencionado no contestó, obligando a Monty a tocarle la pierna para hacerlo reaccionar.
El labio inferior de Angel tembló ferozmente, pero se mantuvo tranquilo. El de vendas llevó su débil mano al cuello ajeno y comenzó a acariciarlo, recibiendo una sacudida por parte de éste.
-tengo mucho miedo, Mont.
-¿y tú crees que yo no lo tuve cuando disparé la segunda vez? - respondió veloz, sonriendo suavemente para no asustar a Angel.
-la bala rebotó, de todas formas.
Monty se puso tenso, e inconscientemente se llevó la mano al brazo enyesado. Estuvo casi seguro de que las puntas de sus dedos agarrotados se detuvieron en el mismo lugar en que se encontraban los demás agujeros de bala.
-no soy adivino, Ang. No tenía idea de que eso pasaría.
-pero yo si. Lo vi, te lo juro.
Ang lloró un poco antes de posar su negra mirada sobre el tranquilo rostro de Monty, quien pasó el pulgar por la comisura de sus labios magenta igual que lo había hecho el día anterior.
-solo viste que lo intentaríamos de nuevo. Que yo sepa, jamás supiste que las balas iban a rebotar en el marco del espejo.
-¿por qué tuviste que fallar, Mont? -preguntó más alto, con un tono que sonó tan triste que a Monty le crujió el corazón.
-la puntería me falló por un pelo, Ang. No es fácil disparar con una herida en el hombro.
-no está en tu hombro. Está en tu cuello, y ni siquiera es tan profunda.
Una punzada se hizo presente en la ya mencionada herida, provocando que a Monty se le pusiera la piel de gallina a pesar de llevar una gruesa sudadera negra. Angel pareció sentirlo, pero no hizo nada al respecto más que suspirar. Ya habían tenido esa discusión antes, y siempre quedaba en que lo del sacacorchos había sido un accidente.
-no fue mi intención decepcionarte, Angel. Solo dios sabe cuanto quiero salvarte, y cuanto quisiera no fallar cada vez que lo intento.
El pelirrosa se enjugó las lágrimas y apartó los dedos del otro de su rostro para tener el camino libre. Se le acercó delicadamente y comenzó a dejar besos sobre sus mejillas y parte de su cuello, al menos la que no estaba envuelta en vendas.
-¿empezarás a ponerte cursi, Ang? -preguntó Mont, acomodándose en el asiento para que Angel pudiera recargarse sobre él.
-es que siempre consigues componerme-murmuró, haciendo soltar un suspiro a Monty al succionar su piel tibia. Éste hundió los dedos entre su cabello rosa pastel.
En realidad, Monty no siempre lo conseguía. Por ejemplo, el día anterior había cometido un error bastante grande al sacar la pistola del cinturón.
Mont echó la cabeza lo más hacia atrás que le permitía la venda. Su columna tembló al sentir las delicadas manos de Angel buscando desabrochar el cierre de su sudadera, las frías puntas de sus dedos rozando el costado derecho de su cuerpo, el cuidado con el que se movía encima suyo para no mover su brazo enyesado.
Monty cerró los ojos cuando los labios ajenos besaron los de él. El calor de su cuerpo subió sin previo aviso, como si hiciera caso omiso al invierno en el que estaban.
Pero de pronto la boca de Angel se abrió más de la cuenta. Su mano se cerró en un puño alrededor de la prenda negra de Mont, y de su garganta escapó un gemido bajo.
-está pasando otra vez- murmuró con cuidado, articulando las palabras lo mejor que podía al verse obligado a respirar por la boca y hablar sobre los labios de Monty.
Después de tantas veces, Angel seguía sin saber como reaccionar cuando eso pasaba. Por momentos, parecía que el miedo se lo estaba comiendo vivo, con cuchillo y tenedor. Sollozó, y Monty, sin pensarlo, lo envolvió con el brazo que tenía libre.
Angel nunca dejaría de tener miedo. Mont se había dado cuenta de ello cuando lo había encontrado bebiendo dos shots de tequila, con el sacacorchos empuñado sobre su suave pecho y clavándole la mirada a esa extraña sombra negra en la botella de vidrio verde, llorando a lágrima viva. Recordó el impulso de detenerlo que sintió, tan incontrolable que corrió los pocos metros que los separaban en tiempo récord. Se lanzó sobre él, y su mano desprotegida recibió el impacto contra la botella de vidrio, que estalló en miles de pedazos afilados que atravesaron su palma.
Entonces miró hacia abajo. Un delgado hilo de sangre bajaba por su pecho por dentro de la playera. Un dolor agudo le atravesó la garganta, y el sacacorchos cayó al suelo con la punta cubierta de liquido rojo. El de cabello rosa gritó, asustado. Se jaló los cabellos rosados y trató de alejarse de Monty, quien lo apretó fuerte entre sus brazos. En ningún momento le permitió irse.

-Mont-se quejaba dolorosamente -dispara ya.
Monty ya había disparado dos veces.
Dos shots.
El reflejo de la sombra negra en el espejo inundaba su cabeza junto con el recuerdo de cuando su mano temblorosa jalaba el gatillo, la rota garganta de Ang ahogaba un grito mientras sus ojos negros iban siguiendo con increíble exactitud la trayectoria de la bala que rebotaba en el marco e iba a parar al antebrazo de Mont. Pero él no se quejaba. En cambio, le sonreía a Ang como si todo estuviera de maravilla, mientras su dedo disparaba la nueva bala que rompía el espejo. La sombra tembló antes de desmoronarse junto con Angel, quien lloraba a lágrima viva.

-tranquilo, cariño-le dijo, igual que lo hizo aquella vez para calmarlo. En ambas ocasiones el pelirrosa suspiró y se quejó, derramando lágrimas sobre su rostro.
Sólo dios sabía cuánto quería salvar Monty a Angel.
Se llevó la mano al cinturón. La pistola aún estaba ahí, fría y pesada y con una bala más en el cartucho. La toqueteó con cuidado mientras acariciaba el cabello rosa de su pareja, quien aún temblaba derrumbado en su pecho.
Miró a la ventana.
La sombra estaba ahí. Le sonrió mientras observaba con avidez a Angel, como si lo deseara para ella. Nadie más que ella.

Monty gruñó. Angel, con todo el esfuerzo del mundo, levantó la cabeza para poder verlo.
-va a doler, Angel- advirtió Mont. Sus fieros ojos color rojo oscuro se clavaron en el cuello de la sombra, reclamando la sangre que había perdido por su culpa.
-¿qu...?
La voz de Ang voz fue apagada por el estallido de la ventana. Volteó a verlo justo cuando la bala la tocó, y pudo distinguir cada grieta abriéndose paso en el vidrio. Su respiración se cortó por un segundo, un pinchazo le atravesó el pecho y escuchó un grito largo y triste. Hubo un apagón en su cerebro, y el pinchazo se volvió tan agudo que le arrancó un grito. Se retorció sobre Mont, quien sonreía para sus adentros al ver que la sombra temblaba y comenzaba a desvanecerse. La miró con aire desafiante y le apuntó con la pistola, aún sabiendo que ya no tenía balas.
-nadie puede herirlo, ¿oíste?
Al oír la voz de Monty, Angel consiguió calmarse un poco y guardó silencio, logrando observar una última vez a los ojos de la sombra antes de que desapareciera, diciéndole adiós con la mano delgada.
-¿ves, ángel? Sólo cuatro disparos fueron suficientes.
-fueron tres.
-y uno de amenaza.
Angel logró sonreír. Pidió que la sombra jamás volviera, y si lo hacía, que Monty aún estuviera dispuesto a disparar.



Quedó medio feo pero ya quería volver u.u

Slow Down - One Shots (Activa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora