Levanner

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                                                Él.

Caminé hacia el baño decidido a bañarme y olvidar lo que había sucedido recientemente con Annie para no avergonzarla más. Caminaba con una gran sonrisa.

Dí el agua para acostumbrarme al vapor que esta produce, mientras me sacaba la remera, pero algo de este vapor hizo que recordara un pequeño detalle. Fuimos a buscar agua, agua no había.

Mis ideas se enredaron aún más, corté el agua con la intención de avisarle a Annie, pero al momento de hacer esto la puerta se cerró abruptamente. Afuera se escuchaban extraños ruidos, como si un tornado pasara por el departamento.

De un momento a otro todo se detuvo y reinó un silencio ensordecedor, sólo escuchaba mi respiración. La puerta se abrió de golpe y corrí con todas mis fuerzas en donde se suponía que estaba Annie. La cortina (sábana) estaba callendose. Un olor a humo me golpeó la nariz.

Todo se estaba incendiando, fui en busca de agua para apagar las llamas ocasionales, al abrir el grifo, el agua era nula, no se asomaba ni una mísera gota de este líquido.

Desesperado volví al lugar de las llamas, pero ya no había nada.

Saqué la sábana y apagué las velas para que aquella alusinación no se volviera realidad, al parecer mi mente me había jugado una mala pasada, o me estaba volviendo loco.

Me apegué a la ventana para ver si lograba divisar algo.

Ocurrió algo que no esperaba, todos esos seres desconocidos que había visto, no sé si e mis sueños o en la realidad se hicieron escuchar, comenzaron a gruñir, gritar, chirriar, o sea lo que ellos haga

Era horrible escucharlos, mi cabeza comenzó a palpitar y de prontocesaron, volvió el silencio y todas las luces de la cuidad se encendieron y apagaron un par de veces, como pequeños destellos, dejandome con una ceguera temporal.

Quedé en una absoluta oscuridad por unos segundos interminables, cuando estaba a punto de acostumbrarme totalmente a ella logré otear una luz.

La iré y me quedé echo piedra. En lo alto de un edificio, a unas cuatro cuadras, se encontraba Annie, no podía distinguirla bien pero algo dentro de mi me dijo que era ella.

Estaba rodeada de esa luz, se veía tan pura, tan hermosa.

Salí de mi trance y logré reaccionar, Annie no estaba aquí. El pánico volvió a inundar mi cuerpo, corrí hacia la ventana pero cuando miré, la figura de Annie se desvaneció en el aire.

Horrorizado fui a mi cuarto en busca de ropa y un arma.

Iría por ella pasara lo que pasara.

Cuando terminé de ponerme la chaqueta, tomé rápidamente una de las mochilas que habíaos usado hace un rato, en ella metí la mayor cantidad de comida y agua que pude, tomé un cuchillo y puse más de la mochila, además de esconder otro en mi bota.

Me monté la mochila al hombro y caminé a la puerta.

Cuando quise abrir la puerta, no pude. De nuevo el terror me invadió, miré hacia atrás intentando encontrar algo para abrir la puerta y otra salida.

Der repente veo por el espacio de la ventilación una especie de humo verde. Me petrifiqué. Tenía miedo, estaba encerrado, sin Annie.

Yo conocía ese humo, lo había visto antes pero no recordaba donde.

Patié la puerta con fuerza, pero esta no se abría, giré el pomo y empujé con lozanía. Intenté más veces de las que puedo contar.

Cansado miré hacia abajo, justo en el segundo en que el humo alcazaba mis pies, pude notar que eran comos manos que subía por mi cuerpo desgarrando cada parte de él.

Caí rendido, ya no veía nada, ya no era nada.

ExperimentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora