"Lo que importa es el camino que recorrimos juntos, los recuerdos que creamos en esa oficina con nuestros seres queridos. No importa cómo termine esto, sino lo felices que fuimos juntos. Siempre estarán en mi memoria, todos y cada uno de los momento...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La primavera había llegado, y con ella, el mandato del Nuevo Hokage, el Rokudaime Hokage.
El futuro se veía resplandeciente. La guerra entre las aldeas había terminado, la pelea contra Madara y Kaguya había llegado a su fin y la paz dejó de ser un simple deseo para convertirse en una realidad.
Todos sentían que sus esfuerzos y esperanzas comenzaban a tener frutos. Había sido difícil, muchas vidas se perdieron y muchas otras cambiaron. Sin embargo, todos estaban felices de poder respirar tranquilamente con la fe de que el mañana no se derramaría más sangre.
—Hemos crecido y logrado mucho —se dijo satisfecha Shizune. Estaba en la oficina del Hokage a oscuras, alistando una caja con sus pertenencias —Este será mi último día —miró a su alrededor con nostalgia.
Hace un par de días, Kakashi había asumido el cargo de Hokage como el Rokudaime y en un par de minutos, Shizune con Tsunade, le haría la entrega oficial de las llaves y la oficina. Oficina que, durante años, la kunoichi había trabajado con su mentora, dando todo de sí misma para proteger la aldea que tanto amaba.
—Sin embargo... —una cara de molestia se reflejaba en la joven —¡Tsunade sama, cómo diablos piensa entregarle la oficina a Kakashi sama en este estado! —regañó a la ausente sanin.
Y no era para menos, todas las mesas, inclusive el piso, estaban lleno de papelería y documentos sin revisar ni leer. Era obvio que la mayor se había tomado unas vacaciones anticipadas mientras seguía siendo la Gondaime.
—Ahhh... —trató de respirar hondo para calmar su cólera y, acto seguido, una sonrisa comenzó a dibujarse en su cara—Fu fu, ¿por qué me enojo? ¡Si este ya no es mi asunto! ~ jajaja —comenzó a reírse a carcajadas, ¡por fin sería libre! ¡Dejaría de ser la niñera de Tsunade! ¡Los días persiguiendo y rogándole a la Quinta para que hiciera su trabajo por fin habrían llegado a su fin!
—¡Y además! ~ —sacó un cuaderno con folletos, fotos, mapas y un listado de actividades —¡Por fin podré tomarme mis soñadas vacaciones! —le brillaban los ojos con la idea de hacer turismo, comer comidas exóticas, asistir a eventos, etc.
Todo estaba planificado. No podía esperar a que aparecieran por esa puerta su maestra y Kakashi para largarse de Konoha a sus deseadas vacaciones.
Y mientras soñaba despierta, se escuchó el abrir de la puerta sacándola de sus pensamientos.
—¡Tsunade sama! ¡Kakashi sama! —los saludó muy entusiasmada y alegre.
—Hola, Shizune —le respondió Kakashi con su característico tono relajante, aunque, también estaba algo sorprendido por el aura alegre que emanaba su compañera.
—Shizune, ¿tienes las llaves? —preguntó Tsunade.
—Ah, sí. Aquí están —y se las entregó para que acto seguido se las cediera a Kakashi.
