— ¿No quieres corr...? — tapo su boca antes de que diga literalmente lo que iba a pasar si seguía haciéndome eso porque sé que me voy a morir de vergüenza. Él sonríe divertido y me besa tiernamente. Mi mano temblorosa viaja hasta del interior de su calzoncillo y el jadea más audiblemente.
— ¿Tienes un condón? — pregunto besándole y acariciándole lentamente.
— Si... En la cartera. — su voz es entrecortada. — En la mesilla. —me muevo de encima de el para cogerla. Le tiendo el preservativo cuando lo encuentro.
— ¿Puedo ponértelo yo? — pregunto cuando él lo va a abrir. Él me mira atento, sonríe y me lo tiende.
— ¿Estás segura? Aún debe dolerte... — dice él. — podemos hacer otras cosas. — asegura con la voz ronca. Y aunque quiero averiguar qué otras cosas podemos hacer, quiero eso.
— No me duele tanto como ayer. — aseguró dulcemente. Abro el paquete plateado y saco ese envoltorio de látex fino y largo, le miro sin saber qué hacer y él coge mi mano y la guía hasta su pene.
— Te enseñaré— dice sin apartar la vista de mí, yo observo atentamente. — Ponlo desde la punta. —instruye él y ambos miramos el condón. Cojo su miembro con mi mano y lo pongo con cuidado. — Que no quede aire dentro— dice mientras lo estoy acabando de poner. — Si así es nena. — me alaba él. — Levanto mi vista y veo que me está observando. — Dios, qué sexy ha sido eso. — exhala mirándome atentamente y tirando de mí para pegar sus labios a los míos con urgencia. — Eres tan duce... — murmura en mi boca. — Tan sexy. Me propongo subir en su regazo de nuevo, pero me lo impide cogiéndome de las caderas. — No amor, así no, todavía es demasiado pronto— susurra en mi oído mientras me tira hacia atrás. Quedo apoyada en el colchón y él retira mi pantalón de algodón suavemente antes de hacer lo mismo con mis bragas. Se pone sobre mí y me besa a la vez que vuelve a colocar su mano sobre mi zona sensible, yo cierro los ojos. Noto su pene sobre mi estómago así que lo cojo y lo masajeo de arriba a abajo lentamente casi instintivamente. A penas sabía nada de sexo e incluso en ese momento no sé ni qué estoy haciendo, simplemente me guío por los suspiros de Alex. — Mierda Elena... — gime él cerrando los ojos.
— ¿Te he hecho daño? — digo parando, pero sin soltarle.
— Joder, no. — maldice. — es que nunca he estado tan a punto de correrme de esta manera como contigo. Siempre he necesitado más. — explica con la voz entrecortada, yo sonrío divertida y vuelvo a moverlo. — No, no, para o... No podré seguir... y te quiero follar — dice retirando mi mano y colocándose en la entrada, empujó las caderas con anhelo mientras me besa y él maldice divertido.
Ambos gemimos. Cuando entra en mí y yo me aferro a sus hombros. Su aliento roza mi cuello y yo muevo mis caderas instintivamente para volver a sentir eso. Aún duele un poco, pero no como ayer. Le beso mientras él se mueve lentamente, aunque sé que se está reprimiendo.
— Maldita sea nena. — exhala cuando le miro— esto es increíble. — Cierra los ojos de placer antes de besarme. Su mano se mueve hasta mi clítoris de nuevo y me tapo la boca mordiéndome la mano ahogando un grito.
— Joder. — gimo sintiendo la sensación masa maravillosa de este mundo, tanto que venderla mi alma por permanecer en este momento. Su boca acaricia mi cuello y mi barbilla, tira de la piel de mi clavícula suavemente con sus dientes y yo jadeo cerrando los ojos. Cada vez se mueve un poco más rápido, pero sé que está intentando ser cuidadoso. Yo le miro para descifrar su expresión.
— Oh, mierda Elena, mírame otra vez. — suplica él y cuando los abro de nuevo, veo sus hermosos ojos verdes. — Te quiero. — dice entre jadeos. Yo le sonrío y le atraigo hasta mis labios.
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Déjame amarte.
RomantizmUna chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registrada en Safe Creative con el código 1503293709500. Todos los derechos reservados.
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