Capítulo 6.

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NARRA MEGAN

Estaba nerviosa y desconcertada. Las veces en las que me sentía así era cuando esperaba la calificación final del semestre. Pero ahora, mientras entrábamos al restaurante que Dominic había mencionado, sentía varias y raras emociones en mi estómago. También estaba consciente que quería solucionar su error. Tal vez podía acceder a eso por esta vez.

Al momento en que tomamos asiento, percibí algunas miradas de los demás clientes. Era posible que conocieran a Dominic. Amy mencionó que había desaparecido varios meses por conflictos con la autoridad, entre otros rumores. Era evidente que su regresó a Crawford provocó conmoción.

Incluso la mesera lo observó con curiosidad antes de escribir nuestros pedidos. Nuestra mesa se quedó en silencio. Me sentía un tanto vulnerable ahora que lo tenía frente a mí. Era como si su presencia absorbiera toda mi cordura de entablar una conversación.

—Así que... ¿Derek y tú son amigos desde hace mucho tiempo?

Apartó la vista del gran ventanal que estaba a nuestro lado y me miró. El tono gris de sus ojos se veían más claros a la luz del día.

—¿Estás interesado en él? —preguntó, con el ceño casi fruncido.

Resoplé y negué la cabeza.

—Uh, no. Él no es mi tipo.

Un atisbo de alivio suavizó su rostro.

—Ya veo. Y bueno, conozco a Derek desde hace cinco años. —Apoyó los brazos en la mesa, tomando una postura cómoda y mostrando una gran cantidad de tatuajes—. Es uno de mis mejores amigos, al igual que Jay, quien pronto regresará al vecindario.

—¿Él también se dedica a... boxear?

—No, realmente. Más bien se encarga de hacer tatuajes.

—Oh. Ahora entiendo porque tienes tantos. —Sonreí, mirando los dibujos que empezaban en algún punto debajo de la manga de su camiseta hasta la punta de los dedos.

—Es un artista en lo que hace. Tiene mucho talento.

Quería indagar qué significaban cada uno de sus tatuajes. Pero cabía la posibilidad que estuviera relacionado con su vida personal. Y dado que no le gustaba hablar mucho de ello, evité hablar del tema.

—Derek es el que te enseña a pelear, ¿cierto? —quise saber, porque recordé la capacidad que tenía al enfrentarse a su oponente.

—Lo hacía cuando apenas era un adolescente —dijo—. Era algo así como mi entrenador. Ahora sólo me da algunos consejos.

—Supongo que es mayor que tú.

—Tiene veinticinco y yo veintiuno.

—¿No vas a la universidad? —Estaba segura que no asistía.

WestCoast era la única universidad en la ciudad y lo recordaría de haberlo visto por el campus.

—No. —Desvió la mirada al ventanal, y la curiosidad me invadió.

—¿Por qué no? —pregunté con cautela.

Se volvió hacia a mí. Su mirada se convirtió en una muralla de emociones. Una muralla que no me permitía ver a través de ella.

—Tengo otras cosas de qué preocuparme —se limitó a decir con amargura.

Me inquietaba saber de qué se trataba. Sabía que no debía entrometerme. No me correspondía. Pero la intriga siguió como un torbellino, y las manos de Dominic se cerraron en puños y las siglas que estaban escritas en sus nudillos, se apretaron con fuerza.

Heridas Ocultas ✅ | editando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora