Ella es arte

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— Eh... yo... mu... mucho gusto — Alex respondió con dificultad, se compuso el cabello y la analizaba nerviosa.

— Bueno, Alex lleva a la señorita Chapman a tu taller, se conocen mejor y a ver qué te parece su trabajo — Ella solo asintió y salió de la sala.

Alex caminaba aturdida por los pasillos de su casa, con la mujer tras ellas. Trataba de recordar cada detalle de la chica del bar, eran idénticas no podía ser otra persona. Ella no estaba loca. Su mente divagaba entre preguntarle directamente si era ella o mejor olvidar lo sucedido y darle una oportunidad a esa chica que pretendía darle clases de arte. Había algo en ella que le atraía, quería conocer el mundo, su madre no se lo permitía tal vez a través de Piper lo podía descubrir.

Entraron al salón dedicado al arte que tenía Alex. La rubia estudió el lugar con el rostro serio. Alex se quedó recostada a la puerta con los ojos cerrados tratando de serenar su respiración, tenía miedo de lo que podía pasar, de volver a estar sola con esa chica. Piper tranquilamente sin percatarse del estado de la muchacha se detuvo a tocar suavemente con la yema de sus dedos algunos cuadros que su nueva alumna había pintado. Sonrió levemente al ver un autorretrato donde Alex se había dibujado sonriente, pero ella de inmediato le percibió la mirada triste.

— Engañas a los demás con una sonrisa falsa... cuando con tu mirada pides a gritos auxilio — exclamó analizando el cuadro, haciendo temblar levemente a Alex que estaba aún en shock.

— Ah...yo... no entiendo... ¿De qué habla? — preguntó nerviosa la joven.

Alex quería lanzarse por la ventana, era demasiado para ella lo que sucedía, estaba sola de nuevo con esa mujer y no actuaba como en el bar, en un par de minutos ya la estaba haciendo estremecer. Nunca nadie había captado los sentimientos que ella plasmaba en sus pinturas. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué llegó a hacer a su vida? ¿A qué hora iba a reclamar su desplante en el bar? Se preguntaba la muchacha.

— No hables con formalidad, no me gusta — la sacó de sus pensamientos nuevamente la mujer — solo tutéame, dime Piper y ya — hablaba con voz sosegada ahora masajeando unas vasijas de arcilla.

Piper estaba demasiado ocupada deslumbrada por aquel cuarto lleno de materia prima para hacer cualquier cantidad de arte. Desde niña había deseado algo así, pero no todo el mundo nace con la misma fortuna, pensaba la rubia. Se dio cuenta que la chica a la que le daría clases era un poco distraída, por lo que no sería difícil pasar un par de horas al día con ella, lo podía soportar, además aprovecharía para practicar un poco la escultura, hace tiempo no lo hacía y era una de las pocas cosas que la hacía sentir tranquila.

Alex se sentó en un taburete frente a un caballete de madera donde tenía un lienzo en blanco. Se quedó perdida viéndolo sin saber que decir o pensar, ese era el día más raro de su vida. La escapada de la noche anterior le estaba costando muy cara. Cuando Piper se familiarizó un poco con el lugar se sentó sobre una la mesa. Sin prestarle atención a la joven, sacó su celular y comenzó a usarlo.

— ¿Oye, chica me das la contraseña del WiFi? — Alex un poco confundida se levantó y se la puso, mecánicamente regresó a su asiento a la espera de alguna asignación.

Piper por su parte buscaba en internet un detective privado, necesitaba uno para poder dar con el paradero de una persona. No lo podía hacer por ella misma por miedo a ser descubierta y dañar sus planes.

Había decidido hacer un cambio en su vida. La noche anterior había bebido como nunca para tratar de olvidar. Pero lo único que no recordaba era lo que había hecho en ese bar y como llegó a la casa de Bennet, pero su vida, su triste vida seguía atormentando su mente.

EL ARTE DE AMARLA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora