Sandra estaba tomándose un café en el comedor de la empresa mientras esperaba a Carlos cuando vio a Laura sentada sola en una de las mesas. Decidió acercarse para ver cómo era la secretaria de los gemelos Márquez. La chica tenía un aspecto normal y no se parecía nada al tipo de mujer con la que se imaginaba a Rafa. Tenía el pelo de un rojo cobrizo que parecía largo, aunque lo llevaba recogido en un moño soso. No llevaba nada de maquillaje y el traje chaqueta que llevaba era simple y escondía su figura. Sandra pensó que si se hacían amigas, quizás la podría ayudar a hacerse un cambio de imagen.
- Hola Laura,
- Ah. Hola señorita Moreno.
- Llámame Sandra, por favor. ¿La puedo acompañar?
Laura hizo una mueca que disimulo rápidamente.
- Si claro, ¿por qué no?
Sandra se sentó, ignorando la sensación de que la otra mujer no la podía ni ver.
- ¿Y qué tal es el trabajar para los hermanos Márquez?
Tenía curiosidad por saber más sobre su futuro entorno de trabajo. Laura sonrió.
- Bueno, Rafa es un tirano, y Carlos un encanto.
Sandra la miro incrédula hasta que Laura soltó una carcajada.
- No me mires así mujer, era solo una broma. La verdad es que los dos son muy justos, aunque exigentes. Uno más que el otro. Si trabajas duro y lo haces bien, ellos saben cómo agradecerlo. Rafa es más travieso, más juguetón, pero sabe hacer su trabajo, y Carlos es el más serio y responsable de los dos. A veces me cuesta un poco sacarle una sonrisa, pero siempre es amable y encantador.
Sandra apenas la escuchaba, intentando analizar los celos que estaba sintiendo al escuchar las palabras de la mujer. ¿Estaba celosa por que trabajaba tan cerca de Rafa o porque sabía lo encantador que podría llegar a ser Carlos? Sandra suspiro, este día la estaba confundiendo por momentos y no entendía los nuevos pensamientos y sentimientos tan inusuales con respecto a su mejor amigo. Decidió que sería mejor ignorarlos.
- Sandra ¿estás bien?
- Sí. Sí, claro. Voy a subir a ver qué me dice Carlos.
- De acuerdo. Te acompaño.
Justas subieron a su planta charlando animadamente mientras Laura le contaba algunas cosas de su trabajo, y pensaban que le podría tocar a Sandra. Al menos ya tenía alguien con quien hablar, a pesar de los celos, Laura le caía muy bien. En cuanto salieron del ascensor Carlos salió de la oficina de Rafa y se la quedó mirando unos segundos.
- Vamos a mi oficina pequ… Sandra, y te explico tus nuevas tareas.
El pequeño desliz no pasó desapercibido y Sandra sonrió al ver la cara de Laura y la de Carlos. La profundidad de su amistad y el cariño que se tenían, se mostraba hasta en un lugar tan serio como lo era el trabajo para Carlos. Entraron en el amplio despacho y Carlos se dio la vuelta hacia ella, que lo miraba nerviosa.
- Bueno, ¿qué quieres escuchar primero, las buenas noticias o las malas?