—¿Qué cosas? —susurré, para mí misma.

Sin embargo, supe que me había escuchado. Sus hombros se pusieron rígidos y su mandíbula se contrajo.

No tuve la esperanza de oír su respuesta. Menos aún cuando la camarera llegó con la comida. La tensión disminuyó a partir de ese momento y decidí no insistir. Empezamos a comer en silencio, ninguno dispuesto a retomar la conversación. Podía asegurar que Dominic continuaba sumido en sus pensamientos. Mantenía su mirada fuera del ventanal, como si buscara alguna razón para no hacer contacto visual.

Su distracción me ayudó a apreciar lo apuesto que era. La luz del día chocaba contra su rostro. Sus pestañas parloteaban de vez en cuando, dejando al descubierto el tono claro y brillante de su ojos grises. Tenía una cicatriz al final de la ceja —asumí que había sido por una pelea—, era un poco profunda pero ese defecto no impidió opacar su rostro. Al contrario, lo hacía lucir como un chico temible y rudamente atractivo.

Sus ojos se posaron en mí y nuestras miradas se encontraron. Inmediatamente me concentré en las papas fritas que había ordenado. Mis mejillas estaban hirviendo y cuando lo volví a mirar, logré ver que tenía una media sonrisa seguido de un ligero hoyuelo.

No había nada más vergonzoso que la persona a la que estabas observando te descubriera.

Estuvimos hablando trivialidades mientras lo llevaba a su departamento. Traté de ser precavida ésta vez. Me despedí de él con un agradecimiento. Su vecindario tenía mal aspecto y la mayoría de las fachadas estaban descuidadas. Debía haber pandillas en cada esquina, buscando problemas y vendiendo droga. Esperaba que Dominic no estuviera en ese tipo de embrollos.

Una vez que regresé al apartamento, encontré a Amy en la sala escribiendo y me dijo que Cecy avisó que en media hora vendría a visitarnos. Suspiré, quitándome una preocupación de encima.

—Pensé que llegarías con ella —dijo, dejando los libros y el bolígrafo en la mesita de centro.

—No, fui a comer.

Me senté a su lado y frunció el ceño.

—¿Ah sí, y con quién? —preguntó animada.

—¿De qué clase estás estudiando? —Intenté cambiar el tema tomando uno de sus libros.

Gruñó, arrebatándome el libro de las manos.

—Megan Juliet Lewis, ¿con quién fuiste a comer? —exigió, tal y como mi madre lo haría.

Suspiré, escondiendo un mechón detrás de la oreja.

—Con Dominic.

—¡Oh! El chico tatuado y amargado, lo recuerdo...

—Lo encontré en el gimnasio al buscar a Cecy y cuando me ofrecí a llevarlo a su departamento, me invitó a comer. —Me quedé pensando y luego me encogí de hombros—. Creo que lo hizo para disculparse de su indiferencia.

—Interesante. —Escondió las piernas debajo de sus rodillas—. ¿Sobré qué hablaron? Y si me dices que te ignoró de nuevo, iré a desgarrarle esos sexys tatuajes con las uñas.

Sacudí la cabeza, haciendo una mueca. Nunca sabía cuándo hablaba en serio.

—No conversamos mucho, en realidad. Es muy reservado.

Asintió y luego esbozó una sonrisa lobuna.

—¿No pasó nada más?

—¿A qué te refieres? Fue una salida causal. Eso es todo.

—Ya que se estaba portando amable, ¿no te invitó a su departamento?

Rodeé los ojos.

—Claro que no. Además no iba aceptar si lo hubiera hecho.

—Sí, claro.

No pude evitar soltar una carcajada. Prefería conversar a terminar en la cama con un desconocido.

Los siguientes minutos estuve preguntándole a Amy el cuestionario sobre su examen de mañana. Tomamos un descanso y nos quedamos viendo una serie de televisión.

Un motor de un auto sonó en el exterior y Amy y yo intercambiamos una mirada antes de levantarnos del sofá. Me asomé por la ventana, queriendo pasar por desapercibida, pero Amy abrió la puerta y se asomó descaradamente.

Vi a Derek abrirle la puerta del auto a Cecy. Tenía que admitir que se veían lindos juntos. El aura intimidante de él complementaba la sensualidad que ella transmitía. Ambos se despidieron con un fugaz beso y me alejé de la ventana cuando Derek se marchó.

—Hola —Cecy entró al departamento con una enorme sonrisa.

—Por lo que veo tuviste una buena noche. —Amy cerró la puerta y las tres nos movimos nuevamente a la sala.

—De lo mejor. —Se dejó caer en el sofá con un largo suspiro—. Es bastante bueno.

—No necesito detalles —reprendí, arrugando la nariz.

—Pero yo sí —dijo Amy, alentándola con un guiño.

Negué la cabeza y volví mi atención a la televisión mientras intentaba ignorar las obscenidades y posturas que ella y Derek llevaron a cabo.

—Creo que necesito ver a Kyle. —Amy se abanicó el rostro acalorado y le envió un mensaje. Cecy y yo reímos—. ¿Volverás a ver a Derek?

Cecy asintió con la misma sonrisa que había tenido desde que cruzó la puerta.

—Peleará está noche y ustedes me acompañarán.

—No podré ir, lo siento —dijo Amy—. Iré a cenar con Kyle a la casa de sus padres. Pero tendrás la compañía de Megan y Sophie.

—Por cierto, ¿dónde está esa perra? —preguntó Cecy mirando alrededor de la sala.

—Salió con el chico que conoció ayer —respondí, recordando su mensaje.

—Me pondré de acuerdo con ella cuando regrese.

—Uh, yo no sé si pueda ir —dije.

—¿Por qué no? —La sonrisa de Cecy se convirtió en un mohín—. Megan, no inventes excusas.

—No lo hago, es sólo que...

—No tienes nada qué hacer esta noche, ¿o sí? —intervino Amy, alzando una ceja.

Realmente no tenía cosas importantes por hacer. Tenía que ir a ver a mis hermanos y terminar unas cuantas tareas pendientes. Pero el resto del día estaba libre.

—Dominic estará ahí —tarareó Cecy como si fuera una ni pequeña a la cual quería convencer.

Escuchar su nombre simplemente me atrapó. Quería volverlo a ver. Quería por lo menos tener una amistad.

—Está bien —dije finalmente.

Había algo en él que me atraía, que no me dejaba olvidarlo.

Heridas Ocultas ✅ | editando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora