Au-Moderno.
Habían muchas señales para saber de su engaño y aunque al principio eran leves, poco a poco se convirtieron en constantes.
Llegaba tarde, su ropa olía a la fragancia de otra persona y sus "viajes de trabajo" lo mantenían alejado de su h...
En ese momento se dió cuenta que había sido mala idea dejarse el pijama de "Monsters, Inc"
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El timbre sonó dos veces y Jiang Cheng bajó corriendo por las escaleras. Antes de llegar a la puerta se miró en un espejo que estaba en la pared y se arregló el cabello por décima vez, observó sus dientes recién lavados y checó que no hubiera algún rastro de comida del desayuno.
Agarró la manija de la puerta y la giró, pero antes de que sus ojos visualizaran al hombre que lo esperaba, pasó su visita a sus pies y se percató que no se había quitado las sandalias de baño.
Volvió a cerrar la puerta.
—¿YinYin? —XiChen lo llamó algo alarmado.
—Maldición —el doncel se regañó así mismo y exclamó—. Espera un momento, olvide... olvide... Dejé algo en la estufa.
—Mm... ¿Estas desnudo? —el contrario bromeó.
—¡Cielos! No —Cheng se quitó las sandalias y las lanzó, agarró sus zapatos y se los puso—. Nadie en su sano juicio atendería la puerta así.
—... No... Ejem..
Jiang Cheng se echó a reír y con una sonrisa ladina volvió a abrir la puerta.
—No te creo —el menor se burló—. ¿En serio lo hiciste?
XiChen vestía con un elegante traje blanco, no llevaba corbata, sus dos primeros botones estaban abiertos y su cabello estaba ligeramente alborotado.
—No lo hice —el pelinegro sonrió dulcemente—. Por otro lado, hoy te ves muy lindo.
—Mm... Me puse lo primero que encontré —WanYin soltó sin importancia y añadió—. También te ves bien.
—¿Me veo guapo?
—Creído.
XiChen soltó una risita y suavemente le acarició la barbilla.
Las manos de ese hombre simplemente podían derretir su piel con el tacto, tan tibias y tan sensuales. Había veces que cuando cerraba sus ojos recordaba como esas grandes y varoniles manos recorrían su cuerpo, la manera en que acariciaban sus piernas y aquella erótica forma de apretar sus muslos.
Jiang Cheng quería golpear su cabeza conta el pavimento. Justo en ese momento había pensado en algo lleno de adrenalina.
Se ruborizó.
—Que lindo —XiChen soltó.
—Tch. Ya vámonos —Jiang Cheng resopló y cerró su puerta—. O no iré a ningún lado.
—Antes de eso —el mayor extendió una caja—. Son para ti.
—Chocolate —Cheng leyó en voz alta y sonrió—. Chocolate blanco en forma de...
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