Seokjin tenía un gran problema, la ansiedad social era algo que debía enfrentar día a día. No era fácil que las las palabras salieran o actuar con seguridad.
Decenas de personas lo miraban con semblantes llenos de burla, él estaba comiendo tranquilamente en las gradas vacías hasta que un balón chocó con su malteada y ahora todo el estaba lleno de bebida rosa.
Los miembros de ambos equipos de fútbol se burlaban de la apariencia del chico, más cuando por desesperación intentando huir tropezando con sus propios pies y ahora incluso estaba sucio de tierra.
Entre esos jugadores Hoseok miro atento, sin reírse, preocupado al ver como todo el cuerpo del chico temblaba, parecía a punto de llorar.
—Oye no los mires —le dijo—. Solo céntrate en mí. Y ustedes imbéciles dejen de reír.
Jin miro al pelinegro que ahora estaba agachado sonriéndole, le pareció increíble que con unas simples palabras los jugadores se alejaran de ahí.
—Tu linda cara está sucia —Hoseok no podía creer que sus amigos se rieran de alguien tan bonito—. Te acompaño al baño.
Jin negó lleno de miedo, por qué la desconfianza empezó a llenar su mente y no iría con un desconocido a ninguna parte.
Pero Hoseok lo abrazo, era extraño, alejaba tanto a la gente que ni el sabía lo mucho que necesitaba esa muestra de afecto. Su cuerpo era cálido y cómodo, y cada vez lo acercaba más como si quisiera adherirlo a él.
—Tranquilo —tomo un poco de distancia—. Soy Jung Hoseok, perdona lo anterior, me dieron ganas de hacerte sentir protegido aunque creo que es raro que un desconocido te abrace. ¿Ahora sí me dejas ayudarte?
Ese chico sin duda era un gran golpe de suerte para Jin. Y varios sentimientos se desatarian por ese gesto.
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