Capítulo 7

23 9 2
                                    

J  U  L  E  S

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

J  U  L  E  S

El resto del día prosiguió más o menos en la misma línea: apenas podía mover un dedo sin que Dylan me gritase. Empezaba a pensar que las descripciones que sus compañeros me habían dado de él encajaban a la perfección: temperamental, frío y distante. No era agradable estar con él, y sin embargo, yo estaba dispuesto a sacar su lado bueno.

Al final del día, Dylan parecía a punto de caer al suelo. Tenía círculos oscuros bajo los ojos, contrastando con su pálida piel. Debería haberle dejado dormir: seguramente no habría dormido nada aquella noche. No obstante, a pesar de su fatiga, no le vi parar de trabajar.

—Em... Dylan —dije lentamente, temiendo que se enfadase y me lanzara una llave inglesa—. ¿No deberíamos ir ya a dormir? Es tarde.

—Puedes irte si quieres —gruñó él—. Yo me quedo.

—Con todo respeto, parece que estás a punto de desmayarte —comenté, tratando de ser lo más amable posible, aunque era difícil teniendo en cuenta lo borde y seco que estaba siendo conmigo.

—No... —me señaló con su destornillador de forma amenazante—... me digas lo que tengo que hacer.

Alcé mis manos, dándome por vencido—. Lo sé, lo sé, pero pareces cansado.

—Estoy bien —soltó—. Anoche no dormí mucho, ¡gracias a ti!

—¡Lo siento! No creí que querrías que hiciera nada sin tu permiso, y no parecía que dormir encima de esa mesa fuera muy cómodo.

Dylan levantó la mirada de la pieza que estaba arreglando. No pude ver sus ojos azules observándome detrás de las gafas de mecánico que llevaba puestas, pero sabía que me estaba estudiando como si fuese un libro. Dylan solía mirarme con confusión algunas veces, como si no supiera qué narices hacer conmigo.

—¿Te preocupaba que estuviera cómodo? —preguntó después de unos segundos.

Me encogí de hombros:—. Sí, bueno, a mí no me haría mucha gracia quedarme dormido encima de una mesa de madera con la cara pegada a un destornillador.

—Gracias... supongo —Dylan sacudió la cabeza antes de volver a centrar su atención en la pieza.

Era la primera vez en todo el día que me había dado las gracias. Le gustaba darme órdenes o decirme que no tocase nada, pero nunca me agradecía lo que hacía. Siendo sincero, seguramente no estaba acostumbrado a tener a alguien que le ayudase. No parecía gustarle la gente, en especial yo.

Viendo que Dylan parecía estar de mejor humor, aproveché la situación para hacer algunas preguntas.

—Tú diseñaste el coche, ¿no?

Dylan alzó la mirada de nuevo, frunciendo un poco el ceño.

—Sí, no es mi mejor diseño, pero tenía dieciséis años cuando lo construí. No teníamos suficiente dinero para comprar uno y modificarlo, así que...

EternalWhere stories live. Discover now