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Jisoo se dirige corriendo a su casa, lo único que ve mientras avanza es muertos y más muertos.
Lo raro de todo es que nadie tenía un maldito rasguño, es como si un aire los hubiese matado.

Suerte la casa de sus padres estaba cerca de la pista. A penas llega toca el timbre desesperadamente, pero como era de esperarse; nadie abre.
Tuvo una idea, la ventana trasera
Salta la reja del jardín principal, corre al patio trasero, lanza una pierda al ventanal y entra.

La casa olía horrible, y apenas puso un pie comenzó a marearse. Se tapó más profundamente la boca y respiraba rápido para hacer circular el oxígeno y votar el CO2 rápidamente.
Da muchas vueltas por la casa y no encuentra a nadie, hasta que llega a la cocina. Ve el peor escenario que alguien se podría imaginar
Estaban sus padres y sus hermanos en suelo, tirados, muertos.

JS: No puedo creerlo.

El shock no la dejó llorar, además que cada segundo que pasaba ahí dentro se sentía peor, pero no podía irse hasta encontrar las llaves del auto. No estaban en el mesón, no estaban en el velador. Y ella no estaba dispuesta a buscarlas en los bolsillos de su, ya, difunto padre. Se detiene a pensar.

JS: YA SÉ

Jisoo mira al macetero y boom, el llavero reconocible de las llaves, un minion. Ella es un cerebro con pies entonces, debía idear un plan rápidamente antes de que colapsara por la calidad de aire allí dentro. Sale para respirar mejor.

JS: Necesito una mascarilla, y toda la comida que pueda meter en ese auto de mierda. Dios necesito suerte (se percina)

Vuelve a entrar y se dirige al baño, directamente al botiquín de primeros auxilios, para sacar una mascarilla bueno no saca una, sino tres, y esas tres se pone.
Ahora puede prácticamente respirar, se apura en ir a la cocina. Necesitaba los alimentos que se demoraran más en vencer.
Primero agarró una caja para meter todas las cosas, luego pensó dónde encontrarlos. Boom; en la despensa su madre acumulaba alimentos así. Saca todos los arroces, los tallarines, las latas de atún, las salsas de tomate, los jugos, toda la wea que encontráse y todo lo que cupiése en la maldita caja.

Termina de sacar las cosas, las pone en la caja -pobre caja-, con su fuerza de pollo toma la caja para llevarla hacia el auto. Cuando llega la sube a este; por consiguiente se va de ese infierno, directamente a donde Seulgi, para pedirle perdón.

Cortocircuito - LisooOnde as histórias ganham vida. Descobre agora