Segundo

3.4K 250 50
                                    

Ocuparon una casa cerca de la costa, en Cuba.

Un lugar lo suficientemente grande para los dos y algunos perros, si encontraba alguno, y con su suerte, Will encontraría alguno.

La casa era anticuada y bien cuidada, una antigua casa de vacaciones para una familia acomodada que fue liquidada después de una muerte.

Hannibal abrió y empujó la pesada puerta de entrada, luego entró lentamente. La última semana había pasado, por su parte, durmiendo y sanando tanto como podía mientras hacía todo lo posible por caminar como si no hubiera sufrido una herida casi mortal.

"Estamos en casa" exclamó Hannibal, mientras sostenía la puerta para Will, mirándolo desde debajo del ala ancha de un sombrero ancho que combinaba con su pálido traje de marfil.

Hicieron un buen par, Will con sus pantalones blancos, y sombrero a juego. Sostuvo la puerta y luego la cerró detrás de él.

Chiyoh los había dejado ahí, les dijo que tenía mejores cosas que hacer, pero Will sabía que estaría cerca, al menos para asegurarse de que no traicionara a Hannibal una vez más.

No había que preocuparse por eso, al menos del lado del empático.

"¿Por cuánto tiempo?" preguntó Will, cerrando la puerta, por costumbre.

"Eso está por verse" dijo Hannibal, mientras se quitaba el sombrero y lo dejaba prolijamente sobre un perchero de madera pulida. "Mientras podamos evadir la ira de Jack. En Cuba, con suerte pasará algún tiempo" suspiró y apoyó su mano contra un aparador de caoba, descansando.

Will dejó su bolsa con cosas en el bote, aunque no era mucho. Tocó el costado de Hannibal suavemente y lo llevó al sofá, que tenía plástico sobre él.

"Esperemos que sea lo suficientemente inteligente como para pensar que estamos muertos"

"Muchos han encontrado la libertad en la muerte, de una forma u otra" dijo Hannibal, y dejó que Will lo guiará al sofá.

Habían estado más cerca de lo habitual, físicamente, desde su caída. En el bote y en el hotel en el que se hospedaron mientras organizaban la compra de la casa de una de las muchas cuentas suizas imposibles de rastrear de Hannibal, compartieron una cama individual y durmiendo juntos. Era una especie de intimidad dulce e incluso inocente en la que él prosperó mientras se recuperaba.

Fue romántico, y hubo momentos de comprensión silenciosa, de mirarse a los ojos mientras estaban acostados en la cama, y nunca se había sentido más asombrado o contento en esos momentos. Siempre habían tenido ese tipo de conexión, pero en esos días era más profunda.

A Will no le importó. Miró a su alrededor, con la mano sobre el hombro de Hannibal.

"Nadie va a volver aquí, ¿verdad?"

"Compré la casa, bajo uno de los muchos nombres falsos" Hannibal le aseguró a Will, y tiró de él hacia abajo, hacia el sofá. Fue un desafío hacer que descansará tanto como lo necesitaba, era terco, casi hasta el punto de la imprudencia. "En caso de que alguien intente regresar, entrarán sin autorización y podemos hacer lo que queramos con ellos"

Los ojos de Will se oscurecieron, dejando que Hannibal lo acercará, sus propias heridas aún se curaban. Su rostro se había hinchado, dejándole heridas en las encías y sentía un molar suelto, que desde entonces había sacado.

"Creo que podemos esperar cualquier situación"

Hannibal observó más de cerca las heridas de Will que las suyas, registrando sus índices relativos y etapas de curación.

Afortunadamente, Will no era propenso a las cicatrices queloides, y con cuidado y una nutrición adecuada, la línea en su mejilla sería aún menos notable que la que estaba debajo de su sombrero, en su frente.

EscabecheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora