—Combina con tu ropa —me encojo de hombros.

—Eres un imbécil.

Ese es el resultado por esperar algo de mí, jamás obtendrán lo que quieran, no estoy acostumbrado a eso.

—Pues yo no soy el que tiene comida sobre mi ropa —me mofo—. Yo no soy la persona con ropa del siglo pasado y que tiene un aspecto bastante horrible, no soy la persona que es el centro de burla en este momento.

Mis amigos se ríen y todas las personas que están en la cafetería empiezan a burlarse más de ella.

Levanta su mano izquierda y repara en mi mejilla derecha. Siento como la sangre empieza a hervir dentro de mí y la furia se apodera de todo mí ser. Le agarro la mano y mis ojos la miran con furia, a ella parece no importarle y se suelta con fuerza de mi agarre.

—Eso solo afirma lo dicho —digo con rudeza.

Pasa junto a mí a toda prisa y furiosa.

No me importa mucho, esa bofetada ha pagado todo lo que le he hecho, así que estamos a mano.

~*~

Las clases terminan y no he visto a la chica desde lo ocurrido en la cafetería. No tengo ni la menor idea de en dónde podrá estar, tampoco he visto a Ana, su amiga.

Estoy en el estacionamiento de la universidad, mi auto está bajo la sombra de un árbol. Como Christopher pasará por mí, le pedí a John que lo llevara a mi departamento y dejara en el estacionamiento.

Me recargo de la pequeña barda que está a un lado de los escalones de la entrada al edificio de la universidad. Saco un cigarrillo y lo prendo, le doy una calada y luego suelto el humo retenido en mi boca. Cuando termino el cigarrillo que tengo entre mis dedos, lo apago y tiro.

Veo pasar a Ana e instintivamente corro junto a ella, la detengo del brazo y la hago girar hacia a mí.

—¿Qué te pasa? —me dice molesta.

—¿Dónde está?—pregunto sin rodeos.

—¿Quién?

—Tu amiga.

Se frota el brazo y luego se pasa un mechón de su cabello detrás de la oreja.

—No creo que sea de tu incumbencia, no después de lo idiota que puedes llegar a ser.

El claxon de un coche nos sobresalta. Es Chris.

Le hago una señal para que me espere.

—Tú no sabes nada de mí, así que no me vengas con ese cuento.

—Sé lo debo saber de ti, además —se endereza y me dice enojada—, a ti qué carajos te importa. Te burlaste de ella y por si fuera poco fuiste un verdadero patán, así que ahora no me vengas con que te preocupa saber en dónde está.

En realidad a mí no me interesa como se encuentra, sólo quiero saber si no soy responsable de que haya cometido una estupidez. No quiero sentirme culpable.

—Sólo preguntaba por cortesía.

—Pues no lo hagas y sólo limítate a estar lo más alejado posible de mi amiga. Tú no eres bueno para ella ni para nadie, solo causas desastre donde metes tus narices. Una prueba clara es lo de hace un rato, la humillaste y dejaste que todos se burlaran. Sólo bastó con que supieras de su existencia para empezar a joder su vida.

Sus palabras me hacen pensar. Jamás imaginé que con unas cuantas veces que hemos cruzado palabras ya le estuviera jodiendo la existencia. No sabía que tenía semejante habilidad.

—Esa no es mi intención, yo...

—Tú nada. Y ese es el problema, haces las cosas sin pensar en los demás —suelta un suspiro—. Tan sólo hace unos días no sabías que ella y yo existíamos, no entiendo tu repentina manía de querer jodernos.

—Esa no es mi intención, yo no controlo las consecuencias de los actos —digo con toda sinceridad.

—Pero sí puedes controlar las acciones de tus actos —dice—. Sólo déjanos en paz y no te metas con nosotras.

Se da la vuelta y sale casi corriendo.

Me quedo pensando un momento sus palabras y es cierto, no puedo seguir jugando con fuego. Llevamos desde el inicio de la carrera juntos y jamás me había percatado de su presencia y existencia.

Me subo al auto de Christopher y dejo todo lo que ha pasado a un lado.

—Me alegro de verte, Daniel —dice con ese tono formal que acaba de adoptar.

—Déjate de formalidades —me pongo mis gafas— Pero yo también me alegro de verte.

Viene vestido para la ocasión.

—Veo que estás mejorando —le digo.

—Yo no puedo decir lo mismo de ti.

—Pues no hay mucho qué decir de mi vida, es decir, soy el mismo de siempre y creo que no cambiaré.

—Eso no lo pongo en duda —esboza una sonrisa y se pasa la mano por el cabello.

Lo veo mucho mejor que la última vez. Ya ha pasado tiempo desde que pasó lo de Samantha, me alegro de que esté mejorando y superando todo eso.

El celular de Christopher suena y contesta por el manos libres.

—Sí, ya casi llegamos —su expresión se vuelve dura—. En cinco minutos estamos ahí.

Cuelga y lo miro pidiendo una explicación.

—¿Quién era?

—Ya lo verás.

Llegamos al club y nos bajamos del coche. Christopher se encargó de traer lo adecuado y necesario para el juego de esta tarde. Y con el hecho de que no me haya dicho con quién habló, me tiene bastante ansioso.

Entramos y cuando llegamos a la mesa del restaurante que está en el club, me encuentro con Emma y David sentados.

Miro a Christopher.

—¿Qué hacen ellos aquí?

—Están de vacaciones y por cortesía decidí invitarlos.

—No me agradan —digo con absoluta sinceridad—. Son unas personas hipócritas que sólo les importan sus intereses.

David nunca me ha caído bien, y su hermana no me ha hecho nada, al contrario, dentro de lo hipócrita ha sido muy amable conmigo, pero sólo lo hace porque quiere ganarse a Chris.

Bien Müller, prepárate para la larga tarde calurosa que te espera a lado de estas personas que se creen superiores solo por tener dinero.

      

Te prohíbo enamorarte (MARZO)Where stories live. Discover now