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  ¿Despedido de nuevo?

  Chittaphon no podría creerlo. Su empleador informó que había un recorte de personal en la empresa y él era uno de los despedidos. Se sentía tan mal.

  Aquel día se dirigió directo a la guardería donde estaba JaeMin. Aunque todavía faltaba una hora para poder retirarlo pero podría pensar en qué hacer. Desde que había llegado a Corea del Sur no había tenido un empleo demasiado estable, apenas lograba quedarse seis meses hasta que, por alguna razón, era despedido. Él deseaba poder tener una vida mejor y estar en la universidad, sería el orgullo de su hijo.
 
  Comenzaron a llegar los demás padres, algunos lo miraron con desprecio. Intuía que ellos pensaban que él era un padre despreocupado que no le importa su hijo. ¿Y qué se creían ellos? ¿Mejores por el simple hecho de buscar a sus hijos temprano del colegio, por darle todos los juguetes que quisieran, por mandarlos al mejor instituto del país?

  Si supieran. Si supieran cuanto amaba a su pequeño. Si supieran lo que luchaba en cada trabajo que tuvo. Si supieran que a veces decía que no tenía hambre porque no quería que su hijo no pasara hambre por un día. Si ellos supieran...

— ¡Papi! .- el niño corrió hacia sus brazos al ver a su primogénito esperándolo con el resto de los padres. - Llegaste antes.

— De ahora en adelante te buscaré más temprano Nana .- ante esto, el niño festejó y Chittaphon sintió como su pecho dolía.

— Papi, luces triste, ¿Qué pasa? .- el niño se dió cuenta de la mueca que su padre había hecho.

— Son cosas tontas Nana, no te preocupes porque papi lo tiene todo bajo control.- mintió.

— Pero yo quiero que seas feliz.

— Bebé, los adultos no podemos evitar sentirnos tristes. Es normal; quédate tranquilo porque papá va a resolver sus problemas, ok? .- acarició los cabellos de su hijo. El pequeño asintió. - Bien, volvamos a casa.

  Tomó la mano de su pequeño y juntos se dirigieron hacia la parada del autobús. Su hijo le contaba alegremente acerca de lo que le enseñaron aquel día y del cómo había obtenido seis figuritas de estrellitas por contestar bien las preguntas. Chittaphon se sentía orgulloso de él, su hijo era un pequeño inteligente.

  El viaje hacia su casa fue tranquilo, sostenía en su regazo a un dormido JaeMin. Miraba a la gente pasar, parecían no tener problemas o no les eran tan importantes. Miró a su pequeño, dormía tan tranquilo. Acarició sus cabellos, notó como se acomodaba más en su pecho, como si buscara calor de parte de su padre. Sonrió, JaeMin se parecía como un gatito bebé. Aunque eso no quito que volviera a recordar los sucesos de aquel día y en buscar otras opciones.

  Pensó en su tío, lo había ayudado una vez...

  No podría ser, su tía estaba internada en el hospital y su tío estaba pendiente de ella. No, no lo iba a molestar.

  Llegó a su casa luego de unos tortuosos treinta minutos en el autobús. JaeMin seguía dormido, así que Chittaphon decidió cargarlo entre sus brazos y colgarse en su espalda la pequeña mochila roja del menor. Entró al condominio, saludando algunos de sus vecinos que pasaban por ahí. Al estar dentro de su casa, primero recostó a su hijo en la cama de su habitación, luego fue a limpiarse al baño y, por último, se dirigió hacia la cocina para ver el tema de las cuentas y las deudas.

  Y vaya... Tampoco ayudaba aquello.

— ¿Cómo voy a pagar la deuda de la renta si también debo pagar lo demás? .-  gruñó. - Necesito rápido un empleo o la señora Choi me matará, bueno ya ni me tiene paciencia.- acarició sus sienes tratando de concentrarse.

from hell to heaven; johnten Where stories live. Discover now