Capítulo 15

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Betty se había convertido en una masa de nervios andante.

Se retorcía las manos nerviosamente y brincaba ante cualquier ruido. Estaba dando vueltas alrededor de su cabaña. No había podido pegar ojo en toda la noche por temor a que Ranald volviera a aparecer y está vez si logrará forzarla. Además , sus pensamientos eran angustiantes. Poco hubiera podido hacer para dormir.

Solo esperaba que amaneciera y que el castillo volviera a la vida. Muy en el fondo se preocupaba por si Laonis había logrado pasar la noche.

Cuando al fin amaneció y los primeros ruidos mañaneros comenzaron a escucharse, Betty casi salió corriendo de su cabaña para dirigirse a las cocinas. Hilda llegó poco después que ella y se dispuso a preparar el desayuno. Betty revoloteaba de aquí para allá haciendo esto y aquéllo.

Las voces en el comedor le indicaron que los Macdougall y los Campbell estaban despiertos y listos para desayunar. Hilda le gruñó una orden y Betty se apresuró en llevar una bandeja de comida y algunas jarras de aguamiel.

Las depositó sobre las mesas y regresó por más. En su segundo viaje pudo escuchar al Laird Campbell hablando sobre su hija .

-Parece recuperarse.-comentó con orgullo- Es una Campbell, nada la vence.

-Es una Macdougall ahora.-le recordó Blake.

-Sí, si...-respondió el Campbell, agitando su mano -Pero la sangre de los Campbell aún corre por sus venas, sin duda. Es un poco de ambos clanes ahora.- convino en modo conciliador.

Blake gruñó con aprobación y ambos Lairds se dispusieron a comer.

-Lleva una bandeja con comida y jarras de aguamiel a mi esposa. Lady Campbell y mi hijo también están ahí.-le ordenó Blake y Betty corrió hacia las cocinas a cumplir su orden.

Al poco rato, salió cargada de comida y aguamiel. A trompicones subió las escaleras y se dirigió hacia la habitación principal. A medio camino se detuvo al ver a las esposas de los Lairds discutiendo.

-Te quiero lejos de mi esposo.-le siseó Lioslaith a Meredith. -Es mi última advertencia.

Meredith contestó algo que Betty no alcanzó a escuchar. Lioslaith la fulminó con la mirada antes de advertir la presencia de Betty. Al hacerlo, se separó de la otra mujer y se acercó a ella.

-El Laird me pidió...- comenzó a explicarse la chica pero la pelirroja solo se limitó a abrir la puerta de la habitación para que pasará. Betty entró y se apresuró a dejar lo que llevaba en la mesita. Al darse la vuelta, miró a Alexander, que estaba inclinado sobre su mujer. Se notaba cansado y ojeroso pero por lo demás, estaba bien. El chico le regresó la mirada por algunos momentos antes de volver a centrar su atención en Laonis.

-Ya terminaste?- la voz fría de Lioslaith la hizo dar un respingo y corrió hacia el exterior de inmediato. Bajó las escaleras y se hundió en las cocinas de nuevo.

-No se que hace aquí. No entiendo que hace aquí.

-Madre...-advirtió Alexander.

- Ya sé. Ya sé que es tu casa y son tus reglas, pero sigo sin comprender que hace aquí.-gruñó la mujer mientras le acercaba un plato de comida y una jarra de aguamiel a su hijo.

-Le ayuda a Hilda en las cocinas.-respondió Alexander con voz cansina, aceptando lo que su madre le ofrecía. No era la primera vez que tenía esta charla con ella pero su madre parecía olvidarlo cada vez que miraba a Betty.

Lioslaith bufó con exasperación y ya no dijo nada. Tanto Meredith con sus constantes insinuaciones a su marido y Betty, la tenían de mal humor.

Maldijo en silencio y se dispuso a comer sin volver a molestar a su hijo. Después de un rato, remojó el trozo de lino que estaba sobre la frente caliente de Laonis y volvió a ponerselo. Paseó su mano por su nariz y boca solo para sentir su aliento cálido.

La Reina de las nieves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora