16. Un último aliento

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-¿Que? Izan, ábrenos.- Él se puso frente a ella para protegerla de mí. Adorable.

-¿Dónde está Dana?...

-No lo sé, está con sus amigas. ¿Acaso estás ciega? ¿La ves por aquí, no verdad? Pensaba que eras más lista.

-¡Izan esto ya no tiene gracia! ¡Ábrenos la puerta!- Mike se acercó a mí rápidamente, o lo rápido que podía moverse por sus huesos.

-Adelante.

Lo que haría ahora era bastante complicado, pero sería muy divertido ver sus reacciones.

Concentré mis pensamientos en dejar la transformación a medias. Saqué mis dientes, mis garras, mis orejas, y lo que más le impresiona a la gente; mostré mis brillantes ojos rojos.

Mike dios tal grito que incluso cayó al suelo para seguidamente ser socorrido por su esposa que aún no había visto mi hermoso rostro.

-¡Mike! ¿Que ha...?- Levantó la vista de su marido para fijarla en mí. Su rostro se puso blanco del terror y solo pudo decir una frase.- ...¿Q-que eres?...

-¿Yo?- Mi voz sonaba más rasposa debido a aquella forma.- Os voy a dar el beneficio de la duda.

-N-no nos hagas daño por favor, n-no tenemos nada...- Lily estaba al borde del ataque de nervios.

-Tranquilos, por ahora estaréis bien. Siempre y cuando me hagáis caso.- Aceptaron por el bien de su seguridad, y yo por fin pude deshacerme de esa forma. Era muy útil para dar miedo pero para nada práctica.- Aaah, por fin, que incómodo...

Los dos señores estaban en el suelo, me acerqué a ellos agachándome para estar a su altura.

-Vamos a poner un par de normas. La primera es no gritar, ni para llamarme y mucho menos para pedir ayuda, ¿entendido? Norma número dos, nada de hacerse el héroe. Y norma número tres, no hacerme enfadar. Es muy fácil así que no quiero que líos.

Fui detrás de otra puerta dejando ver una jaula enorme que saqué de la perrera. Aquella mujer parecía ciega.

-Entrad dentro.- Mike se levantó y ayudó a su esposa a levantarse. Ambos entraron sin siquiera mirarme.- Así me gusta, obedientes como perritos, aunque en este caso es el perro quien manda sobre los humanos.- Reí irónicamente.- Dadme vuestros teléfonos.

Me encantaba que me hicieran caso a la primera gracias al miedo, podría ser un buen dictador. Rompí el móvil de Mike ya que éste no tenía mucha batería. ¿Que? Me apetecía romper algo.

-Vaya Lily podría haber roto el tuyo, así podrías haber aprovechado para comprarte uno de este siglo, ¿de qué es, de piedra?

Levanté la tapa entrando en contactos y busqué el contacto de Dana. Dio tono un par de veces pero por fin escuché su voz. Por si acaso les hice una señal para que se mantuvieran callados.

-¿Sí?

-Hola, hermanita...

SE ME HELÓ la sangre con tan solo escuchar esas palabras. Pude notar como mi sangre descendía rápidamente a los pies.

-No digas nada, haz que estás hablando con Lily sobre alguna cosa normal.

-¿Q-que haces?- Preferí hacer caso a sus palabras, pues seguramente estaría con ellos.

-Ah nada, tan solo les he secuestrado y quiero que vengas a buscarlos. Lo normal que se hace una tarde.

-¿Y d-dónde estáis?

-Ey, Dana.- Pegué un grito, era Mía.- Te he notado algo tensa... ¿va todo bien?

-Dile que se espere.

Querida Alfa [COMPLETO] {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora