El camino del té

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Kishimoto Masashi.

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Anko resopló con fastidio, recostada sobre el tatami, mirando el techo del pequeño cuarto en que se encontraba. Llevaba casi un mes infiltrada en una conocida y prestigiosa casa de té en las afueras del país del fuego, era una misión sencilla que muchas kunoichi hubieran agradecido. Pero ella no era como las demás, le gustaba la acción y aunque las ceremonias de té eran su pasatiempo, estaba al límite de lo soportable, ya no aguantaba escuchar más charlas sobre peinados, ropa y hombres.

―¡Mika-san! ―la llamó una voz delicada; ese era el nombre que le habían asignado para la misión―. ¿Ya estás lista? Es algo tarde―Era una de las otras muchachas que trabajaban con ella―. Últimamente te siento un tanto distraída ―siguió, pero sin entrar a la habitación.

―Es el clima ―aseguró de inmediato, controlándose lo mejor posible para mantener el tono de voz calmo que se suponía debía tener―. En un momento estaré lista.

La joven se retiró y Anko regresó la mirada al techo. No había mentido, era cierto que la situación la incomodaba, pero también era verdad que el calor comenzaba a ponerla de muy mal humor. Eran los últimos días de Mayo, aún no era verano, y podía sentir como su cuerpo le rogaba que dejara de utilizar los pesados kimonos y regresara a sus frescas ropas de siempre.

De forma ágil la kunoichi se impulsó con sus piernas y se puso de pie, pronto llegarían los clientes y necesitaba estar lista.

―La próxima vez que manden a Suzume ―masculló con fastidio, la otra kunoichi no sólo gustaba de las ceremonias del té, sino de practicar ikebana, caligrafía y todas esas cosas.

Anko se colocó el kimono con rapidez. Como lo dictaba la ceremonia del té se vistió con un iromuji, de un tono de lila muy claro, sujetándolo con un obi grueso de color dorado y blanco con un patrón de grandes rectángulos, sobre este colocó un Obijime del mismo color que el kimono.

Se observó en el espejo para asegurarse de que todo estuviera en su lugar. Tenía suerte que para las ceremonias del té se utilizara el iromuji y no un kimono más formal o complicado de colocarse. Acomodó su cabello en un peinado elevado simple, para la misión lo había teñido de color negro intenso. Se acercó al espejo y revisó que sus lentes de contacto, también negros, no fueran distinguibles. Había preferido utilizar métodos convencionales para cambiar su apariencia y utilizar el henge sólo para unas transformaciones menores en su rostro.

La misión que se le había asignado era bastante simple según palabras de la Hokage. Debía de infiltrarse como trabajadora en la casa de té y ahí esperar a un cliente específico, que se sabía solía ir con regularidad cuando los negocios lo llevaban por la zona, para poder conseguir información. Su objetivo era un comerciante de armas y los rumores decían que tenía relaciones con el cada vez más silencioso gobierno de Ame.

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―Hasekura Ryoga.

Anko se quedó quieta por un instante al escuchar a una de sus compañeras de trabajo mencionar con entusiasmo el nombre de su objetivo.

―¿Segura? ―preguntó otra muchacha―. He escuchado que es un hombre muy apuesto y que nos visita con regularidad cuando se encuentra en la ciudad.

―Es un hombre ocupado, aunque la última vez que vino se quedó por un par de semanas. Es una lástima que ya me hayan asignado un cliente el día de hoy.

Anko no podía creer que él ya estuviera en la ciudad y peor aún en el local. Había sido muy descuidada, no podía permitir que alguna de las otras se encargara de atenderlo.

El camino del té [Itachi Uchiha]Where stories live. Discover now