Libertad

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— ¡Pues yo también quiero entrar al ejército!


Se produjo un gran silencio seguido de una avalancha de murmullos que subían gradualmente ante escandalosa declaración.


—Petra Ral— la amonestó su amiga entre dientes — ¿Cómo osas decir algo así? — la joven de cabellos cobrizos y hermosos ojos miel intentaba huir de las miradas acusatorias y espantadas.


—Pero Nifa — La muchacha que había gritado su anhelo por servir a su patria, le contestó a su hermana — ¿Por qué mi género tiene que condenarme a una aburrida vida en casa cuando lo que más deseo es servir a mí país?


— ¡Porque así lo dicta la etiqueta! — Nifa intentó calmar su nerviosismo a causa del ambiente tenso que había provocado el episodio de su compañera —. La mujer se prepara para las artes hogareñas y ser apta para su futuro esposo.


La hermana rubia y ojos celestes como el cielo la miró irritada —pues yo nací para ser soldado, no esposa.


Otra ola de cabezas cercanas se giraron en dirección a ellas haciendo que Nifa pellizcara a Petra disimuladamente.



— ¿Puedes parar? Así no solo terminarás de condenar tu destino sino también el mío, ¡nunca conseguiré un esposo si sigues hablando así! No anhelo una vida de solterona como tú, así que por favor Petra, no sigas arruinando nuestras reputaciones en el baile más importante del pueblo.


La hermana mayor volteó a ver a su pequeña compañera y suspiró derrotada. Nifa tenía razón, en parte. Era su debut en la sociedad y Petra había contribuido a que comience con el pie izquierdo; la jovencita lo había esperado hace tiempo, incluso a ella se le hacía tierno y gracioso la actitud emocionada de su amiga ante este evento, y no quería arruinarlo. Por su parte, con sus 26 años y considerada ya una solterona, había experimentado el ritual de la presentación en sociedad. Sus piernas parecían gelatinas y sus ojos intentaban disimular el nerviosismo, tampoco olvidaba las propuestas que tuvo en estos nueve años, rechazando a todos. Ella se sentía enjaulada en su pintoresco pueblo, y aunque visitó muchas veces la gran ciudad sintió el mismo sentimiento de encierro que sentía en su hogar, el cual amaba y reconocía su encanto. Pero Petra sentía que sus alas le gritaban para que las extienda y vuela lejos a conocer nuevos horizontes. Sus amigas, que habían experimentado el mágico sentimiento de enamorarse, le habían descrito la sensación que una sentía al momento de ver al ser amado: un cosquilleo en el estómago y electricidad en toda la columna. Pero la única vez que la joven Ral había experimentado algo parecido fue en el momento en que vió, en sus dulces veintitrés años, a la tropa de exploración de su nación pasar por la calle principal del pueblo: mariposas explotaron revoltosas en su estómago, sintió sus pupilas dilatarse, su corazón galopar en su pecho y un escalofrío recorrer su espalda al ver el traje militar con las alas bordadas en la espalda de la chaqueta. "Ah, libertad" pensó ella perdida en la imagen de los soldados atravesando la calle con sus caballos. Sus amigas la habían malentendido y se habían burlado de ella toda la tarde por la expresión de su rostro.


¡Ya basta Nanaba! La hermana mayor de los Ral estalló, cansada de las burlas durante el camino a casa.


Tranquila Petra intentó tranquilizarla su amiga —. Pero no puedo evitar pasar el tema, es que tendrías que haber visto tu cara La joven hizo una imitación pobre del rostro de su compañera en el momento en que miraba a la legión, riéndose —. Dime, ¿qué soldado captó tu atención? ¿alguno de la multitud? ¿el comandante Erwin smith? aunque él está casado, está prohibido Nanaba hizo una mueca burlona, como si la idea de codiciar algo fuera de su alcance la sedujera. Hizo una pausa como intentando recordar algo y dio un respingo mientras que golpeaba la palma de su mano con la otra en un puño ¿El capitán Levi, quizás?

Libertad ﹛Rivetra Week  2018﹜Where stories live. Discover now