Parte única.

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—Levi... ¡Levi!... ¡ahh! —gritaba del dolor de las contracciones.

—¿Mikasa?... ¡NO!...

Mikasa descansaba plácidamente junto a su esposo a pierna suelta. Ambos tuvieron un día bastante largo y duro. A duras penas había saludado a su esposa cuando llegó agotado del trabajo, pidiéndole su cuerpo a gritos su cómoda cama y a Mikasa para poder mimarle; no solo a ella, sino también a su futuro hijo que venía en camino. Tan solo mientras pudiera mantenerse despierto.

***

Ese día, la futura madre, se mantuvo despierta a la llegada de Levi de su trabajo. No lo hacía siempre, puesto que el embarazo la agotaba de por sí, ya que este se encontraba avanzado.

Tenía aproximadamente 8 meses, así que ella tomaba en cuenta las circunstancias que podrían sufrir ambos o principalmente su hijo, por lo tanto, eso le llegaba a preocupar un poco.

Apenas ya había cumplido sus 8 meses y 2 semanas, eso hacía que la primeriza se pusiera contenta y algo llorona de la felicidad que no podía evitar relucir. Pero, justamente el haber cumplido ese día de su embarazo, desde hace unas horas atrás, sentía molestias dentro de ella en su parte baja y su vientre.

Eso comenzó a asustarle de sobremanera, rogándole a los cielos de que su hijo no se le vaya ocurrir nacer antes de tiempo.

Los dolores venían y se iban cada un tiempo bastante prolongado. Le preocupaba bastante, hasta que decidió irse a su dormitorio esperando de que se le vaya a pasar aquellas pequeñas contracciones. Eran aproximadamente las 8 de la noche, pues, la pobre estaba con intenciones de dormir porque tampoco podía aguantar los dolores que le venían en la parte baja de la columna por el peso de su vientre.

Al haber ingresado a su cama, pudo sentir comodidad. Sus pies, no le daban y sumándole con él cansancio que traía: era suficiente para que quedara rápidamente en el sueño de Morfeo. Aunque eso no quitará su completa inquietud, decidió quedarse despierta hasta la llegada de Levi a su casa.

Luego de unos minutos más tarde, la pelinegra escuchó el sonido de la puerta abrirse, indicándole que ya había llegado.

A pasos lentos, su esposo llegó a su habitación, presentándose ante Mikasa con un sándwich en una mano y en la otra su maletín y una bolsa junto a esta. Se acercó a ella dejándole un beso a sus labios y próximamente otro beso a su hijo en el vientre de su esposa, a lo que después rodeó —dejando a un lado en el piso sus pertenencias— la cama tirándose en ella como una roca difícil de mover.

—Recuérdame por favor la cena de mañana. —recostó su antebrazo encima de su frente ocultando sus ojos cerrados.

—Lo haré. ¿Cómo te fue? —preguntó con una sonrisa de lado mientras con una mano tocaba su vientre y con la otra acariciaba su antebrazo libre pero con el pan en la mano.

—Cansado como siempre, con la diferencia de que me pusieron más mocosos en mi contra. Hanji, más bulliciosa que de costumbre; el cejotas, brindándome más trabajos. Pero, gracias a ello, me dieron aumento. Hasta me incitó de que pronto me ascendería.

—¡Qué bueno, Levi!

—Por lo pronto, si. Gracias a eso, podré consentirlos a ambos. —quitó su antebrazo, acomodándose hacia un costado, hasta tener mejor visión de su querida mocosa y poder terminar su comida. Al verla su expresión estaba decaída, parando de comer, llamándole la atención.

Canción de cuna.Kde žijí příběhy. Začni objevovat