Uno

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Uno . 01


El amor es para gente débil. Seres incapaces de amarse. Personas patéticas que buscan salvar su soledad con compañía. El amor solo es una parte dañina de la vida, por esa razón, su familia no creo un vínculo en base al amor, no, para sus padres el matrimonio solo era un beneficio. Un matrimonio arreglado, eso eran sus padres. Dando el ejemplo de que el amor está sobre valorado, que no importa y nunca iba a importar.

Por esa razón intento comprender el porqué. Porque aquel muchacho de entre todos, buscaba con desesperación que la pelirroja de Evans, le prestara su atención.

Uno de los entretenimientos favoritos de Abby, era observar. Duraba días, meses inclusos viendo a una persona que al final terminaba en sus manos, listo para ser usados y cuando la joven se aburría, solo los desechaba. Como simple basura.

No existía un momento en el cual no gozara de la diversión, ante lo patético que resultaba ver a sus compañeros. Pero de entre las personas que gozaba ver, había una en particular que le saca más de una sonrisa traviesa, una llena de deseo por conocer que rondaba en su cabeza. Aquel muchacho de ojos miel, cabello alborotado, una sonrisa pícara y gafas.

James Potter.

Abby llevo una mano a su mentón, deleitando lo fascinante que era verlo, bebió un poco de té de lavanda, antes de sonreír con el brillo en sus ojos por los patéticos intentos de Potter, por querer captar la atención de una sangre sucia como lo era Evans. Un exquisito discurso le profeso el muchacho: lleno de ternura y amor.

A más de uno le causo repulsión. Pero para Abby, quien rió, disfrutando de los vanos intentos de conquistar a la pelirroja. Se dispuso a untar un poco de mantequilla a su pan tostado, sin perder una pizca del espectáculo "dramático" realizado por el león de Gryffindor. Y sin que nadie le viera, realizo una sencilla anotación en su cuaderno, un dato que usaría en un futuro.

— Lo haces de nuevo.

La voz molesta de la razón, una que Abby odiaba escuchar. Ignoro el comentario para probar la tostada y reír entre dientes al ver el  rechazo de parte de Lily. James por  el contrario se fue abatido, dejo caer su persona entre aquellos llamados sus amigos, recibió una palmada y ánimos de su parte. Un claro intento de mejorar la situación.

— Lo haces de nuevo, Abby.

— ¿El qué? — fingió indiferencia ante lo obvio.

— Ver a Potter, tienes... un brillo en los ojos, uno que da miedo...

— Si no te gusta, no mires Julia.

Si, esa voz de la razón no era otra que su hermana Julia. Una penosa Hufflepuff ignorante de los placeres de la vida. Abby consideraba a su hermana un tanto peculiar, siendo la única de la familia en no cruzar por la casa de Slytherin. Ambas eran tan distintas, que sospechaba de una posible adopción de parte de sus padres, ante lo que hubiera sido una causa noble ante los menos afortunados. Pero, era fácil desecharlo al verlas juntas. Ambas altas, de esbelta figura, Julia con pecas y Abby con lunares. Las dos compartían el mismo tono de ojos y la sonrisa cordial a excepción de lo obvio.

Una serpiente, la otra comadreja.

Claro que, sus padres al saber sobre la elección del sombrero, no echaron de casa a Julia. Una fortuna con la que  contó su hermana, ese, era su único don, la suerte natural. Una suerte que en lo personal, le daba asco a Abby.

Julia carecía de la malicia, no era una santa pero le faltaba esa pizca de locura por la curiosidad del mundo. Abby aborrecía a su hermana en ese aspecto, pero siendo familia y ante lo devota que era su madre al respecto, la familia siempre iba a estar para la familia. Abby estaría para Julia, y viceversa. De esa forma, a un acuerdo llegaron, cada mañana almorzaban en compañía de la otra. Una vez en la mesa de Slytherin, y otra en la mesa de Hufflepuff.

Justo esa mañana de miércoles, el objeto de diversión de Abby realizo un gran espectáculo de su devoción por Evans frente a la mesa de los Hufflepuff, por supuesto que iba a volver a almorzar en compañía de los iguales de su hermana, solo para seguir viendo a Potter y su humillación. Pero, en unos segundo, un par de ojos traviesos le miraron con gran intensidad.

Su cuerpo se tensó, Abby dejo la taza de té y la tostada a medio comer. Su sonrisa desapareció hasta formar una línea recta, complacida por un nuevo descubrimiento.

— Julia ¿Quién es él? — con discreción, pregunto a su hermana.

— ¿Quién? — enderezo su espalda.

— El muchacho delante de Potter.

— Oh, es... Sirius Black, es el hermano de Regulus y compañero de casa de Potter.

Daba créditos a la mente ágil de su hermana. Julia sabía lo esencial de todos los estudiantes de Hogwarts, o los que ella consideraba la pena conocer.

Abby contemplo al dichoso Black y en pocos segundos este le regreso un guiño atrevido. El corazón de Abby bombeo excitado, se encontraba ante un espécimen perfecto y sus ojos lo escanearon en busca de una imperfección que no estaba.

Los ojos de Abby resplandecieron. Era perfecto.

— Oh no, ni siquiera lo pienses Abby — Julia dejo el emparedado fuera de su alcance al ver el comportamiento de su hermana. Frunció el ceño en un vano intento de autoridad.

— ¿Por qué no? — Abby cerro los ojos con una sonrisa descarada.

— Por qué Regulus se molestara contigo y no quiero estar en medio de los dos... cuando descubra que su hermano es tu nuevo objeto de diversión.

— Oh querida hermana — volvió la vista a Sirius — Quien ha dicho que solo será un objeto...

Julia guardo silencio ante la mirada de malicia de su hermana. 

Abby [HP]Where stories live. Discover now